Capitulo 26.

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Narra Samuel.

Lo primero que me intercepta es el olor a fármaco, típico de hospital. El sonido de unas máquinas suenan por toda la habitación, esas verifican su pulso y otras cosas.

Ella está en medio de las paredes blancas. Desde su camilla me da una sonrisa tímida, se la devuelvo del mismo modo. Se ve más pálida de lo normal, o debe ser por el exceso de dicho color en toda la habitación. Debo admitir que odio los hospitales y odio estar en estos lugares.

-¡Como lo siento, nena!- Sarah corre en su búsqueda y le da un fuerte abrazo.

Realmente que estaba intoxicada, con marihuana y alcohol, pero no paso a nada más grave. No tardó mucho en recobrar la conciencia y los doctores tampoco en dar los resultados. Le darán la salida en la tarde. Mientras eso sucede, podemos alimentarla con cosas suaves, nada de fritos.

-¡Sarah! No debes gritarle- la regaña Sophie para después darse cuenta de que ella hizo lo mismo.

Definitivamente estar con estas chicas es un caso muy divertido.

-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento- dice rápidamente cuando la tiene a su lado- espero que un día puedas perdonarme, o mi vida será muy miserable, por siempre. Siempre.

- Dramática- dice Martina con un hilo de voz.

-Cariño, te hemos traído, algunos ponquesitos dietéticos y jugos naturales, sin azúcar. Debes cuidarte- dice Sophie con voz de madre preocupada.

No es muy normal verla de ese modo tan... Responsable.

-Ahora, nos vamos. Para que hables. A solas- recalca el último hecho.

-Gracias- dice Martina hablando de los alimentos.

-Sarah, vamos- dice entre dientes.

Ambos las vemos salir por la puerta, claramente blanca. Me lanza una mirada tímida y luego juega con sus sábanas un poco avergonzada.

-¿Cómo te sientes?- digo mientras me siento a su lado en la camilla.

-¿Después de haber amanecido en el suelo de un salón de eventos, de estar ebria, posteriormente drogada y para colmo sin conciencia en el piso? Me siento muy bien, gracias por preguntar- dice sarcásticamente. Suelta una risita ronca.

-Okey. Me alegra.

Nos observamos por unos minutos. Mejor dicho, yo la observo a ella. La examino con la mirada.

-Me asustaste mucho- digo por fin.

-Lo siento... Yo no sabía que clase de brownies eran.

-Estabas tan pálida, que temia lo peor- ambos reímos por mi comentario dramático- cambié los horribles ponquesitos dietéticos por unos de vainilla y sólo un poco de relleno de mora; tambien un rico jugo de naranja con azúcar. Además traje... flores.

Ella parece procesar todo lo que he dicho mientras asiente lentamente con la cabeza.

Algo me vibra bajo el pantalón. Y antes de que pienses lo que no es debido, voy a aclarar que es mi celular. Ella parece notarlo y me hace una mirada aprobatoria para responder.

Veo la pantalla el nombre de Matt. Contesto y me preparo para lo peor.

-¿Estás con ella?- dice al otro lado de la línea.

-Si.

-Altavoz, Samuel, por favor- hago lo que me pide- ¿Cómo carajos en un día de mi ausencia, Martina resulta en un hospital, drogada?.

-Cuelga- dice Martina con la voz débil.

Lo pienso unos minutos y le hago caso a un Johnson por segunda vez en un minuto.  Matt se  volverá loco cuando vea que le colgué a propósito. Pero lo que menos necesito Martina en estos momentos es un regaño de su primo.

-¿Recuerdas algo de la bañera?- digo sin más.

-Todo.

-¿Qué tan cierto fue?.

Y lo digo no porque no confíe en ella. Sólo que aún los efectos del alcohol estaban sobre ella. Además sería bueno poder volver a escuchar de esos labios que en mis labios se siente como en casa. Quiero poder decirle que el sentimiento es mutuo y no correr por los nervios fuera de esta infernal habitación.

-Fue...- carraspea- fue muy cierto, Samuel. Lo que dije es totalmente serio.

-Bien. Me alegra que el sentimiento sea mutuo- ella me observa perpleja.

Es muy satisfactorio pensar en querer decir unas palabras y poderlas decir realmente. Es como una pequeña meta.

-¿Qué quieres decir con eso?- dice nerviosa.

Quiero rodar los ojos al cielo por tremenda estupidez de pregunta.¿Qué quiero decir con eso? Pues lo mismo que ella quiso decir con sus palabras. Me tomo mi tiempo para explicarle eso.

Mientras. Ella destapa su jugo de naranja y lo bebe con tranquilidad.

-Que... Contigo me siento como en el instituto. Si, pero no hablo de las clases aburridas, ni de las fiestas. Hablo de los momentos que más extraño de esa época. Jugar fútbol- los enumero con mis dedos temblorosos-, los paseos con los chicos, los campamentos, ver películas en mi habitación, estar los cuatro juntos, estar a tu lado.

Lo último sale en un susurro. No quería confesar eso. Pero hace parte de mi lista de cosas que extraño del instituto.

-Digo, estar a tu lado en el sentido de... no pareja, bueno sí, un poco, pero hablaba de.- hago un pequeño grito de frustración y ella ríe de mí.

-Entiendo perfectamente, Samuel. No te preocupes.

Pero algo de mí quería hacerle saber que extrañaba todo de estar con ella. Aunque mis recuerdos ya estén borrosos. Aún puedo ver a Martina en mi habitación viendo una película, caminar hacia mí en el instituto, en mis partidos de fútbol americano, riendo por uno de sus comentarios inesperados y cosas así que me hicieron amarla tanto.

No tan perfecto (TP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora