Capítulo 4

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Narrador omnisciente:

—Podrían explicarme, nuevamente, ¡¿por qué están aquí llenos de moretones, cuando se suponía estarían ensayando?! —El enojo de Guren se podía apreciar claramente en su voz que traspasa las puertas cerradas de su oficina, llegando a los oídos de cierto rubio que se encontraba afuera, esperando pacientemente su turno para hablar con el director de la agencia.

— ¡Ya te lo dije! —exclama el azabache con enfado, haciendo ademanes exagerados con ambas manos—. ¡Si no fuera por él, nada de esto habría pasado!

— ¡Tú fuiste el que me llamó gay! —interrumpe el de cabellos rosados con molestia.

— ¿Y es mentira? —pregunta de manera burlona Yuuichirou mientras se cruza de brazos.

Su compañero lo miró con impotencia, mientras hacía el intento de decidirse por una de las tantas respuestas que le vienen a la mete, pero justo en el momento en que abría la boca para poder defenderse del comentario, el mayor de la sala reclama la palabra azotando ambas manos sobre su escritorio.

— ¡Deténganse ustedes dos! Yuu, no entiendo por qué le haces tanto alboroto a la sexualidad del rosadito —Se queja sobándose las cienes—. Aún no te has definido, bien podría ser que tú fueras el gay —comenta en modo de burla, mientras que su hijo lo mira con los ojos bien abiertos—, o incluso puede que terminen siendo pareja...

— ¡¿Ha?! ¡Por supuesto que no! ¡Nunca andaría con un poste! Mucho menos con uno que usa lentes —gruñe el azabache más joven tratando imaginarse la escena, pero al momento en que su imaginación llega a la parte en que Kimizuki le besa, un fuerte escalofrío le recorre el cuerpo entero, dejándole el rostro pálido.

Sin duda los chicos no son lo mío —pensó el joven azabache mientras se frotaba los labios con el dorso de la mano.

—Tampoco te ilusiones tanto, prefiero a los castaños, que sí tengan autocontrol —bufa el de lentes.

—Oh, ¿algo así como Yoichi? —pregunta Yuu de manera pícara con la única finalidad de molestar a su compañero, que al escuchar el nombre de aquel chico, es traicionado por su subconsciente, sentándose correctamente y sonrojándose con levedad—. ¡Lo sabía! ¿Por qué no simplemente le dices que te gusta? Creo, que también piensa en ti —hace una pequeña pausa para mostrarle una pequeña sonrisa—, pero no solo como un amigo, tú sabes, como algo más...

— ¿En verdad piensas eso? —La emoción siendo palpable en la voz y la ilusión evidente en el brillo de sus ojos—. Si es de ese modo, tal vez le pida que salgamos a desayunar algún día...

— ¡Wow!, ¿hablas enserio? —En el tono del oji-esmeralda se denota la emoción que le causa saber sobre las intenciones del otro.

—Chicos, si van a empezar con ese tipo de homosexualidades y cursilerías, será mejor que sigan en otro lugar —Interrumpe el de ojos amatistas con el ceño fruncido.

— ¡Pero si tú también eres gay! Además de que todo el mundo sabe quién te gusta. Digo, es más que obvio que babeas por...

— ¡Yuuichirou! —Lo reprende su padre antes de que termine su oración, a lo que el menor se limita a rodar los ojos—. Como sea, estamos aquí para hablar de su mal comportamiento y la pelea que tuvieron en pleno ensayo, involucrando también a Mikaela... —Cuando que Guren pronuncia el nombre del rubio le dedica una rápida mirada de advertencia a su hijo, recordándole en silencio que lo único que le había pedido era que no se involucrara en peleas con el de ojos azules.

—Lamentamos mucho lo que ocurrió —Se disculpa el de cabellos rosados inclinándose levemente hacia el frente—. Prometo que por lo que quede de los ensayos, no le molestaremos más con este tipo de problemas...

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora