Habían pasado dos semanas desde que Minho se había quedado en lo de Taemin y desde ese día prácticamente se había instalado en la casa del joven, solo volvía a su hogar cuando él tenía que quedarse en el instituto a trabajar. Su madre ya había reforzado dos veces la comida del menor y Choi tuvo que prohibirle un tercer refuerzo cuando empezaron a caérsele las cosas de la heladera. En la escuela trataban de comportarse lo mejor posible, pero no lograban contenerse muy bien. El castaño no dejaba de provocarlo ni un segundo. Miradas, caricias, mensajes... cualquier medio era bueno para insinuarse y el morocho ya había utilizado varias veces sus privilegios para poder ir a algún recóndito lugar del colegio sin que los encontraran. Ya habían bautizado casi todos los espacios del lugar, salones, laboratorios, baños y hasta la terraza. Ninguno se había salvado. Aun con su descaro, disimular era algo que lograran muy bien, ni los más avispados se daban cuenta que pasaba. En el instituto también les había ido bien, respetaban mucho más el lugar solo porque era el trabajo del morocho, pero no podían evitar lanzarse miradas matadoras cuando se cruzaban. Aún no habían tenido clases de tutoría juntos y faltaban dos semanas más para eso, pero cuando empezaran no sabían cómo iban a manejarlas. Finalmente tanto Baekhyun como Minho habían tomado a Taemin como profesor, aun cuando ambos eligieran especialidades diferentes a la suya. El instituto entero hablaba de ellos como los dos nuevos prodigios a causa de esto y se sentían un poco avergonzados.
Ya era jueves por la tarde, estaban en su última clase del colegio, el alto y Key estaban tratando de hacer el último ejercicio de matemáticas, pero el castaño no dejaba de mirar para atrás cada treinta segundo, aun no entendía como el resto no se daba cuenta lo que pasaba. Al principio el de mirada felina se sentía muy mal con la relación de los chicos, pero en el último tiempo se sentía más molesto que triste. Eran realmente insoportables, especialmente Minho.
-¿puedes dejar de hacer eso? – cuestiono molesto el morocho
- ¿hacer qué? – pregunto sin entender a que se refería, al final del aula Lee dormía con una gorra sobre su cara, se veía tan bien con su ropa de cuero que no podía sacarle los ojos de encima.
-ESOOO... eso que haces a cada segundo – lo tomo del hombro para que se pusiera derecho mirando al escritorio – te juro que la cara de Lee no cambio en los últimos 10 segundos... podemos concentrarnos en el ejer... - pero antes de terminar su frase el alto se encontraba nuevamente mirándolo – MINHOOOOO- grito y todo el salón se puso a verlos, incluso despertó a Taemin que lo miraba con odio. El castaño hizo un ademan pidiéndole disculpas y se puso a hacer la tarea. La noche anterior el níveo se había quedado trabajando en el instituto toda la noche, por lo que no había dormido nada.
-Lo despertamos – se lamentó y Kibum estuvo a punto de volver a gritar, pero se contuvo.
- Si terminamos esto puedes pasar toooooda la tarde con él, ahora podemos concentrarnos... - La verdad era que ese día tampoco iba a poder estar con él hasta la noche, su madre le había pedido ayuda en su casa y Lee tenía que hacer unos trámites, pero igual su amigo tenía razón, tenían que terminar eso.
- Es verdad, lo mejor va a hacer terminar los ejercicios – decidió que no era necesario contar todo los detalles, de cualquier forma lo vería a la noche. Estuvieron alrededor de quince minutos haciéndolos y terminaron. Era una suerte que Key fuera tan brillante, porque con lo distraído que estaba el alto lo más probable es que sin su ayuda ya lo hubieran castigado.
El timbre sonó y el castaño salto de su asiento. Tenía todo arreglado para poder irse, el plan que seguían era simple, salían separados y se encontraban al otro lado del colegio, jamás los veían y podían besarse con libertad. Minho siempre iba con el resto y Taemin era el que se escabullía, aun no sabía cómo hacía para que no lo vean, pero tenía muchas rutas de escape para eso.
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ChoiLee del odio al amor (2min)
FanfictionEl niño corrió por el extenso y oscuro pasillo como si su vida dependiera de ello. Tratando de escapar de lo que él pensó que era último bastión de esperanza que le quedaba. Había recibido el golpe de gracia en el peor momento posible y de la person...