IX. No trates de escapar

233 35 0
                                    

Manhattan, Nueva York (2 semanas antes)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Manhattan, Nueva York (2 semanas antes)

Si tuvieses la oportunidad de hacer algo una vez más. ¿Lo harías? Quizás sin que las consecuencias te importen, probablemente vuelvas a cometer los mismos estúpidos errores que te hicieron acabar en esta situación. Pero puede que aquello no te sea relevante, no cuando puedas revivir cada pequeño e insignificante recuerdo, que de alguna manera te hará sentir vivo.

El chico de cabellos rojizos miraba ajeno todo lo que lo rodeaba, este bar en primer lugar ni siquiera iba con él, algunas chicas vistiendo tops diminutos, revelando más de lo que a él le hubiese gustado contemplar, le ofrecían shots repletos de líquido rojo, algunos más oscuros que otros, pero siempre con un toque de vodka o algún otro licor. Una de esas chicas que no debía rebasar más de los 17 años de edad le sonreía, su rostro a pesar de tener aquel tono pálido característico de aquellos que elegían servirles, parecía mucho más...inocente, claro comparado con el suyo, la chica vestía un vestido diminuto de color negro con algunos toques rosados, medias de red cubrían sus delgadas piernas, ella calzaba una especie de botas de combate negras, que se notaba quedaban mucho más grandes en sus pequeños pies, el cabello rubio de la chica de inmediato envió una ola de recuerdos a la mente del chico, el parque central, su hambre creciendo cada vez más, siendo imposible de controlar.

— ¿Algo que te guste, cariño? —Preguntó ella, al mismo tiempo que se acercaba y dejaba cerca suyo la bandeja repleta de bebidas, él no pudo evitar que sus ojos y los de aquella chiquilla se encontrasen, sobre el iris de estos se apreciaba y aunque no al primer vistazo, una especie de recubrimiento grisáceo, lo mismo que les sucede a los cadáveres solo uno o dos días después de su muerte...gris...gris...gris.

Negando con evidente disgusto, rechazó las bebidas que la chica le ofrecía, ella le dedicó una sonrisa antes de continuar caminando por aquel bar.

Este ya no era su sitio, no podía quedarse aquí, no importaba cuanto se resistiera, aun cuando se encontrase atado en la cima del Everest, él siempre encontraría el camino de regreso a ella.

Tomando su chaqueta esta vez del mismo color que su cabello, depositó algunos dólares sobre la barra, el bar tender le sonrió, quizás porque era obvio a donde se dirigía aun cuando solo él supiese de su existencia.

— ¿Te vas? —apenas y había dado algunos pasos cuando aquella voz lo hizo voltear, profiriendo una maldición por lo bajo encaró a la persona que había decidido frustrar sus planes.

—Me gusta hacer cosas como estas —respondió sarcástico—, sabes cuánto amo ser el centro de atención, porque evitaría que todos en este bar de baja categoría se enteren de mi partida.

El chico profirió una sonora carcajada antes de desordenar con ayuda de sus manos, el enredo de cabellos castaños en los que se había convertido su cabello era más que evidente que y como de costumbre, tendría que cortarse una vez más el cabello, a menos que creyera en todas esas ridículas teorías sobre lo que le pasa a un cuerpo después de la muerte y las funciones que este sigue realizando.

Lost Boys: Vampires Will Never Hurt YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora