*Tony te desafía a seducir a Steve a cambio de una de sus motos de colección. Accediste con gusto, pues eras una gran amante de sus motocicletas, pero lo que no sabías es que Steve te tenía ganas desde hace un buen tiempo.*
—Entonces, sólo para aclarar. Si yo consigo besar a Steve ¿me darás la Harley Davidson roja?—
—No voy a darte una moto increíble por un beso pedorro. No, yo dije SEDUCIR.—frunci el ceño.
—No puedo enamorarlo, Tony ¿cómo le diré después que sólo hice eso por una motocicleta? Sería despreciable. Un beso, por otro lado, es... aceptable.—Tony bufó.
—Bueno, tú ganas.—sonreí—. Peeero, con arrumacos.—suspiré.
—¿Quién le dice arrumacos hoy en día?—
Salí del salón y me dispuse a buscar a Steve.
—Hola, agente.—Pietro me dedicó una sonrisa mientras salía de la cocina.
—Hola, mocoso veloz ¿viste a Steve?—
—Está en la cocina tomando un café.—señaló el lugar por donde acababa de salir.
—Gracias.—el chico me guiñó un ojo antes de marcharse.
Suspiré profundamente antes de entrar a la cocina.
—Steve.—el hombre levantó la mirada de su café y me sonrió.
—Buenas tardes, ____ ¿quieres acompañarme?—señaló su taza.
—La verdad, vengo a confesarte algo...—el hombre me dedicó toda su atención—. Desde hace un tiempo... he estado sintiendo algunas cosas por ti.—
La verdad... eso no es del todo mentira.
El hombre se quedó unos segundos mirándome fijamente, haciéndome sentir bastante incómoda. De pronto y sin previo aviso, se puso de pie y me besó sin titubear. Sus manos bajaron a mi cintura y la presionaron firmemente mientras me guiaba hacia la barra de la cocina. Sus brazos se posaron a ambos lados de mi cuerpo, manteniéndome totalmente inmobilizada.
—Yo también siento cosas por ti, ____. Desde hace mucho tiempo...—susurró muy cerca de mis labios, haciendo que una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo—. ¿quieres que probemos una cosa?—sonreí frente a aquello.
•○•
—¿de verdad te dijo eso?—preguntó Tony llevándose una mano a la boca. Asenti—. ¿y tú qué le dijiste?—sentí mis mejillas arder.
—Eso es clasificado.—Tony sonrió.
—Pillina.—golpeó levemente mi hombro—. Bueno, una apuesta es una apuesta.—me tendió las llaves de la moto.
—¿sabes qué? No la quiero.—el hombre me miró sorprendido.
En ese momento, Steve pasó por el lugar.
—Hola, Tony... Hola, ____.—me dedicó una de sus hermosas sonrisas antes de seguir su camino.
—Ooooh, ya veo ¿para qué montar una motocicleta si puedes montarte en eso?—lo golpeé—. ¡auch!—
Bueno, no se equivoca mucho...
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