Te necesito en Nueva York

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Te necesito en Nueva York

–Soledad se encontraba en la cocina preparando el desayuno, cuando Erika se acercó a ella, Soledad le dio una sonrisa–

Erika – ¿puedo ayudarte?

Soledad – no es necesario, tú eres invitada, aparte curaste a Pablito

Erika – eso sí que fue complicado, Pablo es un poco testarudo

Soledad – la vida de él no ha sido fácil –Erika tomó un cuchillo y ayudo a Soledad a picar la fruta–

Erika – me imagino, por lo que pude hablar con él, ama mucho a Rocio

Soledad – Rocío fue una gran mujer –observó a Erika– le dio lo más hermoso y valioso que Pablo tiene y fueron muy felices hasta antes de su enfermedad

Erika – Rosita es una niña muy dulce

Soledad – eso es gracias a Pablo aunque el diga que es por Rocío, Pablo es un gran padre

Erika – de eso no tengo duda, aunque un poco testarudo –la puerta de la cocina se abrió–

Soledad – por dios muchacho –Erika se giró–

Erika – debes de estar en reposo –hizo un lado lo que estaba haciendo y se acercó a él–

Pablo – no puedo estar acostado todo el día –Erika observó su celular para luego fruncir el ceño–

Erika – son las ocho de la mañana –se colocó a un lado de él para que Pablo se apoyara en ella–

Soledad – si tenías hambre solo nos hubieras dicho

Pablo – sabes Sole que no estoy acostumbrado a estar sin hacer nada

Erika – pero es por tu Salud –después de que lo ayudó a sentar tomó en un plato un poco de fruta–

Pablo – gracias –le dio una sonrisa– no pensé encontrármela aquí

Erika – anoche ya era un poco tarde, Arturo propuso que lo mejor era quedarme

Pablo – fue lo mejor –ella le dio una ligera sonrisa–

Erika – ¿cómo te sientes? ¿Tomaste tus medicinas a la hora que te correspondía?

Pablo – ni mi madre me controlaba tanto –Soledad sonrió al escuchar el comentario–

Erika – te tomas las cosas muy a la ligera, ni los niños son tan testarudos –Soledad acercó a Erika un plato con frutas– no yo...

Soledad – debería de dejar de ser testaruda y desayunar con Pablito –Pablo observó a Erika haciendo una mueca–

Pablo – Sole tiene razón, estoy segura que usted no ceno anoche

Erika – vaya ¿te preocupas por mí? –dibujó una pequeña sonrisa al decirlo–

Pablo – estoy solo regresándole el favor

Erika – pero recuerda que el favor no fue para ti, yo lo hice por Rosita

Soledad – ajá si por Rosita –comentó en voz fuerte, el rostro de Erika se puso rojo inmediatamente– perdón

Pablo – ay Sole, mejor dime como están la señorita Irina

Soledad – se ve triste, pero bueno está con Flavio y su hija estará bien y a todo esto ¿Dónde está Rosita?

Pablo – se quedó durmiendo, a noche no pudo dormir, estaba preocupada por mí y cuando me levanté a tomar el medicamento –observó a Erika quien levantó sus pulgares– se despertó

Quiero que VuelvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora