Epílogo

43 2 0
                                    





Caminando por las calles de la ciudad de Salzburgo en Austria, rememoro los últimos 3 meses de mi vida. han sido tremendamente excitantes y productivos, culmine mi trabajo de grado y gracias a los honores que recibí tuve la oportunidad de trabajar junto a el profesor Varick y 2 compañeros mas en una serie de proyectos que abarcaban 3 ciudades de Europa, hoy por hoy nos encontramos en la reestructuración cultural de los cimientos del palacio de Hellbrun, aprovechando el día libre he decidido pasearme pon la ciudad vecina y admirar las magnificas vistas de la estructura postcolonial que ofrecen las casa. Paso por un área más turística que abarca un puente y admiro como algunos jóvenes lanzan pequeñas rocas al rio - dicen que si escribes sobre una rocas tu deseo y lo pides con fé, este se hará realidad en un santiamén-.

Paseo un rato mas y me dirijo a una pequeña confitería donde pido un helado, a pesar del frescor del clima me apetece atorarme en hielo saborizado y disfrutar un rato mas de las maravillosa vista que me sobre coge el alma.

Acaparando una banca del parque dispuesta a la orilla del rio, le escribo a mi mamá para ver cómo va con los preparativos de la boda, resulta que Fabricio se decidió a pedirle, matrimonio y como todo iba tan bien entre ellos no había más que un sí como respuesta.

También hablo con Aarón que dentro de unos meses viajara para visitarme y de paso conocer las maravillas que ofrece Austria.

Estoy feliz de poder compartir con el unas semanas, verlo atreves de una pantalla no es lo mismo que tener el gusto de abrazarlo de frente.

Cuando ya comienza a menguar la luz del sol, decido caminar de regreso al puente y dirigirme al carro de alquiler que estoy utilizando para regresar a donde nos estamos alojando. Paso lentamente y vislumbro a una niña de espaldas. Me quedo sin aliento y me acerco con disimulo tratando de ver su rostro, tiene el cabello castaño y unas preciosas ondas que sobrepasan la mitad de su espalda, está tirando muchas piedritas a la vez.

Cuando se gira por más me quedo sin aliento y comienzo a mirar a mí alrededor. Giro180 grados pero no localizo a nadie conocido.

Camino hacia ella y lentamente me agacho a su lado.

-¿Essi? - pregunto insegura. La niña me escudriña, abre sus ojitos de manera desmesurada permitiéndome apreciar ese gris tan impactante que siempre ha causado estragos en mi cabeza y sin pensarlo suelta las piedritas para apretarme en un abrazo.

-Lo sabía- dice- yo sabía que se haría realidad mi deseo- comenta mientras me mira nuevamente a la cara.

Cuando conocí a Essi tenía solo 5 años, mientras Marco y yo tuvimos esa rara especie de relación ella cumplió 6, cuando todo termino tenía 7 y si mis cálculos no fallan en poco más de 1 semana tendrá 8 años. Ha crecido tanto y se ha vuelto aun más hermosa de lo que recuerdo.

-Tengo que decirle a todos que mi deseo se hizo realidad- me dice mientras intenta jalarme con ella a una cafetería al otro lado de la calle.

-Essi, espera, un segundo. Dime con quién estas aquí- trato de calmarla.

-Estamos todos-dice como respuesta- te extrañaba mucho. ¿Porque me dejaste?- pregunta ya con un abatido estado de ánimo.

-Perdóname- es lo único que logro decir, mientras la abrazo y soporto las lágrimas que quieren salir de mis ojos.

- Prometiste que no te irías, ¿estabas molesta conmigo porque te dije mamá?- consulta aun entre mis brazos, con la voz interrumpida por la presión que ejerce en el espacio entre mi cuello.

-No, Essi, jamás me ha molestado que me lo digas, me hacías muy feliz. Solo sucedieron muchas cosas y a veces los adultos no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor y sin querer hacemos daño a quienes más apreciamos.

-Sí, ya me lo habías dicho antes, en el lago de los recuerdos cuando mi papá me regaño en el auto- recuerda ella.

Asiento y la abrazo un rato más, dispuesta a alargar en lo posible este reencuentro.

-Alessia- escuchamos a lo lejos, cuando vemos como una mujer se acerca casi corriendo hasta nosotras, al estar frente a ella, se queda sien aliento y me mira con los ojos grandes.- Diana, ¡hija mía!

-Aida- digo mientras la saludo con un fuerte abrazo.

Hablamos unos 15 minutos poniéndonos al día con todo, evitando el tema de Marco de manera tasita y les informo que ya debo retirarme, a lo que decaída Essi se despide y Aida me desea una buena estancia.

Al girar pues le estoy dando la espalda a la ruta que debo tomar, me encuentro de frente con el hombre que en casi 2 años no he olvidado, él, que a pesar de todo aun hace que mi corazón palpite a mil kilómetros por hora, con el que sueño noche si, noche también y el que sin lugar a dudas se convirtió en el amor de mi vida.

Dicen que en toda nuestra vida tenemos 2 amores:

Tu primer amor y el amor de tu vida.

Mi primer amor fue y siempre será Antonio Roset

Y el Amor de mi vida es y seguirá siendo Marco Giacondi.

-Diana...-dice acercándose y tocando mi mejilla con el mimo más suave jamás ofrecido, como si estuviera presenciando un milagro.

-Marco...- respondo recibiendo su caricia.

Ellipsism [BORRADOR] A LA VENTA EN AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora