Narra Martina.
Los comensales están contentos y disfrutando de los múltiples platos que Camila decidió ofrecer en la recepción. Algunas parejas bailan al son de la música, otros comen, juegan con los niños... Yo estoy sentada sola, en una mesa bastante escondida, revisando mis fotos viejas.
Y no porque no tenga con quién bailar, o porque nadie quiera hablar conmigo. Es la vergüenza que me está comiendo desde adentro. No he podido ni mirar a Samuel a la cara. Por culpa de unos jodidos tragos fuertes y muchas vueltas en la pista de baile. Es probablemente el error más grande que he cometido en mi puta vida. Mandar unos malditos mensajes de voz, diciendo barbaridades que nunca creí decir en voz alta, no después de tanto tiempo.
-¿Bailas?- la voz de un chico moreno y bastante familiar me hace salir de mis pensamientos de forma inmediata. Es José.
Dudo unos segundos para por fin recibir su mano.
-Siempre- respondo.
El suelta una pequeña risita y me guía hasta la pista de baile.
Empiezo a mover las caderas al ritmo de la música. José siempre ha sido un excelente bailarín, no demora en seguirme el paso. Un mesero pasa algunas veces y nos ofrece varias copias de vodka. Las recibo con la única intención de soltar mi cuerpo y bailar mejor. Llevamos algo más de media hora entre pasos de baile raros y muchos tragos de vodka en la pista de baile. José empieza a susurrar cosas en mi oído de forma coqueta, yo solo río en respuesta, porque en realidad me dan risa sus comentarios directos y para nada discretos.
Cuando después de dar varias vueltas me siento un poco mareada decido que debo salir. José dice que me va a esperar en la mesa que me encontró. Agradezco eso. Sé que va a tratar de coquetear conmigo, y mi estado no es el mejor, lo más probable es que a media noche yo esté debajo suyo.
-¿Para dónde vas?- Camila me toma de la muñeca.
-Voy un momento afuera. Necesito tomar aire- le sonrío tranquila.
Las personas aún siguen llegando, otras están saliendo. Un rostro familiar hace que quede estática por unos segundos, hasta que llega a mi lado. Me sonríe pero no puedo hacerlo de vuelta. Se ve elegante y serio. Está casi igual desde la última vez que nos vimos. Me sorprende lo poco que me parezco a él. Pero no dudo en que soy su hija. Terca y orgullosa. El prototipo perfecto de una hija de Santiago Johnson.
-Martina- dice formal como siempre.
-Padre- susurro.
- Estás hermosa hoy.
-Gracias- trato de seguir mi camino pero él toma mi muñeca y me detengo en seco por su tacto.
-No podía perderme la boda de tu casi hermana... Además quería verte- dice a mis espaldas.
-Me alegra que estés bien, padre- me suelto de su agarre y sigo mi camino.
No fuí capaz de decir que me dió alegría verlo, porque de hecho no es así. No sé exactamente ni que siento al verlo.
-¡Martina!- por inercia giro a ver la cara de mi padre.
-¿Podemos salir a tomar un café algún día?- dice serio mientras arquea su ceja. No tiene ninguna emoción en su voz ni en su mirada.
-Tal vez- me esfuerzo por sacar una sonrisa pero lo único que puedo hacer es un asentimiento de cabeza.
- Está bien. Me mantendré al tanto- dice y sigue su camino dentro del salón.
No me siento ni un poco mal por cómo me habla o yo le hablo. Nuestra relación se volvió demasiado formal. Como si nuestra relación padre-hija fuera un negocio más en nuestras vidas.
Él es el culpable de que mi vida sea una mísera. Por su culpa no pude irme a España. Por su culpa la compañía de mi madre duró un tiempo en picada. Fue él quien hizo que retuvieran todas las cuentas bancarias de mi madre. Me obligó a ir a Cambridge, aunque es la mejor universidad de la unión europea, deseaba con todas mis fuerzas ir a Oxford.
Es mi padre, pero no puedo verlo como otra cosa más que como mi tutor. Se encarga de darme todo el dinero necesario, pero en realidad es lo único que hace. No espero con ansias la navidad, porque es seguro que en alguna semana iré a verlo. Prefiero ir a Lacock o venir a ver a Camila. Nuestra relación no hizo otra cosa que caer como una jodida montaña rusa. Pero él no lo acepta, siempre que hace sus estúpidas reuniones y fiestas de negocios me presenta a sus amigos como lo mejor que tiene en la vida.
-¿Qué haces acá afuera?- una voz masculina hace que de un pequeño brinco en mi lugar.
No puedo evitar pensar en que, lo que va de la noche, tres hombres me han hecho sobresaltar.
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No tan perfecto (TP#2)
Teen FictionHan pasado cinco años desde la partida de Samuel y aquel reencuentro que juraron, sería pronto, no ha ocurrido. Y ambos parecen ignorar el hecho de que se extrañan, porque se extrañan ¿No? Pero las cosas están por cambiar, una invitación, una boda y...