-Capítulo 24- Ya no hay vuelta atrás.

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Fueron tres horas de no saber que ocurría en su habitación, dando vueltas por su sala se preguntaba que era lo que ocurría, algunas veces escucho las sabanas de su cama moverse cuando se acercaba mucho pero de forma inmediata Fuyumi le pedía que se alejara.

Ahora, cuando ya iban por la cuarta hora, Fuyumi hacia su aparición por el marco del pasillo, se veía agotada, su chaleca tenia pequeños hilos disparejos y sus brazos mostraban arañazos.

—¿Te encuentras bien? —pregunto de inmediato levantándose, acercándose a la mujer.

—Sí, Solo fue algo de forcejeo, está demasiado alterado —comento arreglando sus gafas —Trato de escaparse algunas veces pero logre calmarlo, lo que me preocupa es cuando vuelva a darle uno de sus calores —dejo caer su cuerpo sobre el sofá de la sala —Sabes, están cerca de terminar pero...ahora su nivel hormonal debe estar mucho más alto ¿estas seguro de dejarlo aquí? Ahora está dormido, yo puedo...

—Le prometí no abandonarlo, no puedo...no...estoy seguro de que Sabre como arreglarlo —tranquilizo a la mujer —iré por el botiquín.

Con botiquín en mano se aseguro de devolverle el favor a Fuyumi-san, los rasguños solo se centraban en sus manos y antebrazos, líneas finas de color rojo que coloreaban la piel pálida de la chica, con algunas benditas para las más profundas y desinfectante los antebrazos de la mujer estaban relativamente bien, o mejor de lo que su torso lo está.

Le ofreció quedarse un poco más pero ella debía irse, como maestra debía de corregir trabajos, tareas y exámenes, el asintió a sus palabras despidiéndola en la puerta, al momento de cerrarla un nudo comenzó a formarse en su estómago.

Uno, dos, tres, cuatro... así iba la cuenta, estaba de pie frente a la puerta, tenia en su mano temblorosa la llave de su habitación, no, no era capaz, la bajo dejándola caer dentro de su bolsillo; decidió que dormiría en la habitación de su madre, cerro la puerta bajo llave y se dejo caer en la cama de dos plazas.

Cerro los ojos esperando caer dormido y lo logro hasta que el reloj marco las dos y cinco de la mañana.

Rasguños, golpes, jadeos entrecortados; podía escuchar todo a través de la puerta firmemente cerrada, los arañazos eran largos, rasgando la madera, el cuerpo del otro se frotaba contra la madera, empujaba la puerta moviéndola, el pomo se movió un par de veces hasta que el otro entendió que estaba el seguro puesto, todo eso no se detuvo hasta las cuatro, dos horas con el cuerpo agotado, viendo con miedo la puerta, hasta que sintió el cuerpo caer y ya, no más ruidos.

Finalmente a eso de las cinco logro volver a dormirse.

—¿Izuku? —El sol se asomaba en el cielo, las cortinas de su madre se iluminaban por la cálida luz, la voz al otro lado de la puerta sonaba amortiguada pero podía distinguir el tono de arrepentimiento que cargaba —¿Izuku, estas ahí? Yo, yo lo siento, en verdad —era Shouto, pestañeo sintiendo un leve ardor en los ojos —S-Sí me odias lo entenderé, pero, pero háblame por favor —Rogo y él no tuvo el corazón para dejarlo sufrir.

A paso cauteloso se levantó, acercándose hasta la puerta, tomo aire antes de quitar el seguro y abrir, espero que el bicolor le saltara encima y lo estrellara contra el suelo con la violencia de ayer, pero en vez de eso encontró a un joven casi de su misma edad, encogido en si mismo frente a la puerta, con los ojos fijo en el piso, las orejas pegadas al casco y la cola entre sus piernas.

Se acomodo a la altura del otro, en cuclillas observo lo que el flequillo no cubría, sus labios apretados en una mueca dolorosa, sus manos estaban enterradas en sus brazos, dañándole.

Hybrid Pet -Tododeku-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora