Final.

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Simón.

Sentado al borde de mi cama, lloraba desconsolado, en mi mano izquierda sostenía la carta con la que Abi se había despedido de mi y con mi mano derecha apretaba con fuerza la púa que le regalé el día que le pedí ser mi novia.
Me dolía que lo nuestro hubiese acabado para siempre, por mi culpa, por haberme dejado llevar por mis inseguridades y miedos, en lugar de haber creído todo lo que Abi me ha demostrado.
Me odiaba, ahora mismo me detestaba a mí mismo, por haber dañado a la persona que más quiero, por haberla perdido, por haber cometido el mismo error dos veces.

¿Cómo era tan estúpido? Era cierto que los humanos somos los únicos que tropezamos dos veces con la misma piedra, pero esta vez no sólo he tropezado, también he caído de boca.

Abi había marchado, y no tenía idea de dónde ha ido, y quisiera ir tras ella, pedirle perdón, rogarle que se quedase conmigo, pero soy consciente de que es tarde y que ni siquiera sabía si ella se encontraba en Madrid.

—¿Puedo pasar? —me dice Isaza tras la puerta, con cara de haber llorado y con una carta en mano.

—Pasa. —Le contesto, limpiando mis lágrimas.

Isaza con pesadez cruza mi habitación, y se sienta a mi lado al borde de la cama.

—Camila se ha ido... Me ha dejado esta carta... Y por lo que veo, no se fue sola. —me dice con tristeza.

—No, no se ha ido sola... ¿Tienes idea de a dónde? —Le pregunto, por si no es demasiado tarde y podemos ir a por ellas.

—No lo sé Simón. —me contesta con algo de desespero. —Fui un completo estúpido, esto me lo busqué solo, no debería de haberme peleado con Pedro y tendría que haber hecho las cosas bien con ella desde el principio. —se lamenta, desahogandose.

Abrazo a mi amigo, dandole consuelo, Isaza no ha hecho las cosas bien, pero sé de sobras que se había enamorado de ella.

—¿Qué te pasó a ti con Abi? —me pregunta.

Entonces ahora soy yo quien me desahogo, y le explico a Juan Pablo lo que anoche me dijo Rocío, el sueño, mis miedos, la discusión de esta mañana.

—Has cometido una gran estupidez, pero creo que tenemos que ir a por ellas... Esto no puede quedar así. —me anima Isaza.

—Pero no sabemos donde están, ni a donde van, ni si siguen en Madrid. —Le respondo, nada convencido de su idea.

—Villamil seguro sabe algo. —me dice Isaza, y tiene sentido, Abi le cuenta todo, pero sé que a mi no me dirá nada, después de lo de hoy, sé que me costará que Villa me perdone.

—Seguro que si, pero después de lo que ocurrido, Villa me va a mandar al carajo. —Le contesto.

—Dejame a mi. —me dice Isaza y sale de la habitación.

Me quedo solo otra vez, me estiro en la cama, y me quedo mirando al techo, con la mente en blanco, no quiero pensar en nada, Villa no le va a decir nada, y en el caso que le diga, ¿como vamos a encontrarlas? El aeropuerto es enorme, y hay un buen trayecto hasta allá.

—Simón, ¿Cómo estás? —me pregunta mi madre que acaba de entrar a la habitación y se sienta a mi lado.

—Me siento como una gran mierda, la perdí mamá. —Le contesto, lo más sincero que puedo.

—Ay Simón —me acaricia el pelo—¿No hay solución? ¿Has intentado hablar con ella? —me pregunta.

Le contesto negando con la cabeza, y me vuelvo a echar a llorar, sé que si la llamo no me va a contestar, y es que parece que no estoy luchando, simplemente me rendí en esta guerra donde hay un claro ganador.

Noches de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora