Prólogo

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Disclaimer: Seraph of the End (終わりのセラフ). Historia de Takaya Kagami e ilustrado por Yamato Yamamoto.

Parejas: Mikaela Hyakuya x Yūichirō Hyakuya.

Advertencias: Historia con romance homosexual (chico x chico).

Mikaela será dos años mayor a Yuu. (Mikaela 17 años de edad y Yuu 15 años de edad)

Yuu tendrá el apellido Ichinose y Mika el apellido Tepes.

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*Arabesque: Posición de ballet, en la que el cuerpo se apoya en una pierna y la otra se levanta estirada por detrás.

*Grand Jeté: Salto en el que el peso del bailarín se transfiere de un pie al otro, para "arrojar" una pierna hacia el frente, el costado o la espalda y sostiene la otra pierna en la posición deseada al aterrizar.

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Rencontre du coeur, la compañía francesa de ballet clásico, que goza de fama mundial por mostrar los mejores espectáculos y tener bajo sus alas a bailarines de gran talento, tiene como director a Guren Ichinose; un hombre de cabellos azabaches y mirada amatista, conocido por su destreza como bailarín y gran dedicación a su trabajo. Los movimientos gráciles que muestra en el escenario contrastan totalmente con su ruda y tosca personalidad que, además de hacer a muchos dudar sobre su profesión, hizo difícil creer su decisión de adoptar a un joven azabache de ojos esmeraldas y pesadilla de sus cuidadoras, por su hiperactividad.

La adopción de Yuuichirou fue bastante complicada, debido a que Guren no tenía una mujer en su vida que simulara el papel de  madre, y, tampoco es que se mostrara interesado ante ello; razón que comenzó a ser de peso cuando otra pareja se mostró interesada en adoptar al pequeño. Guren se mostró más decidido que nunca al pelear por la jurisdicción de Yuu, pues estaba completamente convencido de que Yuu era justo lo que le faltaba a su vida y que él sería la mejor opción para el pequeño.

Al final, la elección quedó en Yuu, quien, con únicamente cinco años de edad, sorprendió a todos los adultos de la sala al elegir a Guren como su tutor, diciendo "el que Guren no tenga esposa, no lo hace mal padre". El hombre se mostró orgulloso de su pequeño, le extendió el puño como saludo y salieron de ahí tranquilamente, con el menor intentando imitar el andae del otro. 

Sin saberlo, Yuuichirou había tomado la primera decisión más importante de su vida, ya que, al irse a vivir con Guren se vería envuelto en un mundo completamente diferente al que estaba acostumbrado. Creció entre bastidores, admirando la profesión de su padre desde la distancia y, luego de un tiempo de admiración silenciosa e investigación por su cuenta, decidió que incursionaría en el ballet para convertirse en el mejor bailarín.

Desde sus primeras clases mostró gran talento y habilidad para el baile. Tenía gran capacidad para recordar los pasos y sus nombres a la perfección, cosa que parecía costarle bastante trabajo al resto de los niños. Asimismo, poseía una gran flexibilidad y habilidad para llevar a cabo los ejercicios, fue así que, contando únicamente con diez años, comenzó a hacer "arabesques" y saltos como el "grand jeté".  Eso le encantaba; al saltar, dejaba de ser humano, se extendía y volaba amplia y tranquilamente, luego caía, manteniéndose en punta con gracia.

Su maestra, al ver su talento, le recomendó a su padre llevarlo a que formara parte de su compañía, haciéndole la observación de que, a pesar del gran potencial que mostraba el chico, tenía un serio problema con seguir instrucciones. Siempre que se le indicaba hacer algo, refunfuñaba y se quejaba; aseguraba que él ya se encontraba listo para hacer más que eso. Y fueron esas ganas de aprender más y  dominar nuevos pasos, lo que le provocaría un serio dolor de cabeza al de ojos amatistas.

Así fue como, a los trece años, Yuuichirou Ichinose se unió a la compañía Rencontre du coeur, en la que fue muy bien recibido; sobre todo por un grupo de chicos de su edad que tenían muy poco tiempo de su ingreso. Fue de esperarse que comenzaran una relación de amistad entre ellos, que más que parecer amistad, simulaba una hermandad, debido a la forma en que se cuidaban y trataban entre ellos. 

Shinoa, una chica de baja estatura, cabellos lilas y ojos color caoba, poseía una sonrisa siniestra que revelaba los más oscuros y traviesos planes que terminó por autonombrarse: líder del grupo. Yoichi, un joven bajo de estatura, cabello castaño y ojos oliva que, a pesar de su apariencia tierna y frágil, poseía un lado oscuro que le hacía tener una muy buena relación con Shinoa al momento de idear sus malévolos planes. Mitsuba, una chica rubia, no muy alta, de ojos color violeta y de personalidad un tanto testaruda, usualmente resultaba en víctima de las bromas de sus amigos en distintos temas. Kimizuki, un chico bastante alto, cabellos rosados y ojos de color similar, pero que, debido a cierta tonalidad café, complicaba mucho  definir el verdadero color de sus iris detrás de sus gafas.

Todos ellos se habían convertido en bailarines fundamentales para la compañía, ya que contaban con talentos natos que otros solían envidiar. Destacando, sobre todo, el de cabellos azabaches, principalmente en el área de los saltos, como se había observado cuando niño, parecía como si estuviera volando, flotando durante esos segundos en los que no tocaba el suelo.

Un día, en el que nuestro azabache escapaba hábilmente de Kimizuki, después de jugarle una broma bastante pesada, terminó cayendo encima del bailarín número uno. Joven del que había escuchado hablar maravillas a sus compañeras y maestras, refiriéndose a ese chico como "el más apuesto" y "mejor bailarín". Esto le causó recelo y envidia, ya que él daba lo máximo de sí buscando ser el mejor, sólo para enterarse que, Mikaela Tepes ya le había ganado el puesto. 

—¡Hey! ¿Qué estás haciendo? —Se quejó el chico de cabellos rubios, provocando en el otro un fuerte golpeteo en su pecho por parte de su corazón ante el simple hecho de escuchar su voz.

—Lo lamento... —dijo sin pensarlo, mientras miraba con intriga el tono azul de los ojos del contrario.

A pesar de conocer a muchas personas con ese tono de ojos, nunca había visto unos así. Su mente se paseó por sus recuerdos tratando de hacer memoria, para recordar de dónde conocía a ese joven y al darse cuenta de quién se trataba, frunció el ceño notablemente y chasqueó la lengua.

—No es mi culpa que estés como vaca en medio del pasillo —bufó poniéndose en pie con prisas, fingiendo desinterés.

—¡¿Ha?! ¿Quién te crees? —preguntó molesto el de ojos azules, pero antes de que el contrario pudiese responderle, fue interrumpido por la voz de un chico de cabellos rosados que perseguía al azabache.

—¡Maldito Yuu, vuelve aquí!

No hizo falta más advertencia. En un segundo, el de ojos verdes reemprendió su carrera para escapar de su amigo. Sentía el viento golpear su rostro y la adrenalina fluyendo por sus venas, y, a pesar de tener mil cosas mejores en las que pensar, la imagen del chico de cabellos rubios persistió en su cabeza.

Yuuichirou sonrió para sí mismo. Ahora que lo había visto en persona, lo sabía: no había razón para que ese "paliducho" fuera mejor que él

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora