Narra Samuel.
Se ha encerrado en su habitación. Busco las llaves para no hacer mucho escándalo y tener que tirar la jodida puerta. Cuando la abro ella está quitándose sus zapatos.
-¡No puedes interrumpir en mi cuarto!- chilla molesta.
-Juro, que si vuelves a levantarme la voz, te voy a poner cinta- digo lo más tosco que puedo-. Mamá duerme.
Me lanza una mirada de queja pero no dice nada.
Me siento a su lado y lo primero que detecto es el olor a alcohol.-¿Qué tanto bebiste?- ella aún no me mira.
Va a poner sus zapatos en su armario y veo que tambalea de lado a lado.
-Lo suficiente- respondo por ella.
-No estoy haciendo nada que tú no hacías a mi edad- dice por fin.
-Tienes quince años, Fernanda. Y estás borracha- tenso la mandíbula tratando de no ser grosero con ella.
-Bastante, Samuel, bastante borracha diría yo- me da la espalda y se desnuda- y estoy a nada de tener dieciséis.
Recuerdo, en pocas semanas es su cumpleaños.
-¿Quién era el tipo ese?.
Se pone su pijama y se mete en su cama. Yo sigo sentado a su lado.
-Un amigo que conocí en la fiesta...- su voz se pone pesada.
Me imagino como le deben de arder los pies de bailar. La tomo de los hombros y hago que se siente.
-Por el amor de Dios, Samuel, déjame dormir- se queja.
-¿Eres consciente de qué ese tipo te tocó el trasero?- aún no suelto sus hombros.
-¿Y a ti qué?.
Me sorprendo por el tono de su voz, nunca se había dirigido de ese modo grosero hacía mi.
-Soy tu hermano, Fernanda. Por lo tanto, todo lo que te suceda, tiene que ver conmigo- la muevo un poco tratando de contenerme.
-Te recuerdo Samuel que te fuiste para España. Ahora esa es tu casa- me reprocha.
-No me puedes mentir, Fernanda. Eso no es lo que te molesta. Di la verdad, ahora.
-De cierto modo, Samuel, aunque fue ofensivo, me alegro de que ese chico me hubiera besado y tocado... Creí que nunca iba a pasar. Y si te preguntas porqué, es por tu jodida culpa que ningún chico se atreve a coquetearme- se ve tan enfadada...
-¿Te hacen falta amigos?.
-¡No! Todos quieren ser mis amigos- es porrista y popular en el instituto por ser hermana de Steel, recuerdo- y ese es el maldito problema, nadie se atreve a decirme linda por miedo a que le rompas la nariz.
-Solo sucedió una vez- susurro.
-¿Qué clase de persona fuiste en el instituto para que todos te teman?- dice dolida.
Fuí alguien que amaba atestar golpes contra todo imbécil que se cruzara en mi camino. En mi último año, traté de enmendar eso para evitar una expulsión, pero no fue suficiente para que dejaran de hablar de mi.
-No tienes derecho a reprochar mi ebriedad- me da la espalda.
-¿Quién te dejó en ese estado, Fernanda? Entiende que esos no son tus amigos- la reprendo- ¿Qué tal si ese imbécil se hubiera querido pasar de listo contigo?.
-¡Por favor! Entiende que no todos son como tú- se hace un ovillo y pone las manos en su cabeza.
Auch. Eso dolió.
-Por lo que he sabido, tienes muy buena fama con las chicas, hay decenas de leyendas sobre ti.
-Han pasado cinco años, Fer. Es imposible que sigan hablando de mí.
Sé que es posible. Cuando yo llegué al instituto, muchos hablaban de un chico que había salido hace muchos años atrás. Luego, yo quité su lugar y sigo allí. Me da un aire de victoria pero por otro lado no quiero atormentar a mi hermana de quince años con mi yo rebelde de instituto.
-Los chicos del equipo de fútbol americano no son los mejores chicos, son solo guapos y atléticos, quédate con esa imagen- me pongo de pie.
-Me imagino que lo dices por ti.
-Si- digo molesto- pueden llevarte a un mundo de fiesta, sexo, rebeldía e incluso a drogas.
-¿Y a ti qué?- dice nuevamente- no me arrepiento de haberme puesto ebria, no me arrepiento de haberlo besado, ni de que me haya tocado.
-Lo harás- cierro la puerta fuertemente.
Desde mi habitación podía escuchar a mi hermana, cuando estaba pequeña, llorar de miedo. Justo ahora escucho lo mismo, pero han pasado cinco años y ya no llora porque cree que hay mounstros en su armario. Me arden los pies por querer ir a consolarla, a pesar de haber hecho tremenda estupidez, sigue siendo mi pequeña hermana y mi instinto protector siempre será hacia ella.
No puedo dejar de pensar que otras barbaridades ha hecho. Solo espero no tener que partir tabiques por ella, nuevamente.
Hace dos años cuando vine, para fiestas navideñas, ella ya tenía sus catorce años. Vi unos mensajes en su móvil de un chico de unos diecisiete años, invitándola a tener sexo. Ese día la fuí a llevar a donde una amiga. El chico de la foto estaba allí. La tomó de la cadera y antes de que la besara yo me lancé sobre él y lo golpeé tan fuerte que partí su tabique y todos mis nudillos llegaron sangrando casa. Fernanda estaba horrorizada. Pero no podía permitir que él se saliera con las suyas, es aún una niña.
Le advertí que por ella mataría a quien fuera, sin remordimiento alguno.
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No tan perfecto (TP#2)
Teen FictionHan pasado cinco años desde la partida de Samuel y aquel reencuentro que juraron, sería pronto, no ha ocurrido. Y ambos parecen ignorar el hecho de que se extrañan, porque se extrañan ¿No? Pero las cosas están por cambiar, una invitación, una boda y...