Treinta y tres

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Jay

Te juro por mi vida que te vas a arrepentir de haberle roto el corazón a mi mejor amiga. Y cuando eso pase yo misma me voy a encargar de que no te perdone nunca ¿me escuchaste?

Esas malditas palabras no dejaban de repetirse una y otra vez en mi cabeza. Me estaban volviendo loco. No dormí nada anoche porque la chillona voz de mi prima hacia eco en mi cabeza.

Y no, no me arrepiento de nada de lo que dije anoche.

Buongiorno «Buen día» – saluda la anteriormente mencionada. Venía con ella. Ambas venían vestidas para bañarse en la piscina.

— ¿Cómo durmieron? – pregunta mi madre.

— Bien, tía, gracias – Elle le sonríe y se agacha para saludar a Jeanny. — Hola hermosa

Ambas se sentaron una al lado de la otra, Elle se da cuenta de que las estoy mirando y su expresión de felicidad cambia a una de enojo.

— ¿Se te perdió algo?

— Elle, por favor, no ahora – le dice Angelina. Sin disimulo alguno observo su rostro con detenimiento y veo que sus lindos ojos ya no tenían ese brillo que los caracteriza, y los tenía levemente hinchados.

Le rompiste el corazón.

Ella me lo rompió a mi.

¿Es un juego de ping pong? Si tu me das, yo te doy y fin del juego. No seas imbécil.

¿Estoy hablando conmigo mismo?

— Antes de que empecemos a comer... – papá interrumpe mis pensamientos. — Queremos anunciarles que...

— ¿Van a ser hacer papás de nuevo? – pregunta Elle haciendo que él ría.

— No, la fábrica acaba de cerrar sus puertas, ya es hora de darle espacio a los nietos...

— Hablaremos de bebés después, amor sigue – le dice mi madre riendo

— Si, si. Más que anunciarles, queremos pedirle a nuestro hijo, Jay – lo miro con atención – Que seas el padrino de tu hermana

— ¿Yo?

— Si, idiota. – me dice mi hermano

— Aunque no estamos para nada orgullosos de lo que hiciste anoche – me riñe mi madre – ¿Qué dices? ¿Aceptas?

— Por supuesto – sonrío.

— Bien. Ahora... Angelina – que no sea lo que estoy pensando por favor – Queremos que tú seas la madrina

Demonios.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿No puede ser otra persona? Elle, por ejemplo – digo rápidamente ganándome otra mala mirada de mis padres desde que llegué ayer.

— No, queremos que sea ella – responde mi madre. — Pero si no quieres, Angie, lo entenderemos

Niego con la cabeza mirando a mi padre, lo hacían a propósito, sabían que hice mal en terminarle y ahora quieren "torturarme" para que vuelva con ella.

Unbreakable LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora