Capítulo 15

692 88 17
                                    

Disclaimer: Seraph of the End (終わりのセラフ). Historia de Takaya Kagami e ilustrado por Yamato Yamamoto.

Parejas: Mikaela Hyakuya x Yūichirō Hyakuya.

Advertencia: Historia con romance homosexual (chico x chico).

Mikaela será dos años mayor a Yuu (Mikaela 17 años de edad y Yuu 15 años de edad).

Yuu tendrá el apellido Ichinose y Mika el apellido Tepes.

Narra Yuuichirou:

– Ehh, tomaré eso como un sí –burla con una victoriosa sonrisa en su rostro, mientras que con su dedo índice pica mi mejilla con suavidad.

– Jou –bufo dándole un manotazo para que me suelte– deja de burlarte, e-es normal que no pueda decir nada después de –hago una pausa al sentir mis mejillas enrojecerse– de algo así... –concluyo fijando mi vista en la pared a mi derecha.

– ¿Algo así? –pregunta utilizando su mismo tono burlón– no sé de qué hablas, Yuu-chan.

Mi nombre lo pronuncia con un aire alegre y con tanta naturalidad, que provoca que mi corazón se entumezca y al mismo tiempo comience a latir con más fuerza. Es un sentimiento de inmensa felicidad y tristeza, una ilusión porque siempre me llame de ese modo y el desaliento de saber que las posibilidades de que eso suceda, son menos que encontrarse con un oso polar en este centro comercial.

Un suspiro escapa de mis labios, al momento en que mi cerebro debe aceptar la realidad de que el chico frente a mí, se encuentra en una relación con la castaña que se encuentra afuera, con mis amigos.

– ¿Qué sucede, Yuu-chan? –pregunta inclinando su cabeza hacia su lado izquierdo, buscando mi mirada– ¿Te encuentras bien?

Mis ojos comienzan a humedecerse y la imagen frente a mí a distorsionarse. No me afecta el haberme fijado en un hombre, lo que me afecta es saber que ese hombre, jamás, jamás, se fijaría en mí del mismo modo.

Un primer sollozo escapa de mi garganta, a la vez que la primera lágrima cae, seguida de muchas otras que ruedan apresuradas por mis mejillas, sin ánimo a detenerse en los próximos minutos.

– ¿Yuu-chan? ¿Dije algo malo? –la preocupación es palpable en su voz, lo que me roba una débil sonrisa y disuelve levemente el dolor que se instauraba en mi pecho.

– No, está, está bien –respondo sorbiendo la nariz y pasándome la manga de mi chamarra por los ojos, limpiándome la humedad que dejaron mis lágrimas– tan solo, me recordé de algo, pero, estoy b-b...

Antes de que pueda terminar la oración siento mi cabeza y espalda estamparse contra la frialdad de la pared detrás de mí, en un solo movimiento, carente de cualquier delicadeza.

– No mientas –espeta con el entrecejo levemente fruncido– ¿Fue algo que dije acaso?

Las palabras se atoran entre mis labios y los sonidos en mi garganta, dejándome incapaz de responder; pero es esa misma falta de una respuesta de mi parte, la que le contesta a Mikaela su pregunta.

– ¿Fue la manera en que te besé? –su expresión se ha suavizado y ahora solo puedo observar genuina preocupación– si tú no querías, me disculpo en verdad, fue un impulso y no pude...

– No, no ha sido eso –me apresuro a interrumpir– no me ha disgustado en lo absoluto –sonrío ladinamente– yo también quería que lo hicieras –susurro mordiendo con levedad mi labio inferior.

– ¿Entonces? –se acerca a mí un poco más, quedando a unos escasos cuatro centímetros– ¿Qué ha sido?

Mis ojos se pierden en los suyos; ese precioso tono azul, claro como el cielo, que sé que guarda miles de secretos y tristezas, pero que cada día se esfuerzan por relucir con más fuerza.

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora