El recorrido al museo de ciencias naturales estaba por acabar, sólo nos faltaba recorrer el tercer piso del lugar y volveríamos nuevamente a la escuela. Durante todo el día, había sentido la para nada discreta mirada de Hank sobre mi. Aquello me ponía más que feliz, pues me hacía pensar que mis sentimientos podrían llegar a ser correspondidos.
Llegamos a uno de los ascensores, cuando Scott leyó algo en un pequeño cartel.
—¿"máximo de 8 personas"? Pues supongo que dos tendrán que quedarse a esperar.—
Rápidamente todos subieron al ascensor, dejándonos a Hank y a mi afuera.
—Malditos... hasta Charles se fue, pensé que al menos él se quedaría conmigo...—soltó Hank algo avergonzado.
—¿acaso soy una mala compañía?—
—¡para nada! Tú eres maravillosa.—reí ante lo nervioso que se había puesto.
—¿crees que soy maravillosa?—el ascensor se abrió nuevamente.
—B-bueno... Sí...—ambos subimos al pequeño cubículo de metal.
Algo insegura, besé la mejilla del chico.
—Pues yo también creo que eres increíble.—
El rostro de Hank se tornó levemente rojo mientras las puertas del ascendor comenzaban a cerrarse.
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