Capítulo 14

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Disclaimer: Seraph of the End (終わりのセラフ). Historia de Takaya Kagami e ilustrado por Yamato Yamamoto.

Parejas: Mikaela Hyakuya x Yūichirō Hyakuya.

Advertencia: Historia con romance homosexual (chico x chico).

Mikaela será dos años mayor a Yuu (Mikaela 17 años de edad y Yuu 15 años de edad).

Yuu tendrá el apellido Ichinose y Mika el apellido Tepes.

Narra Yuuichirou:

– Ven conmigo, Yuu-chan –susurra Mikaela muy cerca de mí, antes de apretar una de mis mejillas y comenzar a caminar al baño, conmigo detrás.

– ¡Hey, Mikaela! –le llamo adolorido, antes de cruzar la puerta de los sanitarios– ¡Eso duele! ¡Suéltame! –gruño al darle un manotazo para que me suelte– ¿Pero a ti qué demonios te pasa? ¡Eres muy tosco! –repito llevando una mano para sobarme el lugar en que me pellizcó; mas antes de que pueda volver a quejarme, siento el modo brusco en que me empuja contra la pared y su aliento chocando con mi nariz– ¿Qué...?

La pregunta flota en el aire, pues antes de que pueda decir otra cosa, sus labios encuentran los míos y comienza a besarme con fiereza, como si buscase devorarme, sin darle oportunidad a mi cerebro de entender lo que está sucediendo.

– ¿Mik...! –intento llamarlo, pero su lengua acaricia mi labio inferior y un escalofrío me recorre el cuerpo entero, impidiéndome pensar en algo además del chico rubio que se encuentra besándome en este mismo instante.

– Yuu-chan –susurra mi nombre al comenzar a pasear sus manos por todo mi cuerpo, llevando una a mi cadera y otra a mi nuca, buscando apegarme más a él, eliminando cualquier espacio entre nuestros cuerpos.

– Mika... –jadeo al llevar mis brazos alrededor de su cuello, cediendo ante el calor y el deseo que comienzan a inundar todo mi ser.

Su mano izquierda, que hasta el momento me sostenía de la cadera, la lleva a mi muslo, para que levante la pierna y la enrolle en torno a su cintura, permitiéndonos estar aún mas cerca.

Mi entrepierna comienza a despertar y mis mejillas a enrojecer, la vergüenza invade mi mente, por lo que intento imponer un par de centímetros entre nuestras partes bajas, pero él lo nota y me lo impide al terminar de acorralarme contra la pared, dejándome sin ruta de escape; en mi mente cruza la idea de empujarle suavemente, pero algo duro roza contra mi miembro por encima del pantalón y lo entiendo.

Él está igual que yo.

Mikaela comienza a descender, sus labios bajan hacia mi cuello, dejando repetidos besos en cada centímetro de mi piel, haciendo que de mi boca escapen jadeos y leves gemidos que intento controlar mordiendo el dorso de mi dedo índice.

– ¡Ahm! –gimo con fuerza al sentir que comienza a succionar la zona de mi clavícula, ¿en qué momento esa parte quedó al descubierto?, el pensamiento es fugaz, pues la lengua del rubio comienza a lamer la marca y nuevamente la muerda, para que se torne aún más oscura– Mika... –le llamo mientras enredo mis dedos entre sus cabellos.

– Yuu-chan –responde con una risa casi imperceptible, mientras se dirige a mi clavícula derecha, para repetir el mismo proceso que con la izquierda, dejando de paso un par de chupetones más en la parte superior de mi pecho.

Mi corazón late con fuerza, casi a punto de salirse y temo porque él llegue a sentirlo. Mis ojos están cerrados con fuerza, hasta el punto en que siento a mis párpados doler, así que intento abrirlos lentamente, pero los dientes de Mika vuelven a hacer presencia, esta vez cerca de mi yugular, por lo que nuevamente cierro mis ojos e intento concentrarme lo más posible en las increíbles y placenteras sensaciones que me invaden todo el cuerpo, como descargas eléctricas que viajan a través de todo mi sistema nervioso.

– Mika... –le llamo inclinando mi cabeza hacia el lado derecho, para facilitarle el trabajo, mas no vuelvo a sentir sus labios sobre mi cuello, en cambio, siento sus manos que me toman las mejillas con dulzura antes de besarme nuevamente.

El beso en un principio es cálido, tierno y puro; pero de a poco en poco nuevamente se llena de intensidad, hasta el punto en que puedo sentir, estamos a segundos de hacer algo más en medio del baño.

– Mika, espera –jadeo intentando razonar y no dejarme llevar por mis impulsos– Mika... E-espera por favor –repito fijando mi vista en el suelo del baño– Mikaela –le llamo utilizando un tono de voz más fuerte, por lo que a regañadientes deja de besarme.

– ¿Qué? –gruñe, pero en su voz se denotan diferentes tipos de matices de deseo, lo que provoca que la sangre se arremoline aún más, en mis ya sonrosadas mejillas.

- E-estamos en un baño –susurro con la mirada viajando de su pecho, a sus profundos ojos azules que me observan con intensidad.

– ¿Y? –deposita un suave beso en mi mejilla, dándome a entender que no está molesto de que lo haya detenido, al menos no tanto.

– A-alguien podría entrar... –respondo cohibido e intentando despejar mi mente de todas esas abrumadoras, pero placenteras sensaciones que me invaden al estar a su lado.

– En este momento, eso es lo que menos me importa, Yuu-chan –repone mostrándome una amplia y amable sonrisa mientras me acomoda un mechón detrás de la oreja.

Mis ojos se abren como platos y quiero grabar en mis retinas la imagen que tengo frente a mí.

Quiero tomarle una fotografía.

Quiero que alguien lo pinte.

Quiero que haya un vestigio de esa sonrisa que cruza sus labios en este momento.

Es una sonrisa totalmente verídica, llena de sentimientos reales, pero, sobre todo; es mía. Yo provoqué que sonriera de ese modo, y eso es lo que más me alegra y gusta de esto.

– Te sonrojaste –burla picando una de mis mejillas, a lo que yo frunzo el ceño y giro mi rostro para que no pueda verme.

– Cállate. Pesado –bufo rodando los ojos, pero antes de poder decir algo más, siento que toma mi barbilla entre sus dedos, para obligarme a mirarlo y una vez me tiene de frente deposita sobre la punta de mi nariz un corto beso– ¡¿Qué..?!

– Parecías querer un beso –responde sin dejar de sonreír.

No tengo palabras, es como si mi voz se hubiese esfumado en el aire, junto con mis pensamientos cuerdos, pues ahora tan solo puedo pensar incoherencias mientras intento emitir sonido que pueda llegar a tener algún significado.

– ¿Te comió la lengua el gato? –pregunta alzando las cejas, totalmente divertido con la situación– ¿O el bailarín?

Mi rostro arde y tan solo puedo desviar la mirada, admitiendo la derrota ante esa última pregunta. 

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora