Epílogo.

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Abigail.

Sin ganas, tirada en el sofá, pasaba sin ganas los canales de la tele, sin estar convencida de nada que veía.
Decidí salir a la terraza, estaba agobiada y desanimada, en unos 20 minutos daban las 12 de la noche, y quería decir que en 20 minutos cumplía 18 años, y sinceramente, no quería celebrar nada a pesar de la insistencia de Camila.

Y automáticamente mi mente traicionera me hizo recordar aquella noche en Madrid, donde Simón me preguntó si era él era mi favorito.
Sonreí de lado, él siempre sería mi favorito.

Me apoyé en la barandilla, y perdí mi mirada entre el cielo estrellado de Barcelona.
Quería poner la mente en blanco, y superar de una vez lo ocurrido, pero me sentía incapaz.

Había sido menos de un mes, pero lo había sentido demasiado intenso, pero debería haberme dado cuenta que era demasiado bonito para que durase mucho.

¿Lo peor? Que sentía que me había enamorado de verdad, que le echaba de menos y que me encantaría volver con él.
Pero me he convencido que no vale la pena, ya me quedó claro que a pesar de haberle demostrado de todas las maneras posibles que le quería a él, seguía con sus celos y desconfianzas.

Cerré los ojos y suspiré, pensando en nuestra despedida en el aeropuerto, convencida de que ese adiós fue lo mejor, aunque no dejaba de pensar en ese último beso, beso que no quise que se acabase jamás.

—Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz... —escuché de pronto detrás mio cantar a una voz que reconocería a distancia.

Cuando me giré, no pude evitar sonreír a la vez que emocionarme al ver a Camila y Villamil con una tarta con unas velas de 18 encendidas.

—Pide un deseo. —me dijo Camila con una gran sonrisa.

Y a pesar de que no tenía ganas, soplé con decisión las velas y pedí superar este mal momento que estaba viviendo.

Tras soplar, me abracé con cariño a mis dos amigos, les quería, habían sido mi gran apoyo estas últimas semanas.

—Gracias por todo, sobretodo a ti Villa por venir, me alegro mucho de verte. —Le digo con cariño.

—No las des, has pasado unas malas semanas y te lo mereces. —me contesta Villamil con una de sus lindas sonrisas.

—Bueno, ya que no quieres salir, hacemos una fiesta de pijamas y nos ponemos al día? —Propone Camila.

Los tres, nos reunimos en el salón, y tras comernos la pequeña tarta, Cam saca una botella de tequila y la noche se comienza a animar, y la verdad que yo también, y es que estar con ellos dos me hacen feliz.

—Bueno, Villa, háblanos de que tal te va en el amor. —pregunta Cam, ya ida de chupitos.

—Pues estoy bien, sin compromiso, con Noah y Patricia... Sé que puede sonar a perro, pero no quiero novias. —Le contesta Villa, también pasado de alcohol.

—Te va a pasar como a Juan Pablo... Que de jugar a dos bandas, al final se quedó solo. —Le contesta ella enfadada.

Y es que Camila, aunque no lo quería reconocer, también lo estaba pasando mal, ella se había enamorado de Juan Pablo y le dolía que las cosas no hayan surgido como ella quería.
Lo intentaba superar a su manera, saliendo de fiesta con sus amigas casi cada día y liandose con distintos chicos, pero aún así sabía que Cam, le quedaba tiempo para terminar de sanar su corazón.

A diferencia mía, yo había optado por centrarme en mi sueño, así que me presentaba a todos los casting que veía por Barcelona y me apuntaba a las agencias para ver si tenía suerte, y es que aunque quería empezar la universidad y formarme en mi pasión, tenía ganas de trabajar, de hacer algún papel, ya que necesitaba centrar mi mente en otra cosa que no fuese el imbécil de Simón Vargas.

—Abi, estás muy callada. —me dice de pronto Cam.

—Estoy cansada y algo pedo. —me excuso. —me voy a dormir ya.

A la mañana siguiente, cuando despierto, veo encima de mi mesita de noche un sobre, donde pone "Simón", enseguida pienso que ha sido Villa quien la ha dejado allí, y me alegro que después de todo, vuelvan a estar bien.

Al principio dudo en su abrirlo o no, quizás leerlo me hace más mal que bien, pero al final no lo pude evitar y con delicadeza abrí ese carta.

Querida Abi,

Te deseo unos muy felices 18 años, espero que este día tan especial seas feliz y estés con las personas que quieres.
Me encantaría estar ahí contigo, celebrarlo juntos, y siento que si no es así es por mi culpa.
De verdad que lo siento, siento haber puesto en duda tus sentimientos, pero mis miedos e inseguridades pudieron conmigo.
Fui un estúpido y entiendo que ahora me odies, pero solo te pido que no me guardes rencor, que recuerdes con cariño nuestra corta, pero muy intensa historia.
Te quiero Abigail, solo espero que el destino tenga previsto que nuestros caminos se vuelvan a encontrar... Aunque en el caso que no sea así, solo deseo que todo te vaya muy bien, que cumplas todos tus sueños, lo mereces.
 
Te ama, Simón.

Cuando terminé de leer, con los ojos llenos de lágrimas, vi que dentro del sobre no sólo había la carta, también se encontró nuestra púa, la cogí con cariño en mi mano.

Yo también deseo que nuestros caminos se vuelvan a encontrar.

Noches de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora