Está muerta...

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Está muerta...

–Erika observó a Pablo confundida por las palabras de Samuel pero no permitió que se alejara así que lo tomó de la mano, él la observó molesto, estaba furioso de eso no había duda o mejor dicho celoso–

Erika – ¿le pasó algo a Carlitos? –el rostro de Pablo se suavizó ante la pregunta de ella–

Samuel – él está bien, pero necesito que me hagas un favor –Erika de nuevo frunció el ceño sintiendo como Pablo también se tensaba–

Erika – si dime ¿cuál? –observó a Pablo intentando decirle demasiado con una simple mirada, mirada que el esquivó–

Samuel – te voy a enviar una dirección necesito que en ella estés tú y lleves a un cardiólogo pero por favor tienen que ser personas de tú confianza Erika, esto es muy delicado y necesito de tu ayuda –Pablo observaba atento el rostro de Erika mientras intentaba escuchar lo que Samuel pedía–

Erika – está bien Samuel, yo consigo lo que me pides pero ¿estás bien?

Samuel – si, yo estoy bien, te envió la dirección y te veo en un par de horas –después de decir eso termino la llamada–

Erika – necesito –observó a un Pablo aun molesto– hacer un par de llamadas y salir

Pablo – sólo te habla Samuel y sales corriendo detrás de él –comentó furioso, Erika giró los ojos fastidiada suspiró tomando paciencia–

Erika – no pienses lo que no es Pablo –se acercó a él, su tono de voz era dulce– la persona que quiero en mi vida eres tú –le dio un ligero beso en los labios– es sólo que si escuche a Samuel alterado, y bueno lo que me pidió no es normal

Pablo – ¿qué te pidió? –preguntó en tono duro pero ya menos molesto–

Erika – un cardiólogo, me va... –su celular sonó avisando de un mensaje– ya me envió la dirección

Pablo – no voy a dejar que vayas sola –Erika dibujó una ligera sonrisa–

Erika – nunca pensé decir esto pero me encanta los hombres celosos –se acercó de nuevo a los labios de él besándolo–

Pablo – no soy un hombre celoso –dijo separándose del beso, ella levanto una ceja– bueno no lo era, es sólo que sé lo que tú sientes por Samuel

Erika – y vuelve la burra al trigo, yo por Samuel no siento nada, si me gustaba como te pueden gustar muchas cosas, pero eso no quiere decir que lo ame –acarició el rostro de Pablo–

Pablo – ¿estás segura? –Ella asintió– Erika yo no quiero que estés conmigo a lo mejor por compasión, o por...

Erika – Cállate que me vas hacer enojar –tomó su rostro acercándolo al suyo– yo estoy contigo porque a tu lado me haces sentir la mujer más feliz de esta tierra –él sonrió– y no quiero que me acompañes, no porque no confíe en ti o porque quiera estar a solas con Samuel –sonrió al decir lo último y ver el rostro de Pablo– sino más bien porque no podemos dejar a Rosita sola

Pablo – porque siempre piensas en ella –susurró ahora él en sus labios–

Erika – porque estoy enamorada de los dos –besó sus labios con ternura–



–Cayetana esa noche lloraba sin cesar era eminente que todo lo malo que había hecho en la vida le empezaba a pasar factura, y es que en qué momento se convirtió en la mujer egoísta y dejo de ser la madre que daba la vida por sus hijas, veía con dolor todo a su alrededor, el lugar era espantoso, todo se encontraba sucio y desarreglado, la imagen de su padre suplicándole que no lo dejará en ese asilo se vino a su mente, ¿en qué momento pensó que su padre estaría mejor lejos de ella? Se hacía una y otra vez la misma pregunta sin tener una respuesta, analizaba su vida, cerraba los ojos queriendo revivir esos recuerdos hermosos de cuando sus hijas eran pequeñas, de cuando su familia era perfecta y ella era feliz, pero poco a poco las cosas fueron cambiando, pero no todo era su culpa se repetía una y otra vez, Ignacio la dejó de amar y ella creyendo en el amor para toda a vida–

Quiero que VuelvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora