¡Una hermanita!

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¡Una hermanita!

–Don Felipe sonrió al observar a sus nietas entrar a su habitación, los ojos de sus nietas estaban cristalizados, pero en su rostro se dibujaba una enorme sonrisa, no podían creer que la vida les estuviera dando una segunda oportunidad, se acercaron a él cada una tomo una mano, no podían hablar tenía un enorme nudo formado en su garganta–

Irina – ¡Perdónanos! –Suplicó con su voz cortada, las lágrimas corrían por sus mejillas–

–las dos sintieron como su abuelo apretaba sus manos con fuerzas, los ojos de él también estaban cristalizados–

Andrea – te amamos abuelo –acarició su rostro con ternura limpiando sus lágrimas– queremos que nuestros hijos te conozcan, los llenes de amor así cómo lo hiciste con nosotras –Irina se limpió las lágrimas que escurrían por sus mejillas–

Irina – queremos que estés con nosotras, te necesitamos –su voz se quebró– la vida sin ti es muy complicada –él dibujó una pequeña sonrisa– ¿nos vas a permitir estar a tu lado –él asintió, Andrea e Irina se abrazaron a él–

Andrea – ya verás abuelo que con nuestros cuidados, pronto te pondrás bien –acarició su rostro con ternura– cómo te extrañe mi viejito


Una semana después...

–Don Felipe día a día se estaba recuperando, dos días después de que había despertado se lo pudieron llevar al rancho Alcázar, y cada tercer día le daban terapia para que pronto pudiera recuperar la movilidad en sus brazos y porque no hasta en sus piernas, las del Junco lo cuidaban se pasaban la mayoría del tiempo a su lado, intentando consentirlo, los niños se acercaban a él, tanto Fer como Carlitos todos los días le rogaban cuando sus madres no los veían que se apurara a hablar, y es que los pequeños se morían porque él les contara un cuento–

Fernanda – ¿qué haces Carlitos? –Observó a su primo quien con los ojos vendados entraba a la habitación del abuelo–

Carlitos – mañana es mi intervención y aunque Erika dice que no es una operación en sí, yo quiero saber dónde están las cosas del abuelo si me quedó ciego –Don Felipe negó intentando hablar–

Fernanda – no vas a quedar ciego Carlitos –le quitó la venda– recuerda que será la fiesta de Rosita en un mes y tú serás el príncipe –sonrió haciéndole un gesto– Carlitos y Rosita Uuuuuuiiiiiiii –Carlitos frunció el ceño molesto pero después sonrió–

Carlitos – Rosita es bonita, pero Melania –Fer sonrió de forma traviesa– ¿será que puedo tener una novia en el rancho y otra en la escuela –Fer negó inmediatamente–

Fernanda – no Carlitos –observó al abuelo– ¿verdad que eso no se puede? –el general negó sonriendo, esos niños siempre que los tenía cerca le sacaban una gran sonrisa–

Carlitos – ¿Qué traes ahí Fer? –la pequeña sonrió, sacó detrás de su espalda una rebanada de pastel de Fresa–

Fernanda – Sole me dijo que era el preferido del abuelo –observó a su abuelo y este asintió– a lo mejor si le damos algo que le gusta, el decide hablar –Carlitos negó–

Carlitos – no quiero romper tus ilusiones prima, pero eso no funciona así –observó a su abuelo– o ¿sí? –el General levantó los hombros en señal de no saber–

Fernanda – vamos a darle –observó a su abuelo– pero eso sí, tienes que hacer el esfuerzo por hablar, mami dice que tus poemas eran muy lindos –hizo un puchero–

Carlitos – y las historias de guerra que me tiene que contar –observaron a su abuelo– vamos, abuelo el esfuerzo

Fernanda – Carlitos pero es bisabuelo

Quiero que VuelvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora