Capítulo 13

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Narra Mikaela:

– ¿Mika-san? –escucho que alguien me llama, reconozco la voz inmediatamente. Una de las amigas del niñato.

– ¿Eh? ¿Mikaela? –nuestras miradas se encuentran y siento que todo el mundo se congela. El tiempo deja de correr, las voces de las personas suenan lejanas, mi corazón se acelera y siento mi garganta seca.

De un momento a otro siento una creciente necesidad de apartarme del toque de mi novia. El que nuestras manos se encuentren juntas, ya no me resulta una sensación placentera, ni agradable. Tan solo quiero que me suelte y que esos ojos esmeralda dejen de mirar el agarre que tengo con Akane, y en vez de eso, vuelvan a fijarse en mi rostro, específicamente en mis orbes.

– ¿Mikaela? –esta vez es Akane quien pronuncia mi nombre, pero suena tan diferente viniendo de ella que provoca una leve punzada en mi pecho, mas por la expresión que pone Yuuichirou en el rostro, sé que no soy el único que la siente– ¿Quiénes son?
Silencio. No puedo entonar sonido, ya que si lo hiciera, mi garganta se rompería, estoy seguro.

– Mis compañeros –me fuerzo a responder como si nada– Shinoa, Mitsuba, Yoichi, Kimizuki –hago una pausa para mirar al chico frente mío – y Yuuichirou… –conforme voy diciendo sus nombres los voy señalando con la palma de mi mano izquierda abierta– chicos, ella es Akane.

– ¡Ah, vaya! –exclama mi chica emocionada– ¡Al fin nos conocemos, Yuuichirou-kun! Mikaela me ha hablado mucho de ti –su voz es animosa y realmente parece feliz de conocer al susodicho, a pesar de que solo me la paso quejándome de él.

– Oh… –es lo único que él dice, dedicándome una rápida mirada llena de frialdad– ¿Ustedes son…? –la pregunta flota en el aire y no hace falta que la termine, para que sepa lo que intente preguntar.

– Somos amigos –me apresuro a contestar recibiendo una mala mirada por parte de Akane, pero no me contradice, tan solo sonríe– ya que no teníamos más ensayos, decidimos pasar el rato juntos. Por lo que veo ustedes decidieron hacer lo mismo ¿eh?

Shinoa me observa atenta, luego sus ojos viajan a la castaña a mi lado y regresan a mí. Sé que está sacando sus propias deducciones y sé que sabe sobre nuestro noviazgo cuando sin disimulo me indica con la mirada que Akane y yo seguimos tomados de la mano.

Desconozco la razón, pero tan solo hago lo que en este momento me parece mejor. Lentamente suelto la mano de mi novia, mientras con la mirada le suplico a la peli-morada que no diga nada a nadie sobre sus teorías. Ella levanta una ceja, lo que provoca que comience a sudar frío; el ambiente se ha tornado realmente incómodo en un par de segundas y temo que esta chica vaya a decir algo que empeore la situación.

– Sí, nosotros también aprovechamos, y ya que Mitsu tenía ganas de un helado pues… –chace una pausa para sonreír con levedad– como buena novia que soy, no me pude negar a invitarle uno.

El comentario que hace la oji-cobriza me permite soltar el aire que no sabía, estaba conteniendo. Mas al momento en que dice “novia” le hace un especial énfasis, como si me estuviera dando una advertencia.

– ¡¿Pero qué dices?! –exclama la rubia con los ojos como platos– ¡Nosotras no somos novias! –dice un tanto sonrosada.

– Aún –canturrea Shinoa con una sonrisa ladina en su rostro– Mika-san, ¿verdad que Mitsu y yo haríamos muy buena pareja? –al momento en que pregunta se sitúa a mi lado, dándole un leve empujón a Akane con la cadera, a lo que le dedico una mirada fulminante, porque a pesar de lo accidental que se pudo ver su acción, sé muy bien que lo ha hecho apropósito.

– Sí, estoy seguro que sí –digo alejándome de ella– si nos disculpan –me encamino al mostrador con Akane detrás de mí.

– ¿Les molesta si nos quedamos con ustedes? –esta vez es el castaño quien habla, por lo que me giro a observarlo con una ceja alzada.

– ¡Que buena idea Yoichi! –señala Shinoa con una pícara sonrisa– así podríamos conocernos mejor, ¿verdad Akane-chan?

– ¿Eh? Sí, supongo que estaría bien –responde mi novia encogiéndose de hombros sin dejar de sonreír– me gustaría hablar con los otros amigos de Mikaela… Así que por mí no hay problema.

– ¿Tú que dices Mikaela? –cuestiona el chico de lentes, al parecer siguiendo el juego de la peli-morada.

– Como quieran –bufo girándome a mirar a la señorita que se encuentra detrás del mostrador, lista para anotar tu orden– ¿Qué te gustaría? –le pregunto a mi chica, que se apresura a pedir un helado de fresa con chispas de chocolate– y para mí un helado de chocolate.

– De acuerdo, ¿Algo más? –inquiere la señorita con una voz chillona, totalmente contraria a su rostro.

– ¿Ustedes van a querer algo más? –esta vez mi pregunta va dirigida a los chicos detrás nuestro, que se miran entre ellos, antes de responder que no– Así estamos bien, gracias ¿Cuánto va a ser?

Después de pagar y de que nos entreguen los helados, nos sentamos en una de las mesas del lugar a disfrutar nuestro pedido, junto con la bola de pubertos, que no dejaban de discutir por el orden en que quedarían. El resultado final es: Akane a mi lado izquierdo, Shinoa a la izquierda de ésta, luego Mitsuba, el par de gays y Yuuichirou que se encuentra a mi derecha.

– Son muy complicados –espeto, rodando los ojos.

– Oh vamos, Mikaela –dice mi novia observándome con una sonrisa burlona– tú eres igual.

– Claro que no. Yo ya no soy ningún puberto –reprocho comiendo mi helado, recibiendo las miradas asesinas de los mocosos.

– Ni siquiera nos llevamos tanto –gruñe el azabache a mi lado– tan solo son dos años.

– Sí, pero esos dos años sí que hacen la diferencia –respondo limpiándole una mancha de helado de la punta de la nariz– ¿Ves? –le muestro la servilleta, mientras él gira su rostro, totalmente sonrojado, viéndose adorable. – Eres un mocoso…

– ¡No lo soy! –se queja haciendo un mohín– una mancha de helado no representa nada…

– Justo ahora estás haciendo un berrinche – digo sonriendo y picándole una mejilla – eres un mocoso.

– ¡Que no lo soy! –repite con el ceño fruncido, pero antes de que diga algo se cubre los oídos y empieza a parlotear– ¡La, la, la, la! ¡No te escucho! La, la, la, la, la.

– No puede ser –escucho que murmura el de lentes golpeando su frente contra la palma de su mano– ya comenzó…

Mi mirada está fija en el chico de piel morena, en su actitud infantil y en lo tierna que esto me resulta.

Quiero besarlo.

El pensamiento llega fugaz y enseguida desaparece, no me da siquiera tiempo de analizarlo o buscarle una razón; pero es verdad.

Quiero besar al mocoso que tengo frente mío, aunque sé que no puedo, no en este justo momento ni en este preciso lugar.

– Ven conmigo, Yuu-chan –le pido cerca de su oído para que me escuche, antes de tomarlo por la mejilla y arrastrarlo conmigo a los baños del lugar.

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora