Quince

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— No solo tu madre se va a enojar cuando se entere, sino también Jay...

— Elle, sufriré las consecuencias – digo tomando mochila después de haber recibido el té que me daba el Starbucks del aeropuerto de Italia. — Ahora, ¿adónde tenemos que ir?

— A ningún lado, Jay nos encontrará aquí – me dice cambiando hacia una mesa, la sigo y nos sentamos en silencio. — No puede ser, viene con Xavier – dice después de unos minutos mirando sobre mis hombros y rodando los ojos. Yo me giro encontrándome con una mirada seria de parte de Jay.

— Angie, por favor dime que al menos tú mamá sabe que estás aquí – me dice mi novio inmediatamente llega.

Iba a decirle una pequeña mentira pero mi querida mejor amiga se me adelantó. — Disfruta lo que te queda con ella – le doy una buena patada en las piernas. — Auch, eso dolió

— Ese era el punto – le digo mirándola mal.

Jay se acercó y me abrazó. — ¿Qué voy a hacer contigo?

— Amarme como lo has estado haciendo todo este tiempo – le digo abrazándolo con toda la fuerza que tenía. Él se separó y me sonrió antes de besar mis labios.

Cada día que pasa, lo que siento por él se hace más fuerte, es más, a cada minuto (literal). ¿Así se siente cuando estás enamorada? ¿Así se siente cuando has encontrado al hombre con el que quieres pasar el resto de tus días?

— Oigan... Fue un vuelo de nueve horas, ¿podemos irnos? – nos interrumpe. — Estoy cansada

— Eso te pasa por durar todo el vuelo hablando con St... – la patada que le había dado hace un rato me la devolvió con más fuerza. — ¡Eso dolió! – me quejé

— ¿Hablando con quién? – pregunta Xavier mirándome

— Con nadie, vámonos – le responde ella poniéndose de pie y comenzando a alejarse.

— Veo que pasaron varias cosas estos días – me dice Jay tomando mi mano.

— Demasiadas cosas – le respondo – Hola Xav, perdona por no saludarte antes – le digo abrazando a mi cuñado.

— No importa...

Cuando salimos del aeropuerto, nos encontramos con el para nada lujoso auto de Jay — nótese el sarcasmo. Tenía un Maserati 2016 descapotable. Esta familia estaba forrada en dinero.

— La última vez que lo ví era negro – dice Elle mirando tremendo auto que teníamos en frente.

— Ahora es blanco – le responde Jay – ¿Qué esperan? Súbanse

Aproximadamente una media hora más tarde, estábamos en la residencia de Los Martinelli.

— Angie, cierra la boca – se burla mi mejor amiga.

— ¿A esto le llaman casa? – digo saliendo del auto de Jay. Di una vuelta sobre mi sitio mirando el paraíso donde me encontraba.

— Suena más lindo que decirle a alguien que vives en uno de los lugares más lujosos de Roma – me dice Jay riéndose de mi también.

— ¿De dónde sacan tanta humildad? – les pregunto.

— Puede que nosotros tres hayamos nacido en una cuna de oro pero no nuestros abuelos, Angie

— Al menos no lo niegan – murmuro tomando mi mochila. — Yo viviendo en un lugar como este y no me vuelven a ver nunca en la vida

— Lo sabemos – me dice mi amiga entrelazando nuestros brazos. — Vamos, falta mucho por ver

Para que se hagan una idea de donde estoy, imaginen las mansiones en donde vivían las princesas de Disney.

Unbreakable LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora