Unbreakable Love

Treinta y cinco

Let her go | Passenger

Jay

— No quería decir te lo dije pero te lo dije  – me dice mi hermano manejando.

— Cállate – le digo mirando por la ventana del auto.

Mi mayor miedo se estaba haciendo realidad, estaba perdiendo a la única mujer de la cual me había enamorado pérdidamente. Rectifico, la había perdido.

Ahora entiendo la frase que dice no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Yo sabía lo que tenía con Angelina, lo sabía perfectamente pero me deje llevar por el miedo y por los celos, ambos me hicieron una mala jugada y aquí estoy pagando el precio de eso.

— Te dije que hablarás con ella antes de que sea muy tarde – ruedo los ojos y miro a mi hermano – Ahora es muy tarde y no es por quitarte las esperanzas pero veo muy difícil que Angelina te perdone

— Xavier, cállate ¿si? No tengo mente ni humor para escucharte

Comenzamos a subir la colina que daba a nuestra casa y veo un taxi dar reversa y dos siluetas intentaban abrir el portón. Xavier hace sonar el claxon y ambas se hacen a un lado mientras el portón se abre despacio y automáticamente.

Una vez el auto está detenido, bajo de el y camino hacia Angelina dispuesto a hablar con ella.

— Angie...

— No te acerques – me dice aun de espaldas. — No hay nada de que hablar, las cosas quedaron bastante claras entre nosotros

Suspiro rindiéndome y dejándolo pasar por esta noche, mañana o más bien en unas horas volvería a intentar hablar con ella.

Esto no se iba a quedar así. No me iba a dar el lujo de perderla.

Angie

Miro mi atuendo en el espejo de cuerpo completo que había en la habitación y no puedo evitar quedar encantada con lo que estoy viendo. Hoy se llevaría a cabo el bautizo de la pequeña Martinelli, sería en tan solo una hora y media. 

Llevaba puesto un vestido de encaje color rosa pastel, era ajustado, mangas largas hasta el codo y me llegaba unos centímetros arriba de la rodilla, por último tenia una fina cinturilla que resaltaba por su color plateado. Tenía unas zapatillas plataforma negras con un lazo en el tobillo. Me hice un peinado sencillo, tenia un cintillo de piedras blancas; cortesía de la madre de Xavier, y, me había hecho ondas en las puntas con un ondulador, valga la redundancia. El maquillaje es completamente natural, lo único que resaltaba era mi labial rosado claro.

Estaba nerviosa, no era la primera vez que asistía a un bautizo, pero sí era la primera vez que era la madrina del bautizado, o bautizada en este caso.

— Angie, vamos. Esperan por nosotras

Asiento, me doy una última mirada y tomo mi bolso de mano. Junto con Elle salimos de la habitación y bajamos las escaleras. Allí estaban la familia Martinelli Mancini. Sonrío de ternura al ver a mi ahijada con un tierno vestido blanco, la hacia ver más pequeña de lo que ya era.

— Ya estamos todos – avisa Elle.

Cuatro pares de ojos azulados se posan en nosotras, uno de ellos se posa en mi sin disimulo alguno, saben a quién me refiero ¿no?

— Están guapísimas – nos dice el señor Martinelli

— Gracias, tío

— Vamos, nos están esperando – dice la señora Martinelli