Capítulo 28

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Recomiendo estas canciones para la lectura de este capítulo.

Moments - One Direction

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Dusk till dawn - Zayn & Sia

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Narra Yuuichirou:

El suave tintineo de la llave, el rudo tronar del seguro al abrirse, el fino crujir de la madera, el fuerte palpitar de mi corazón, un suspiro entre cortado que escapa de mi boca: la habitación ha sido abierta. En un segundo sus labios nuevamente sobre los míos.

Una ráfaga de aire nos precede al entrar. De espaldas a la habitación entro dando trompicones, él frente a mí goza del control de la situación, a dónde nos dirigimos lo desconozco, mas la verdad es que poco me importa, tan solo puedo pensar en lo bien que se sienten sus labios al besarme con tanta necesidad. Un par de segundos pasan y escucho el sonido metálico del seguro. No hay vuelta atrás; la puerta se ha cerrado y hemos quedado completamente a solos.

Sus manos recorren mi espalda y un escalofrío me hace temblar en sus brazos. Damos zancadas hasta llegar al centro de la habitación, me recuesta sobre la cama de manera rápida, quedando justo sobre mí, para luego despegarse de mí con tanta lentitud que me hace caer en cuenta sobre lo mucho que mi cuerpo necesita del suyo.

– Mika –lo llamo, preso de los nervios sintiendo dificultad para respirar. Mis labios suplican el contacto, así como mi cuerpo entero anhela tener sus manos recorriéndome, pero eso no anula el temor que comienza a emerger desde lo más profundo de mí ser.

Lo necesito a él, pero también necesito a sus dulces palabras.

– Todo va a estar bien –responde, casi como si hubiese leído mis pensamientos– estoy contigo, Yuu-chan… –una dulce sonrisa cruza sus labios y enseguida siento que mis hombros se relajan.

La cama cruje cuando se incorpora para quedar sentado a horcadas sobre mí, permitiéndome una mejor visión de sus acciones. Sus largos dedos se dirigen a los botones de su camisa, donde empieza a desabrocharlos uno por uno, sin apartar su vista de mí, disfrutando claramente de provocar el fuerte sonrojo en mis mejillas.
Me encantaría ser yo el que le quite la prenda.

El pensamiento aparece en mi mente y la sangre golpea mi rostro con mayor fuerza. Pero es la verdad; quiero hacerlo… Quiero ser yo el que lo desnude.

Tomo una gran bocanada de aire con la intención de expresar mi deseo, mas al encontrarme con sus brillantes zafiros, las palabras se quedan atoradas en lo más profundo de mi garganta, la valentía se me escapa en un suspiro y mis dedos, con los que se supondría, le desabotonaría, se congelan. Avergonzado de mi incapacidad, giro la vista a una de las paredes de la habitación, tratando de olvidar la absurda idea que segundos antes cruzó mi cabeza.

– ¿Quieres hacerlo tú? –sus dedos se entrelazan con los míos, devolviéndoles así su movilidad. Mi cuerpo parece resultar independiente de mi cerebro al actuar por sí mismo; sin tener que pensarlo, me siento en la cama para poder quedar frente a frente.

A la luz del reflectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora