*al llegar de hacer las compras, notaste que habías dejado la puerta trasera abierta, y que el pequeño Hawk no estaba. Asi que saliste a buscarlo*
—¡Hawk! ¿dónde estás, gato del demonio?—exclamé ya algo cansada de estar buscándolo.
Tras unos minutos de búsqueda, pisar un charco con pantuflas y una repentina llovizna, decidiste entrar a la casa
Ya volverá, siempre lo hace.
Estaba por sentarme en el sofá de la sala, cuando el timbre de la casa sonó. Suspiré frustrada y caminé hasta la puerta. Al mirar por la pequeña mirilla de la puerta, me encontré a un hombre con Hawk en brazos. Le repartía mimos y besitos de forma muy adorable, mientras que el gato los aceptaba gustoso.
Maldito gato, se deja manosear por cualquiera y a mi me arranca media mano si quiero tocarlo...
Abrí la puerta, haciendo que el hombre me mirara y sonriera de inmediato.
—Hola ¿este pequeñín es tuyo?—exclamó mientras le hacía cosquillas en la panza.
—Sí, gracias por traerlo.—el hombre asintió mientras lo bajaba y el gato entraba a la casa—. Eres el nuevo vecino ¿verdad?—asintió nuevamente con una leve sonrisa.
—Clint Barton, un placer conocerte.—me extendió la mano, la cual acepté gustosa.
—____ Rider, el placer es mío. Pues... bienvenido al vecindario. Si necesitas algo, aquí estoy.—
—Gracias.—rió—. No quiero comenzar con los pedidos pero... el camión de mudanza aún no llega y no tengo ni una misera silla en casa ¿podría quedarme contigo un rato hasta que mis cosas lleguen?—
—Sí, claro.—lo dejé entrar.
Clint entró y se sentó en el sofá, casi al mismo tiempo que Hawk llegaba y se subía a su falda.
—Creo que le caigo bien a este amiguito.—exclamó sonriente mientras Hawk jugueteaba con su leve barba, haciendo una escena muy tierna.
Bueno, el gato no es el único al que le caiste de maravillas...
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