Capítulo 8

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Disclaimer: Seraph of the End (終わりのセラフ). Historia de Takaya Kagami e ilustrado por Yamato Yamamoto.

Parejas: Mikaela Hyakuya x Yūichirō Hyakuya.

Advertencia: Historia con romance homosexual (chico x chico).

Mikaela será dos años mayor a Yuu. (Mikaela 17 años de edad y Yuu 15 años de edad

Yuu tendrá el apellido Ichinose y Mika el apellido Tepes.

Narra Yuuichirou:

Con delicadeza su mano toma la mía, ayudándome a girar sobre mí mismo con lentitud. Estiro mi pierna derecha con sutileza y al momento en que su mirada encuentra la mía suelto un leve jadeo y todo a nuestro alrededor desaparece.

Aprieto con levedad su mano para no caer y al momento en que poso mi mano sobre su hombro, los temblores sesan de manera repentina y son sustituidos por una agradable calidez que inicia desde la punta de mis dedos, llenándome por completo.

Sus ojos fijos en mí impiden que el fuerte sonrojo de mis mejillas desaparezca, al contrario, aumenta conforme la cercanía entre nosotros disminuye.

¿Qué paso seguía? No puedo recordar absolutamente nada, solo puedo sentir la electricidad recorriendo todo mi cuerpo, desde mis dedos, que felizmente rosan los suyos, hasta la última fibra de mis cabellos. 

La música guía mis movimientos, y el me los confirma al tomarme por la cintura con fuerza, para apoyarme al dar dos vueltas sobre mí; debo morder mi labio inferior para callar un jadeo, al sentir la manera en que sus manos encajan a la perfección con mi cuerpo. Mi ser entero tiembla y no puedo pensar en otra cosa que no sea su tacto. Repetimos la secuencia una vez más, yo yendo tras la huella de mis pies, pues nada en mi mente funciona de manera correcta. 

¿Cómo puede estar tan fresco? me pregunto yo al observarle tan tranquilo mientras voy a su encuentro para continuar con la pieza. Dios mío, apenas hemos iniciado y yo ya siento todo mi cuerpo ceder ante su tacto.

Con nerviosismo, busco su mirada y lo veo, en sus ojos azules, que de momento se han oscurecido por lo que parece el deseo, se reflejan un millón de emociones que su rostro se niega a mostrar. ¡No soy el único! A él también parece afectarle y aunque me encantaría creer que es mi cercanía, es una razón imposible; pero sea cual sea la causa que lo tenga así, me da un increíble consuelo, pues no soy solo yo el que tiene las manos sudorosas, el deseo a flor de piel y el corazón latiendo desbocado en la garganta.

La melodía continúa, y por primera vez en todo este tiempo, siento la expectante mirada de los ahí presentes, pero es solo una fracción de segundo, pues sus manos vuelven a sostenerme con fuerza y pierdo toda noción de la realidad. Solo existimos nosotros, su fiera mirada sobre la mía, su ardiente toque al momento de sostenerme y nuestras respiraciones entrecortadas.

-A la derecha -susurra cuando llega el momento de separarnos.

Siento la vergüenza teñirse en mi rostro, ¿se dio cuenta? Dios mío, ¿tan obvio he sido? Y a pesar de la falta de funcionamiento que demuestra mi cerebro, mi cuerpo sigue sus órdenes como si fuera un robot con las órdenes programadas. 

Ambos nos dirigimos al mismo lugar, él levanta un brazo al mismo tiempo que yo, los brincos, las caídas en punta; todos nuestros movimientos coordinados, como si hubiéramos ensayado un millón de veces los pasos y ni yo me puedo creer lo que sucede. ¿Cómo es posible? Solamente he bailado esto una vez en mi vida y fue a escondidas, imitando a los profesionales de aquel entonces, ¿Cómo es entonces que puedo bailar a la perfección? ¿Será él? Me pregunto dedicándole una indiscreta mirada, aprovechando que debo girar la cabeza y le encuentro observándome igual. Los latidos de mi corazón se aceleran y toman mayor fuerza, hasta que se vuelve algo doloroso.

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora