Veinticinco

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Angelina

Los días pasaban y me hacían sentir cada vez más impotente e inútil al no recordar nada. Las conversaciones que estuve soñando semanas atrás, no había vuelto a tenerlas. Habían desaparecido por completo de mi mente.

Había intentando de todo con tal de volver a recordarlas, pero nada funcionaba. Tenía que recordar pronto, dentro de poco volveré a la universidad y no quiero estar pidiendo ayuda para casi todo.

¿Por qué volverás a la universidad si acabas de sufrir un accidente? No me quedaré casi seis meses haciendo nada en mi casa. En estas pocas semanas que he estado aquí, me sorprende que no esté claustrofóbica.

Era el segundo día de la semana, después de haber preparado mi almuerzo, me senté en el sillón de la sala a ver televisión. Comencé a a hacer zapping buscando algo interesante que ver, hasta que lo deje en E! Que iban a dar Máster Chef.

Puse la televisión en mudo, en lo que acababan los comerciales, mientras tanto empecé a disfrutar de mi comida.

Como era obvio, estaba sola, mis padres estaban trabajando. En cierto punto estaba feliz de estar sola, era cansado que estén a cada rato preguntándome si estaba bien, si necesitaba algo, si me dolía algo... Entiendo que se preocupen por mi pero no estoy parapléjica, si necesito algo lo busco yo. Para lo único que necesito ayuda es para recordar, no para moverme.

Anteriormente en Máster Chef... Fue  lo que leí en la pantalla. Tomé el control y presione el botón de volumen pero nada pasaba.

— ¿Es en serio?

Bufé dejando mi plato en la mesa, me levanto, me acerco a la televisión y le quito el silencio manualmente. Abro los cajones del estante buscando pilas nuevas. Mamá cuando las compra las guarda aquí.

¿Cómo es que dice el dicho: vine buscando plata y encontré oro? No recuerdo bien lo que dice, el punto es que encontré las pilas pero también encontré algo más.

Tomo el objeto entre mis manos, era un IPhone 7 Plus, frunzo el ceño porque sé que éste es mi celular. ¿Como me di cuenta? Estoy segura que mi madre no usa un cover de brillos. Después del accidente, mamá me dio el suyo porque me dijo que el mio se había estropeado a causa del mismo, ahora me doy cuenta que no es así.

Vuelvo a sentarme dejando las pilas a un lado, presiono el botón de encendido, la pantalla se ilumina pero vuelve a apagarse.

— Ojalá y solo esté descargado – murmuro mientras corro escaleras arriba a mi habitación, busco mi cargador y lo conecto. Espero unos minutos a ver si prende pero solo aparece la manzanita.

Lo dejo ahí y vuelvo abajo a terminar de comer. Hago el intento en ver el programa pero no puedo. No entiendo nada, digo, si mi mamá tenía mi teléfono era porque la doctora se lo había pedido ¿no? ¿Por qué más lo tendría? ¿Acaso me castigó antes del accidente? ¿Si es así qué habré hecho?

Paso la próxima media hora en la sala, buscando mil y una posibilidades de por qué mis padres tenían escondido mi teléfono. Una vez limpié lo que había ensuciado, subí y me encerré en mi cuarto.

— Vamos a buscar respuestas... – murmuro prendiendo el celular. — Por favor, prende – ruego mientras veo la pantalla iluminarse – ¡Si! – chillo de felicidad. Que bueno que solo estaba descargado, porque si estaba dañado tenía que haber salido al centro a que lo revisen, y era un proceso que la verdad no estaba dispuesta a hacer.

Bueno, tal vez si.

Me quedo de piedra al ver la pantalla de bloqueo que tenía. En ella estaba yo recostada de lo que parecía ser el respaldo de una cama, tenía puesto un hoddie blanco, y el pelo suelto. En mi pecho estaba recostado un chico rubio que reconocí al instante, era Jay. Él estaba con una franela negra y tapaba su rostro con una de mis manos, supongo que mi otra mano estaba en su espalda o en su nuca.

Unbreakable LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora