Capitulo 12.

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Narra Martina.

Ella parece estar coqueteando con Samuel, de cierta forma, me importa poco. Me siento en uno de los cojines y espero a que ella haga su trabajo. Al poco tiempo me aburro de estar allí, empiezo a dar vueltas por todo el salón. La chica parece hacer su trabajo más lento, solo para hablar con Samuel. Y él no demora en seguirle la cuerda, no ha hecho otra cosa que reír con ella.

-¡¿Johnson!?- una voz masculina dice a mis espaldas.

Como acto de reflejo al escuchar mi apellido, giro sobre mis talones. Un chico moreno y musculoso, mueve su mano en mi dirección, me saluda. Aunque tardo en reconocerlo, lo hago, es José, era parte de mí círculo de amigos en el instituto. Se acerca a mi lado.

-¿Cómo has estado? Santo Dios, ha pasado tanto tiempo...- dice bastante alegre.

-He estado de maravilla, gracias. Tienes razón, no nos vemos desde el baile de graduación, ¿Y a ti cómo te trata la vida?- digo mientras recibo su abrazo.

Es bueno ver caras viejas.

-Muy bien, gracias. No me digas que te casas, ¡¿Con Samuel?!- dice sorprendido.

-¡NOO!- reímos a carcajadas por mi negación- ¡ni lo digas!.

-¿Ya no son novios?- dice intrigado.

-Hace mucho que no. Un poco después de que se acabó el instituto

-Vale, lo siento. Entonces, ¿De quién es la boda?.

-Matt y Camila.

-¡¿Me estás jodiendo?!- grita llamando la atención de varios.

-¡No! Ya lo sé, es una sorpresa para muchos- por alguna extraña razón no puedo dejar de sonreír.

José siempre fue un chico gracioso y sociable, aunque algunas veces trataba de pasar la línea. Recuerdo que la última conversación con él, fue un discusión en el baile de graduación. Pero no tan grave como para que no me diera alegría verlo después de tanto tiempo.

-Joder, diles que me alegro un montón por ellos... ¿Te parece si salimos un día de estos y adelantamos libreta?- dice igual o más alegre que yo.

Muy poco veo a mis amigos de instituto, y por eso me da tanta alegría verlos.

-Si, sería fantástico. Ya mismo te doy mi número- él saca su móvil.

Lo toma al pie de la letra y lo guarda enseguida.

-Vale, ahora mismo estoy acompañando a un amigo de la universidad para su traje, también se casa pronto. Y creo que debo irme, pero ha sido increíble verte, Martina. Estás muy guapa- dice mientras se aleja de frente lentamente- te escribo cuando llegue a casa para vernos.

-Vale, José, el gusto es mío- me lanza un beso con su mano y sonrío en su dirección.

¡Nadie cambia en cinco años!.

Me doy la vuelta con una sonrisa en la cara. Dicha sonrisa se borra en cuanto veo a Samuel parado, con sus brazos cruzados en su pecho y con mala cara.

-¿Tengo que esperar a que termines de coquetear con todos los chicos de la tienda de forma escandalosa?- dice grosero.

-Que te den, patán- digo.

Le paso por su lado y le golpeó levemente el hombro. En total silencio, llego hasta mi auto, espero a que Samuel también suba, pongo el auto en marcha.

Pues sí, al hablar con José mi tono de voz se subió, y grité varias veces llamando la atención de muchos, pero no con la intención de hacerlo quedar mal. Solo me dió mucha alegría verlo. José era muy buen amigo mío en el instituto, en realidad muchos eran mis amigos y Samuel sabe eso. Él más que nadie debió alegrarse por verlo, jugaban juntos y en varias ocasiones celebraban cumpleaños, victorias y demás cosas. Ni siquiera trato de acercarse para saludar.

-¿Te vas a ver con José?- dice mirando su celular.

-Si, eso creo.

-¿Me puedes pasar su número?.

-Yo no lo tengo- digo seria.

Me lanza una mirada de "¿Es en serio?". Pero trato de restarle importancia a eso. Tal vez solo se preocupa por mi, así como la haría por Camila. Y lo entiendo, José siempre ha tenido esa fama de galán, como TODOS los chicos del equipo de fútbol americano, empezando la lista, como líder el gran ¡Samuel Steel! Quizás fue el mayor don Juan de todos los tiempos en ese instituto. A tal punto de decir "si no te enredaste con Samuel en el instituto, no tuviste infancia". Y pensar que yo hice parte de esa lista de chicas de Samuel.

Llegamos a casa en total silencio. Ya hasta se me contagió el mal humor de Samuel. Cuando entramos, Matt es el primero que nos recibe.

-¿Cómo les fue, chi...- deja de hablar cuando ve nuestros rostros y hace una mueca de incomodidad.

-¿Camila está arriba?- decimos al unísono.

Ambos lanzamos una mirada digna de una película de terror.

-Si- Matt se aleja lentamente sin darnos la espalda- está en su habitación.

Como soy yo quien da el primer paso, Samuel no se atreve a hacer una carrera para hablar con Camila. ¡Yo no me fuí por cinco años a España! ¡Yo sí tengo derecho de hablar cuando quiera con ella!

No tan perfecto (TP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora