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Capítulo 22

Aún o termina el día y aquí estoy yo cumpliendo con mi deber

les dejo el Capitulo para que disfruten...

nos leemos abajo 😘

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Mis latidos incrementan, no de buena manera, él no debería estar aquí, ¿qué quiere de mí? Mis nervios me traicionan, no puedo correr, no hay donde. No puedo gritar, nadie me escucharía. El tren ya comenzó su recorrido y todos los transeúntes están dentro de sus vagones, en las pantallas indican que el siguiente arribara en 3 minutos más- quien diría que tres minutos se convertirían en una eternidad- No sé qué hacer o que hace el aquí, solo presiento que no es bueno.

-Te lo pongo de esta manera, si vienes conmigo tú mamá se salva- Siento como se me baja la presión, mi cuerpo deja de producir sangre y se convierte en un tempano de hielo.

-¿Dónde está? ¿Qué le ha hecho?, por favor no le haga nada, iré donde sea solo no le haga daño.

-Muy bien Dianita- ¿Cómo sabe mi nombre? -vamos-me dirige hacia la salida de la estación con un agarre mortal y cuando bajamos las escaleras que colindan a la avenida principal veo una camioneta negra aparcada, me empuja hasta llegar a ella y nos adentramos al asiento trasero.

-Quien diría que tendría a la zorrita de Marco tan cerca- dice mientras se lame de manera asquerosa el labio inferior- lástima que no me obsequio un regalito tan exquisito, déjame decirte que ya sé de donde sacaste tu belleza, tu madre... uff esa mujer hizo que se me apretaran los pantalones, aunque pensándolo bien ahora ya podre disfrutar y al 2x1.

>>No es de caballeros golpear a las damas, pero bueno yo no soy un caballero- no ha terminado la frase cuando siento un dolor punzante en la nuca y todo se oscurece.

La sensación de ahogo incrementa, abro los ojos para encontrarme empapada y fría, acabo de recibir un baldazo de agua, miro a mi alrededor, estoy en una habitación, es oscura no logro ver mas allá de un par de metros, intento movilizarme pero no hay manera tengo las manos atadas tras mi cuerpo y mis pies están pegados a las patas delanteras de la silla con ayuda de unos sunchos.

-Ya despertó- escucho que informa una voz masculina, la voz de la Rata.

-Bien, déjanos solas- demanda una segunda voz que proviene de alguien a mis espalda, una mujer.

Se toma su tiempo para rodearme, camina lento como si pensara que decir, pero desprende una seguridad aterradora, su mirada colisiona con la mía y no me agrada lo que veo, tiene una expresión lunática.

-Así que tus eres la famosa Diana, no te ofendas pero a mí me pareces muy ordinaria- dice de manera despectiva.

No sé si debo hablar, pero me arriesgo porque tengo muchas dudas.

-¿Quién eres?

-Ya mi Marco debió hablarte de mí, soy su esposa, Mucho gusto mi nombre es Natalia, Natalia Arjona de Giacondi- me regala una sonrisa siniestra y me ofrece la mano para luego carcajearse cuando se percata que no puedo devolverle el gesto.

-¿Por qué estoy aquí?

-Niña, Porque no me gusta que ninguna sarnosa este cerca de mi marido, ¿Eres estúpida?- medita, divaga y luego coloca su vista por sobre mis hombros, se aleja a mis espaldas y mi posición no me permite ver lo que hace, pero escucho objetos metálicos y se me hiela la sangre, tengo miedo, tengo mucho miedo.