—¿qué diablos es la semana de la dulzura?—Preguntó la bruja.
—Oh, es una semana en la cual la gente le regala a sus seres queridos un bombón a cambio de un beso, pero yo lo veo como una cruel estrategia de las empresas para que los idiotas gasten su dinero en golosinas.—comí un poco de yogurt—. ¿por qué la pregunta?—
—El señor de la tienda de la esquina me dijo que esta época es perfecta para confesar los sentimientos más puros del alma.—reí.
—Sólo quería hacer que compraras golosinas...—la miré—. ¿las compraste?—la chica sonrió avergonzada mientras levantaba una bolsa llena de dulces—. Ay, Wan...—sonreí—. ¿a quién se las darás? ¿quién es el afortunado?—
La chica se puso sumamente nerviosa, para luego tenderme la bolsa y apartar la mirada.
—Feliz semana de la dulzura, ____. Tú... me gustas mucho.—
Aquello me tomó por sorpresa, pero sonreí de inmediato. Tomé el rostro de la chica y besé sus labios con ternura.
—Tú también me gustas, bombón.—
Wanda sonrió ampliamente frente a aquello, abrazándome emocionada.
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