Puede ser una trampa...

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Puede ser una trampa...

–Esa mañana decidieron que saldrían a desayunar a un restaurant infantil, las hermanas del Junco junto a sus hijos, se fueron a primera hora para disfrutar una mañana al lado de sus pequeños, sus esposos dijeron que las alcanzarían, los dos pusieron de pretexto que tendrían algunos pendientes que hacer relación a trabajo–

Sofía – Flaca me siento tan feliz por ti –Andrea le mostraba su mano emocionada enseñándole el anillo que Samuel le había dado–

Andrea – ay Sofi yo me siento como en las nubes –suspiró mientras le hacía muecas divertidas a la pequeña Betty–

Sofía – ¿y cuándo será la boda?

Andrea – no hemos puesto fecha, queremos que pasa la intervención de Carlitos para poder decidir los tres una fecha

Sofía – me gusta, de seguro la güera también pensará en boda

Andrea – ¿crees? Digo para Irina eso no era algo muy importante

Sofía – las mujeres siempre decimos eso, pero al final de cuentas nos derretimos por una boda

Andrea – sabes –tomó un poco de jugo– me siento tan feliz, que me da un poco de miedo

Sofía – no pienses eso –le tomó su mano con cariño– mírame –Andrea la observó– desde que llegó Arturo a mi vida y decidimos formar nuestra propia familia, no ha día que no agradezca a dios por su infinitas bondad, pensé que no podía ser más feliz y llegaron ustedes de nuevo a mi vida –los ojos de Andrea se cristalizaron–

Andrea – ay Sofi –se acercó a ella para abrazarla– yo desde que llego la cabrita loca soy feliz –Sofía sonrió separándose del abrazo–

Sofía – quien lo iba a decir, que tenía que aparecer ella con –buscó con la mirada a Fer– esa hermosura y nos ilumino la vida

Andrea – todavía no me perdono el haberme alejado de ellas, el haber permitido que tú te alejaras de mi vida

Sofía – ya perdónate hermana, porque para que seamos realmente felices tenemos que perdonarnos –Andrea frunció el ceño se levantó de prisa hacía donde estaban los pequeños– ey Flaca ¿Qué pasa? –Tomó a Betty en sus brazos–



–Cayetana lloraba sin cesar mientras Leonardo le mostraba un video donde aparecían sus nietos jugando en un restaurant de comida infantil–

Cayetana – por favor Leonardo no les hagas nada –suplicó con terror de lo que les podría hacer–

Leonardo – eso no depende de mí señora bonita, sabes –acarició el rostro de ella haciendo un gesto de compasión– yo sé que aunque no lo digas tú debilidad es esa chiquita

Cayetana – ¡No Leonardo por favor! ¡No le hagas daño! –Él sonrió con maldad–

Leonardo – lo sabía, y es que es tierna y dulce, lastima de los padres que tiene, sabes mi señora bonita, si tú me lo pides te la puedo traer aquí, así ya no te sentirías tan sola

Cayetana – ¡NOOO! –Gritó con desesperación– ella tiene que estar al lado de sus padres

Leonardo – yo lo sabía que esos mocosos te iban a doblegar, ya se te olvido lo que te hizo la muerta de hambre de Alma y el poco hombre de Ignacio

Cayetana – ellos no tienen la culpa, por dios Leonardo no los lastime

Leonardo – con una condición –extendió su mano ofreciéndole una pluma– que firmes estos papeles –Cayetana tomó la pluma con desespero–

Quiero que VuelvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora