No lo digas por favor...

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No lo digas por favor...

–Andrea se aferraba al cuerpo de Samuel, mientras sentía cómo su interior se contraía, sintió un cosquilleo por todo su cuerpo al sentir los brazos de Samuel rodeándola para pegarla más a su cuerpo, él enterró su cabeza en su cuello, mientras explotaba en ella, sus respiraciones eran agitadas, lo que habían sentido había sido mágico, pero ¿cuánto duraría esa magia?, Andrea se aferró a él sintiendo un remolino de emociones, Samuel cerraba los ojos aun sintiendo el sabor de Andrea en sus labios, ella poco a poco se fue despegando de él, sus miradas se cruzaron y Samuel junto su frente, ella pudo ver que su mirada ya no era la misma, le dolió ver reflejada un poco de culpa, así que cerró los ojos, para no romperse frente a él, para no demostrarle que lo que para él pudo a ver sido un error para ella fue maravilloso, sus lágrimas empezaron abandonar sus ojos, él con ternura las limpió con su pulgar, acarició nuevamente su golpe, quería decirle tanto, pero no podía había algo que se lo impedía, no podía continuar así, quería de nuevo poner esa barrera, quería olvidarse que lo que acababa de pasar había sido lo más maravilloso del mundo pero no podía, y eso lo hacía sentir frustrado, Andrea abrió los ojos, sintió culpa por haber sido tan débil, y no porque se arrepintiera de lo que había pasado, sino más bien porque algo tan especial no tenía que estar manchado por la duda, y es que podía ver en los ojos de Samuel, que dudaba de ella, que a pesar de haberse entregado en cuerpo y alma el dudaba de su amor y eso no lo podía soportar–

Samuel – Andrea –su voz temblaba, ella lo miró con dolor, se imaginaba lo que iba a decir y no lo quería escuchar, no esta vez, no cuando ella pudo sentir su entrega, no cuando había pasado un momento perfecto, no cuando su corazón aún se sentía desbordado por lo que había sentido– esto no... –ella colocó su dedo, su mano temblaba, tenía unas inmensas ganas de llorar, de gritarle, de decirle que esto era real, que lo amaba cómo nunca imaginó que lo haría, pero su voz no salía su corazón latía con fuerza–

Andrea – no lo digas por favor –suplicó en un hilo de voz, Samuel bajó la mirada, no podía verla a la cara y no decirle que la amaba, no podía verla y no desear de nuevo hacerla suya– para mí fue magia –pudo decir, su voz se quebró, se separó de él sentía que si se quedaba un momento más a su lado iba a romperse, él la vería destrozada, así como muchas noches había estado–

–Andrea se acercó a la orilla ante la mirada atenta de él, no podía creer que el sueño hubiera durado tampoco se sentía destrozada. El sentimiento de Samuel no era diferente al de ella, minutos antes se sentía en la gloria y ahora era el hombre más infeliz del mundo, y es que no podía creer que esa mujer lo hiciera sentir así, no podía creer en ella, pero sus besos, sus caricias parecían tan reales, ¿cómo podía fingir tan bien? Se preguntaba extrañando sus besos, su corazón pedía a gritos ir tras ella, perdonarla, decirle que no importaba el daño, que a pesar de todo la amaba, pero su mente no lo permitía, le recordó una a una las palabras de Cayetana diciéndole que Andrea e Irina habían planeado todo, la risa burlona de Leonardo y el enfrentamiento de Andrea con Sofía, no podía solo olvidar, algo no se lo permitía, enfocó de nuevo con su mirada a Andrea quien terminaba de vestirse, ella se giró y lo observó, él pudo ver dolor en su mirada, y le rompió el corazón dejarla ir así, se moría por abrazarla, besarla y quizá hacerla de nuevo suya. Ella al no ver ninguna reacción en Samuel decidió girarse camino decidida hacía el caballo, no quería verlo, sentía unas ganas enormes de reclamarle, de gritarle de golpearlo hasta que entendiera que lo amaba con toda su alma, cómo nunca pudo amar a Rubén, y cómo nunca amarán a otro hombre–


–Irina terminaba de subir al auto sus maletas, suspiró con pesar al observar la casa, no podía creer que su madre la había echado, Fer solo la observaba, la pequeña se sentía mal por ver a su madre tan triste–

Quiero que VuelvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora