Capítulo 23

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Es un fantabuloso miércoles y yo estoy que me pican los deditos por escribir así que vamos allá

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Las horas pasaban, no tenia como saber el tiempo pero sin duda ya había transcurrido mucho, las coyunturas de mis manos estaban ardidas y ni hablar de los horribles espasmos ocasionados por las heridas, el dolor de cabeza era terrible, necesito salir de aquí, no sé cómo pero tengo que salir de aquí.

Escucho el sonido de la puerta al ser abierta, en el tiempo que aquí llevo Natalia me ha dejado sola y hasta ahora nadie había vuelto a entrar, estoy segura que es mejor así, ¡Dios! que horrible es sentirse así de desesperada y no poder hacer nada.

-¿Cómo te sientes muñeca?-cuestiona la Rata acercándose a mí.

No le contesto, solo lo miro, no sé qué hará pero no me da nada de confianza.

-Puedes hablarme, no te voy a herir, al menos no como piensas.

-¿Por qué me trajo aquí?, yo nada tengo que ver en todo esto, solo me dejo con una mujer traumada... ¿Qué le hice para que me dañara?

-Nada, tú no me has hecho nada.-se mueve de lado a lado en ese pequeño espacio, es un hombre mayor con pintas extrañas y aterrantes- un poco asquerosas- posiciona la mirada en mi y sonríe de manera maliciosa acercándose aun más, me toma de la barbilla con brusquedad y puedo sentir su aliento en mi cara- No me has hecho nada, pero Marco...Marco sí y resulta que tu de alguna forma pareces importante para él.- me suelta y se aleja un poco- tengo que confesarte que no eras mi primera opción, yo quería traer a la niña, secuestrarla y hacerme de varios millones, ya sabes nunca es mucho dinero, pero esta tan malditamente custodiada, ahora tú por otro lado eras una alternativa más fácil, con sus contras pues dudo que paguen, pero siempre puedo estar equivocado y confiar en que seas algo relevante a lo que sacar provecho.

En este momento estoy molesta y asustada por la situación, sin embargo me alegra ser yo quien pase por esto y no Alessia, dudo que saquen algo de tenerme aquí, no soy nada para Marco así que me estoy casi dando por muerta. Estoy débil por la pérdida de sangre, adolorida por los cortes y bastante enojada por la situación.

-¿Te quedas callada?

-No tengo nada que decir, sé que no me ayudara así que no gastare fuerzas en suplicar.

-Aguerrida me salió la muchacha- dice campante mientras se ríe.

-¿Dónde está mi mamá?-pregunto al recordar la amenaza tacita que me ofreció en la camioneta

-No lo sé- comenta con total sinceridad, sin duda eso me toma por sorpresa. Esta evaluándome

-¿Cómo que no sabe?, me dijo que si no venia... ¿Dónde está?- me entran unas ganas incontenibles de llorar.

-No, de verdad llorar no te servirá de nada, tu mamacita debe estar en tu casa, yo que voy a saber, no le ha pasado nada, no a costa de nosotros al menos. Fue solo una mentira piadosa para sacarte más rápido de la estación.

--¿Por eso me cuenta todo esto?... por favor quiero... yo... necesito salir de aquí- suplico en voz queda.

-Honestamente, dudo que lo hagas- sentencia.

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El teléfono no ha dejado de sonar, estar atento a cualquier cambio es necesario, Mercedes, la madre de Diana me llamo hace exactamente 12 horas, no sabía de ella. Luego de llamar a sus amigas, yo era su última opción, saber que está desaparecida y que nadie sepa su paradero me aterra, sabemos que la han estado siguiendo pero todo se había controlado, en este momento solo tenemos como pista que probablemente desapareció cerca de la estación de metro colindante a su universidad.

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