Capitulo 33.

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Narra Martina.

Luego de cinco minutos tratando de enfocar la vista en el chico que me mira como si algo malo estuviera a mi lado, trago saliva y pienso muy bien mis palabras. Samuel trata de descifrar antes de tiempo lo que diré, pero mis palabras son tan inciertas que ni yo misma sé cuáles serán.

-Por el amor de Dios, Martina, habla- dice en un susurro.

-Debo irme para Cambridge ahora mismo. Y tú debes ir a España.- declaro.

-Mañana  es tu cumpleaños, no puedes irte y ya. Sabes que Camila te tiene algo preparado.

-Samuel, aquella noche me dí cuenta de muchas cosas. Entre ellas, que no es sólo sexo. Y nos haremos daño, me haré daño- aclaro-. Quiero cerrar nuestro ciclo para siempre esta vez.

-¿Es la única solución?- se sienta a mi lado.

-¿Irme? Si, si lo es. Tenerte cerca es el fin para mí cordura- mis labios empiezan a temblar cuando algunas de mis lágrimas rozan mis mejillas trazando un cálido camino.

-¡No es justo! Si sientes cosas no debes irte y dejarlo todo. No sería la primera vez que pasamos por esta ¿Qué más da?- toma mi mano y me observa detenidamente.

-¡Da mucho Samuel! No quiero volver a pasar por lo mismo, no cuando lo puedo evitar- digo luego de varios minutos de  silencio- Debo irme.

Empiezo a tomar camino a las escaleras y espero que sus gruesas manos me tomen y me diga que no me vaya, pero no sucede. Puedo sentir la mirada de Matt y Camila perseguirme hasta la entrada principal.

-Tomaré un taxi.

Veo de reojo como cruzan una mirada y sueltan un gran suspiro, saben que no hay remedio, me iré. Abro la puerta y el frío aire de una tarde de reyes magos en Londres me golpea. Miro para ambos lados y veo algunos vecinos bajar sus compras para la cena de esta noche. Me pregunto realmente a donde quiero ir. Saco mi teléfono y llamo un taxi que promete estar en cinco minutos en la dirección que le dí. Me siento a esperar en el pórtico mientras trato de mantener el calor en mi cuerpo. Unas bocinas me interrumpen los pensamientos. Servicio efectivo.

-¿Desde cuándo tan cobarde?- su voz me hace poner la piel de gallina.

-No lo digas- lo reto cuando abro la puerta del auto.

-Te subes a ese auto y tendrás que aceptarte como una cobarde- contraataca.

Miro al señor del taxi y me dedica una mala mirada. Sin dejar que cierre bien la puerta pone el motor en marcha y se va.

-¿Te irás en serio?- dice a mis espaldas.

-Me iré, Samuel.- digo con la voz temblorosa.

-Cobarde.

-No vuelvas a decir eso.- las palabras salen de mi boca con una clara frustración.

-¿A qué le tienes miedo? ¿A ser feliz, a enamorarte, a que te rompa el corazón, a que rompas el mío? Dímelo, juro buscar una solución efectiva- dice subiendo su tono de voz.

-Le tengo miedo a un conjunto de todo aquello que mencionas, Samuel. Además es algo que podemos evitar, no tenemos que pasar por esto- le reprocho.

-No tenemos, pero queremos.

-¿Queremos?¿ Ya lo consultaste conmigo?- digo estupefacta por lo que asimiló.

-Por favor, Martina. No tenemos quince años, sabemos lo que queremos y lo que debemos hacer para obtenerlo. Quiero ser feliz. - sus ojos se achinan cuando frunce su ceño claramente entrando en desespero- déjame ser feliz contigo, por lo menos intentarlo. Aunque no tenga la certeza de que lo vamos a lograr. Porque en realidad no la tengo. Y si es un capricho, estamos jóvenes, podemos darnos un gusto de vez en cuando.

-Tú no lo entiendes. Lo hago por mi, Samuel. Se trata de mí- refuto.

-¿Y nosotros qué, Martina?- dice al borde de la histeria.

-¿Nosotros qué, Samuel? Nosotros fuimos hace cinco años, cuando te marchaste e hiciste la promesa de volver a verme un día, o tan solo escribirme, puedes decirme loca o lo que quieras, pero no recuerdo que eso haya pasado- digo entre lágrimas.

-Si, pues tú nunca me fuiste a ver, Martina, ¡No te interesaste en  mantener lo nuestro!- se da la vuelta y me deja allí en un mar de lágrimas y recuerdos.No podía esperar más de un reencuentro, luego de cinco años, mis expectativas fueron demasiado para lo nuestro.

Antes de entrar y dejarme completamente sola, mientras me da la espalda, para un momento y termina diciendo:

-¿Quieres saber que nos depara el futuro?- estoy muda así que lo único que emito es el  sonido de mi respiración pesada- Bien, espero no te arrepientas de esto, pequeña cobarde.

Tengo las ganas de lanzarme sobre él y darle un golpe y luego besarlo para que no me vuelva a decir cobarde; quiero decirle lo mucho que también quiero intentarlo. Pero no lo hago, sólo observo como se va mi última oportunidad de saber que hubiese sido de nosotros dos.

No tan perfecto (TP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora