39* Fingir Ser Fuerte

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Quise llamar a Juanpa. Pero siempre que agarraba el teléfono, lo dejaba de vuelta en la mesita de noche.

Eran las 3:25 de la madrugada, Arisbeth dormía en la cama del lado de la ventana. Yo estaba sentada en la orilla de la cama que había abandonado Danna. Apenas podía respirar, sentía ganas de llorar, pero no lo hice. No lloré, me hice la fuerte, no quería llorar por alguien que se había ido sin siquiera decirme nada.
Y ni siquiera me había llamado o enviado algún mensaje. Y yo me moría de ganas por hacerlo, pero no, yo era más fuerte que eso.

Me levanté de la cama y caminé hasta la puerta de la habitación. Me quedé indecisa por algunos momentos, pero al final abrí, y salí. Caminé por el hotel, y bajé hasta el jardín. No sé si era mi idea, pero todo se veía más opaco, más triste, más solo.
Me senté en una banca, ahí, sola. Más sola que nunca. Pensando en Juanpa, en qué estaría haciendo. O qué estaría pensando cuando se fue.

Escuché unos pasos acercarse. No volteé a ver, porque en realidad no me importaba.

Rix se sentó a mi lado, lo miré por el rabillo del ojo, él me miraba a mí. Mi cuerpo rogaba por un abrazo, tenía una fuerte necesidad de sentir amor, de sentir cariño, de sentir que le importaba a alguien.

-Lamento todo lo que pasó -Dijo Rix.

-No lo sientas, no es tu culpa.

-No es culpa de nadie, hacía días que se sentía esta tensión ¿sabes?

Lo sabía, también la había notado. Pero no le había dado importancia porque como todo, pensé que pasaría.

-¿Sabes por qué se fue? -Pregunté refiriéndome a Juanpa.

-No en realidad, pero creo que necesitaba pensar.

-¿Pensar? Eso nunca acaba bien ¿sabías?

-Si piensas que él va a terminar contigo, estás muy equivocada, Juanpa realmente te quiere, nunca le brillaban los ojos al hablar de una chica como le pasa contigo.

-El amor se acaba ¿sabes?

-El verdadero no, jamás.

Volteé a verlo, y nuestras miradas chocaron.

-¿Siempre es así? El amor, digo ¿siempre pasa este tipo de cosas?

-Claro, nada es fácil en esta vida, pero en ustedes está luchar el uno por el otro, ambos se quieren y no pueden separarse al primero tropezón.

Volteé a nuevo al frente.
El problema es que eso no se sentía como un tropezón. Se sentía como si hubiera caído en un vacío y no pudiera salir de él nunca más. No importaba lo que dijera Rix, porque yo sentía que había perdido a Juanpa y a todos mis amigos. Que nadie iba a querer volver a hablar conmigo, confiar en mí ni mucho menos contarme lo que les pasara.
Porque aunque nadie lo dijera, todos sabían que era mi culpa lo sucedido.

Cuando ya sentía que no podía hablar, no podía respirar, y no podía ver por las lágrimas amenazando con salir. Me levanté de la banca, y caminé de vuelta al hotel.

Rix venía detrás de mí. Yo entré en el ascensor y presioné el número de mi piso. Las puertas comenzaron a cerrarse pero Rix alcanzó a llegar y las detuvo con la mano.
Subió conmigo, se paró frente a mí, y yo traté de evitar su mirada a toda costa.

Rix detuvo el ascensor. Yo volteé a verlo entonces, él me miraba con tristeza en sus ojos, tristeza profunda.

-No tienes porque fingir que eres fuerte, no frente a mí.

Fueron sus palabras. Esas palabras que me hicieron romperme ahí mismo. Rix me abrazó, me dio un muy fuerte abrazo, justo lo que necesitaba. Nos sentamos en el piso, yo seguía llorando, sollozando, él me acariciaba la cabeza con una mano, y susurraba cosas en mi oído. Pero yo no le entendía, porque no podía dejar de llorar de esa manera.

(...)

Abrí los ojos lentamente. El sol entraba por la enorme ventana, lo que me hizo cerrar los ojos de nuevo. Me dolía la cabeza, me dolían los ojos, los sentía hinchados y pesados.

La noche anterior, había llorado hasta quedarme dormida, y Rix me había llevado a mi cama. Lo que me hizo darme cuenta que todavía, y en medio del caos había gente buena que me servía de soporte para no dejarme caer hasta el fondo.

Cuando al fin pude abrir los ojos, miré una bandeja con comida en la mesita de noche, no había comido ni cenado el día anterior. Y el estómago me rugía. Así que tomé la bandeja y la acomodé sobre mis piernas. Recargando mi espalda en la cabecera de madera.

Miré una notita debajo del vaso de jugo de naranja, y la saqué. Era de Arisbeth, reconocía su letra.
La notita decía:

"Deja este desayuno, es mío... mentira, te lo puedes comer, sabes que aunque no lo diga mucho, te quiero, iugh, acabo de decir que te quiero, ahora tengo que decir algo cruel para seguir siendo yo, espero que el desayuno te haga daño y no salgas del baño en 3 días :)"

No pude evitar sonreír. Aris era una amiga bastante buena a su manera. Yo así la quería, y sabía que, aunque ella no lo dijera, también me quería, nos quería a todos.

Terminé mi desayuno, me duché, y salí de la habitación.
Afuera, en la sala, estaban los que quedaron:
Mi hermano, Stacy, Aris, Dany, Mau, Mauco, Ro, Mario, Sebastián, Christian, Saak, Rix, Fer, Bully y Daniel. El resto se habían ido, de algunos lo entendía, de otros yo no tenía idea de por qué se habían marchado.

-Bueno -dijo Dany levantándose cuando llegué a donde ellos -Aris, Valen y yo vamos al Times Square, Mario, Stacy, Mau, y Bully, quédense en central park, Mauco, Ro, Christian y Daniel, vayan a Manhattan, Saak, Rix Y Fer, van a la estatua de la libertad, nos vemos aquí a las seis, ¿estamos?

Wow, no había visto a Dany tan motivado desde que habíamos llegado a Nueva York.

Cada quien fuimos al sitio que nos había tocado ir. Dany iba feliz, riendo, me abrazaba y me demostraba que no le importaba lo que había sucedido. Eso de alguna manera me hizo sentir mejor.

Pasaron las horas y seguíamos sin encontrar a Karime. Yo estaba agotada, me habían comenzado a doler los pies, no nos habíamos sentado a descansar para nada. Aris y yo íbamos quejándonos, Dany iba hasta adelante, sin ganas de detenerse, burlándose de nosotras por ser tan débiles, yo iba detrás de él, y Aris detrás de mí.

Entramos a un callejón angosto, y Dany se detuvo de golpe, haciendo que yo chocara con su espalda, y Aris con la mía. Intenté empujar a Dany para que avanzara pero no lo hizo, volteé a ver su rostro y estaba pálido, totalmente helado, mirando al frente, yo nunca lo había visto así...

Buscando La Manera Para No Enamorarnos [Juanpa Zurita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora