*Mirabas una película junto a Peter cuando, por tu falta total de disimulo, el chico noto cuánto lo observabas.*
No puede ser tan lindo...
Pensaba una y otra vez mientras observaba al chico frente a mi comiendo galletitas y llenándose de migas la remera.
—¿pasa algo?—Peter me miró con curiosidad.
—¿por qué?—
—Porque me estabas mirando mucho.—soltó confundido.
—No, nada. Es sólo que...—señalé su ropa llena de migas—. Aún no sabes comer.—me excusé.
—Que menso...—reí ante aquello.
—Déjame ayudarte.—
Sacudí levemente la ropa de Peter, quitando todo rastro de migas.
—Gracias...—le sonreí.
El rostro de Peter se iba tornando rojo poco a poco, haciéndome imposible controlar mis ganas de besarlo. Tomé el cuello de su remera y lo acerqué rápidamente a mi, uniendo nuestros labios. Peter tardó un poco en reaccionar, pero finalmente llevó sus manos a mis mejillas. Cuando mis manos pasaron por su pecho, un suspiro nervioso escapó de sus labios y junto a eso, un grito de mi papá resonó en el lugar.
—¿¡qué están haciendo!?—Steve nos miró horrorizado—. Esas son cochinadas, niños.—
—Papá...—bufé frustrada.
—Deja a los niños tranquilos.—Tony apareció detrás de mi padre con una inmensa sonrisa—. Sólo jugaban.—
—Tú no te metas, eres una pésima influencia para ellos.—el genio se llevó la mano al pecho ofendido.
Miré a Peter, quien estaba completamente aterrado. Sonreí antes de besar su mejilla y guiñarle un ojo, indicándole que todo estaría bien.
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