Esto no es un capítulo.

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I M P O R T A N T E

F A V O R    D E    L E E R

Hola, hola mis hermosas shikillas beias. Espero que se encuentren muy bien, de verdad lo espero <3 Porque bueno, ustedes son lo que más adoro en el mundo, ¿Lo sabían?

Yo sé que seguramente al ver esto, pensaron ¡Yei! Ya va a actualizar, pues, no. Lo lamento, como dice el título, esto no es un capítulo.

Aunque como seguramente ya les apareció la notificación, el capítulo, así real, ya está publicado; pero quiero pedirles, que ante de que vayan corriendo a leerlo, se tomen el tiempo de leer esto.

Quiero contarles algo que me ocurrió este 14 de febrero, es algo realmente horrible, que espero nunca les haya pasado y nunca les pase (esto va principalmente a las chicas).

Como muchos sabrán, soy mexicana (soy mujer), tengo casi 18 años y estoy terminando la preparatoria. No sé si sepan, pero aquí en Latinoamérica (y en muchas otras partes del mundo, lo sé) existe mucho la violencia de género. Con esto no me refiero únicamente a discriminación, sino también al acoso sexual, violaciones, entre muchas otras cosas horribles que debemos de pasar las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres. 

El viernes pasado, 14 de febrero del 2020, uno de mis profesores intentó sobrepasarse conmigo. Afortunadamente, no ocurrió, pero faltó realmente poco para que fuera de otro modo.

A continuación se los contaré a detalle, para que puedan juzgar según su parecer, quién es más culpable; si él por intentarlo, o yo por haberme paralizado y no haberlo apartado desde un inicio.

             

Aquel día, iba a ser uno espectacular, al menos así quería que fuese. Desde una semana antes había preparado el vestuario que usaría (un vestido rojo corto, esponjado de la falda, parecía de esos uniformes que usan las chicas en los animes. Estaba en verdad muy mono y desde hacía un tiempo yo me moría de ganas por usarlo).

Durante las primeras horas de clase, todo fue bastante normal, casi aburrido. Un par de compañeros halagaron mi atuendo y un par de amigas me preguntaron dónde lo había comprado. Yo estaba encantada con el vestido y la manera en que se esponjaba al dar vueltas.

Cuando fue el tiempo de receso, corrí al salón de mi mejor amiga, quien no se sorprendió de verme haciendo el ridículo, tan solo rodó los ojos y se resignó (la verdad es que ya le había dicho mis intenciones desde varios días antes, así que, no hizo más que resignarse a tener una amiga tan extraña). 

Un par de amigos más se nos unieron y dimos inicio al intercambio del "grupito gay", como nos hacemos llamar, (yo le puse el nombre jajs).  El tiempo se nos fue volando y antes de darnos cuenta ya era hora de clase, así que con prisas corrí a mi salón. Obviamente, llegué tarde, pero tengo muy buena relación con el profesor, así que me dejó pasar.

Apenas tenía un minuto de haberme sentado, cuando el docente se giró a verme y me dijo:

— ¡Ah! Karin, el maestro me dijo que bajaras por la práctica de laboratorio.

— ¿Yo? —pregunté para asegurarme. Después de todo, no soy ni jefa de grupo, ni subjefa, ni nada. Soy, la estudiante promedio—. Pero, ya nos la había dado el lunes pasado...

— Pues, yo no sé... —se encogió de hombros— a mí solo me dijo ahorita que estábamos comiendo, "ahorita que tengas clase, mándame a Jung, para que le tome foto a la práctica".

— Ah, entonces... ¿Bajo ya, o cuando termine la clase?

— De una vez —dijo, se encaminó a la puerta y la abrió, dejándome salir.

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora