Llegue de la universidad en la noche, no salude a mi madre, solo me limite a entrar a mi habitación y recostarme en la cama.
-Por favor si hay algún ser divino escuchando mi petición, pido tengas misericordia de mi dolor hazme fuerte, ya no quiero hacerle daño a mi mamá-pedí mirando el techo de mi cuarto con lagrimas a punto de salir por mis parpados- por favor, por favor, por favor....- y así lo seguí repitiendo como mi mantra hasta caer en un sueño profundo.
Me desperté por los rayos del sol entrando por la ventada, miré mi celular y me percaté que eran las 10:00 a.m. había dormido sin despertar ni una sola vez y era decir mucho porque desde lo sucedido no podía pegar un ojo sin levantarme gritando gracias a las pesadillas en la noche, me levante y entre al baño, cepillé mis dientes, lavé mi cara y me dirigí a la cocina, mi madre estaba sentada en el comedor sosteniendo una taza de té, aún no me había escuchado.
-Buen día mami- dije, ella salto casi tirando el té.
-¡Diana!.... mi niña que susto me diste, ¿Dormiste bien? No has tenido pesadillas esta noche-dijo con una dulce sonrisa en sus labios.
-Sabes lo extraño como nunca he extrañado a nadie, pero creo que es hora de seguir, no le habría gustado verme de esta manera - articule con voz débil
Mi madre se levanto de la silla del comedor y me abrazo muy fuerte, tenía más de tres meses sin dejar que nadie me tocara, ni que me hablaran, pero en ese momento no podía sentirme más a gusto que en los brazos de la mujer que daría la vida por mí, decidí que por ella intentaría salir adelante.
Me solté de su agarre agradeciéndole haber soportado mi llanto y mi carácter en los último meses
-Diana mírame-la mire a los ojos- nunca será un problema para mi estar a tu lado y cuidar de ti eres mi niña así tengas 99 años, serás siempre mi bebé.
Con esas palabras me anime un poco más, me preparé mi desayuno que consistía en cereal y leche y comí junto a mi madre, se sentía bastante bien retomar mi antigua rutina.
Durante el resto del día me pase en la computadora buscando ofertas de empleo y cursos que pudiera tomar, necesitaba ser como antes, lograr revivir a la antigua Diana y bueno creo que la mejor forma es buscando algo que me distraiga.
Se hizo la hora de ir a la Universidad, me prepare y salí de casa, al llegar vi a mis tres ángeles en la entrada, esas chicas maravillosas que han tenido que soportar constantemente mis cambios de humor y aun así siguen apoyándome. Rebecca knigth una espectacular curvilínea de 1.60 metro de estatura, ha tenido tantos colores en su cabello que no valdría la pena explicar, piel aceitunada y unos ojos oscuros preciosos; Samantha Sellers piel clara, cabello liso y largo hasta la cintura castaño con luces rojizas y ojos color miel, tal vez cuatro o cinco centímetros más alta que la anterior ; Annabelle Russel la barbie del grupo, 1.54 metros de estatura, piel morena, cabello rizado color negro hasta las caderas, es la perseguida del grupo mucho busto y demasiadas pompis no tiene nada que envidiarle a nadie.
Camine hasta donde se encontraban y sin pesarlo las abrace tan fuerte como me fue posible, tal como si fuera la primera vez que las veía en mucho tiempo y la verdad es que así lo sentía.
-¿Diana te encuentras bien?- pregunto Rebecca con cara de preocupación, y quien no la tendría si su amiga que lleva meses sin querer ser tocada o hablar llega de la nada repartiendo abrazos.
-Si, chicas hoy desperté con un propósito de vida, sé perfectamente que no he sido la mejor hija, ni amiga últimamente pero lo quiero cambiar, tengo que pedirles perdón por cómo me he comportado y agradecerles que aún estén aquí para mí.
-Me vas a hacer llorar- aseguró Annabelle con cara de cachorrito.
-Créeme que te hemos extrañado - comento Samantha. Nos abrazamos nuevamente y caminamos juntas hacia el salón de la materia que nos tocaba. Sentía en mí que todo estaba mejorando.
Dentro del salón nos posicionamos en parejas, me senté junto a Becca, mientras que Sam y Belle se encontraban en la mesa de enfrente. Hablé con ellas mientras llegaba el profesor y les conté que estaba dispuesta a encontrar algo que me distrajera, yo soy una chica bastante común me considero la aburrida del grupo y es que somos muy particulares mientras que Becca es muy extrovertida, una chica súper activa, busca siempre algo que hacer, esta muy metida en el mundo de la moda y se conoce a medio mundo. Por otro lado esta Sam ella es la graciosa del grupo, siempre tiene una sonrisa en el rostro aun cuando se siente mal es temeraria y le gusta molestar mucho pero creo que eso la hace fantástica es muy amigable con todo el mundo, hablando de Belle ella pues es la dramática pero juro que sin sus locuras no sabría cómo vivir; cuando la conocí pensé que la odiaría por siempre pero es muy leal en cuanto a las amistades y no la cambiaría por nadie, igual que las anteriores es muy sociable, y llego yo, soy algo así como la seria del grupo, no soy muy sociable y tiendo a desconfiar de todos, no tengo idea como encajo con ellas pero me hace sentir bien a pesar de ser tan diferentes.
Hablándoles de lo que planeaba me estuvieron dando consejos y juro que cada vez me sentía más como la Diana Vital que era antes.
Ese día salimos un poco antes de clases y acordamos ir a un café cerca de la universidad, pedimos y pagamos lo que tomaríamos y nos quedamos charlando tendido hasta que se hizo tarde y recibí una llamada de mi madre preguntando si estaba bien. Por la hora decidimos irnos a casa y tomamos el metro ellas se fueron juntas y yo tenía que tomar otra ruta así que coloque mis auriculares y espere el tren. Luego de 5 minutos empecé a sentirme nerviosa tenía la sensación de ser observada pero giraba a los costados y solo había unas cuantas personas esperando al igual que yo pero nadie me miraba, así fue hasta que tome el tren y fui a casa. Al llegar no le comenté nada a mi madre pues no lo creí importante, sin embargo si le hablé de cómo me había estado sintiendo y que estuve mucho tiempo poniéndome al día con las chicas, ella se alegro pues vio que estaba sintiéndome mejor con respecto a lo de Antonio.
A medida que fueron pasando los días cada vez que salía de la universidad en la noche tenía la misma sensación de ser observada pero si miraba a mí alrededor no había nadie cerca ni pendiente de mí. Llegando a casa me llego una notificación de nuevo correo electrónico al celular, lo abrí y era una citación para una oferta de empleo, a pesar de haber aplicado a muchas no lograba recordar de que trataba esta en especifico. Saque mis llaves y entre a casa; no había nadie le intente marcar a mi mamá y no contesto, me dirigí a la cocina y prepare algo para comer me senté en la sala y encendí el televisor, no sé en qué momento me dormí porque me desperté sobresaltada por el sonido de un cristal rompiéndose.
-Ay perdona Diana no quería despertarte- dijo mi madre mientras recogía los vidrios de un jarrón.
-No importa, la verdad no sé en qué momento me dormí - la ayude a recoger y luego nos sentamos en el sillón - ¿Dónde estabas? No me respondiste la llamada.
-Fui con Amaya y Luisa a la noche retro, te deje una nota pegada al refrigerador.
-No la vi, lo siento... ¿Qué tal fue todo? ¿La pasaste bien?- me agradaba ver como mi mamá también estaba retomando sus amistades, por mi culpa se había alejado un poco de ellas.
-Si la verdad tenía mucho sin salir pero me gusto verlas y sabes cómo es Amaya ya planeando cosas para después.
-Me alegro mucho- comente- ¡Mami adivina!
-¿Qué?- pregunto con curiosidad
-Hoy me llego una citación para una entrevista de trabajo
-Que bueno y ¿Cuándo será?
-Es mañana a las 2:00 p.m.-dije jugando con el dobladillo de mi blusa
-Bueno creo que deberías ir a la cama, es tarde y mañana tienes que estar perfecta para esa entrevista.
Me despedí de mi mamá con un abrazo y fui a mi habitación tome una ducha y luego me fui a la cama pensando cómo me iría en la entrevista del día siguiente.
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Ellipsism [BORRADOR] A LA VENTA EN AMAZON
RomantizmDiana vital se considera una persona feliz, tenía todo lo necesario para llamarse afortunada, pero una llamada le destruyó, alterando su normalidad, cambiando su vida. Marco Giacondi, un hombre duro, amenazante y egocéntrico, que celosamente guarda...