Narra Martina.
Confusión. Era la palabra que mas se asemejaba a lo que sentía en estos momentos. El vestido azul entallado era precioso, pero vulgar; por otro lado, el vestido rosa de falda rotonda, era elegante y mojigato. Necesitaba algo que estuviera entre esas dos líneas. ¡no tengo más vestidos en Londres! Vine a vacacionar no a vivir. Tengo que cerrar la ventana para no morir de hipotermia, con mi ropa interior, que misteriosamente está a juego. Entonces, como una iluminaron del espíritu santo, lo veo, un jumpsuit tiro alto, con un gran escote en la parte frontal, mangas tres cuartos. Bastante elegante y sencillo. El color blanco resalta mi piel morena. Decido ir sin bolso, puesto que el jumpsuit tiene sus bolsillos, maravilla de la vida. Me pongo unos tacones nude cómodos. No es por ego, pero me veo hermosa, con mis ondas sueltas. Me veo natural y jovial. Algo no siempre visto.
Bajo a toda velocidad, tanto como mis tacones me lo permiten. Abajo está Samuel, tiene un pantalón de vestir y una camisa color azul oscuro. A pesar de tanta elegancia, se ve extremadamente sexy.
-¿Lista?- dice cuando estoy cerca.
-Claro, vamos.
La cita fue aplazada para un viernes previo a la navidad, mientras yo me sentía mejor. Eso significa que un viernes, dos chicas de veinte y mas años, no se quedan en casa. A pesar del frio de infierno que hace afuera. Es decir, que en casa solo estamos Samuel y yo.
Salimos a la par y le doy las llaves de mi auto a Samuel. No me apetece conducir en esta noche tan fría. El frio de una noche en Londres me ataca, no tiene piedad, es inclemente. Doy un giro rápido sobre mis tacones para entrar nuevamente y traer mi chaqueta de cuero. Pero las grandes manos de Samuel se posan sobre mis hombros y me retienen.
-La tengo en el auto- entiende mi mirada de confusión- ¿ibas por una chaqueta?.
-Gracias- digo extrañamente nerviosa.
Samuel me abre la puerta del auto y entro para evitar un resfriado, rodea el auto e imita mi acción. Conduce en silencio. Siempre me ha sorprendido su forma de manejar. Maneja de acuerdo a la ocasión. Sé que si fuera una salida clandestina, estaría nadando de forma arriesgada, solo para hacerme reír de miedo. Pero hoy maneja sin prisa. Y como si estuviéramos conectados por un hilo telepático, el comenta:
-Me gusta manejar a un paso moderado, para disfrutar de la compañía.
-Lo sé.
Lo veo esbozar una sonrisa ladina. Una vez más en mi patética existencia, me quedo observándolo. La perfecta curvatura de sus labios, sus dientes brillantes, su mandíbula marcada, sus hoyuelos, sus ojos que se achinan cuando sonríe mucho... no puedo creer que deje que solo fuera mi amigo por tanto tiempo. Tal vez si hubiera actuado antes, la boda seria de otras personas. O tal vez no, grita mi subconsciente. Creo fielmente en el destino, y si Samuel y yo no estamos juntos, es por algo.
Llegamos a un restaurante, no muy elegante al punto de ser incomodo, pero si de clase, a los que estamos bien acostumbrados a visitar. Samuel pide mariscos y yo pastas. Adquirí un amor infinito por las pastas en Cambridge.
-Sé por buen fuente- comenta Samuel cuando llega la comida- que tienes ofertas de prácticas de trabajo en España.
-¿Buena fuente?- el asiente ante mi pregunta.
-Camila- decimos al unísono.
-Es cierto. Pero también tengo la capacidad de ir a otro país, como Italia. La verdad me apetece mejorar mi italiano. Incluso Alemania. Creo que mi español, está más que bien.
-Si- dice probando los mariscos.
Algo me dice que Samuel quería decirme algo mas que eso. No quiere dejar a Camila como una sopona, nadie quiere hacerlo, realmente. Pero ese no es el punto.
-Deberías pensarlo. En España hay muy buenas oportunidades de trabajo para los jóvenes- dice por fin.
Claro. Claro como el vino blanco que estamos bebiendo en estos momentos. Quiere que me vaya para España para tenerme otra vez a sus pies. ¡Ni lo sueñes querido Samuel!
-Sé por buena fuente- contraataco- que casi eres padre.
Lo veo cambiar unos tres tonos de piel. Tiene que tomar un poco de vino para no ahogarse con los mariscos. En realidad, fue solo un comentario que escuche salir de los labios de Camila hacia Matt. La reacción de Samuel me lo confirma.
-¿Qué pasó?- insisto.
-No era la mejor chica. Perdió al bebé por una sobredosis de cocaína. Nunca fue mi bebé, era de otro tipo- por primera vez, mira fijamente los mariscos como si estuviera avergonzado de la situación. No me esperaba esa confesión hoy-. De verdad me había ilusionado. Sabes, no estaba en la mejor situación de mi vida. Sabia que esa bebé, me ayudaría en arreglar las cosas, de cierta forma.
Samuel quería ser padre. De una bebé que no tendría yo. Por segunda vez, deseo ser la chica embarazada.
-Debió ser duro- es lo único que logro comentar un poco adolorida.
-No te lo imaginas.
El siguiente silencio mientras llega el postre, es algo incómodo. Samuel parece pensar algo que realmente le afecta. Yo no se que mas comentar al respecto. Quiero decirle que habrá más oportunidades de ser padre. Pero ya la conversación cerró hace varios minutos tortuosos.
Al llegar casa me quito mis tacones y Samuel sus zapatos. Los dejamos junto a la puerta principal. ¡mira destino! Nuestros zapatos resultaron juntos en una casa, de alguna forma. Aunque no sea nuestra casa, y no vivamos juntos.
Subo a mi habitación y empiezo a desvestirme. Cuando estoy en ropa interior, escucho la puerta abrirse.
-Prometo no hacer nada que te incomode- dice.
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No tan perfecto (TP#2)
Novela JuvenilHan pasado cinco años desde la partida de Samuel y aquel reencuentro que juraron, sería pronto, no ha ocurrido. Y ambos parecen ignorar el hecho de que se extrañan, porque se extrañan ¿No? Pero las cosas están por cambiar, una invitación, una boda y...