XX. Has caído

131 21 0
                                    

Una especie de musgo rojizo se encargaba de enmarcar lo que parecía ser un antiguo camino atravesando el bosque

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una especie de musgo rojizo se encargaba de enmarcar lo que parecía ser un antiguo camino atravesando el bosque. Este emitía un sonido similar al que produce pisar fango, podía sentirlo bajo mis pies descalzos cada vez que daba un par de pasos, al hacerlo por debajo del musgo salió un líquido rojizo parecido a la sangre sólo que un par de tonos más claro y mucho menos desagradable.

Detuve mi andar para contemplar el bosque que me rodeaba, se notaba que había caído lluvia recientemente, puesto que por las hojas de algunos árboles se deslizaban algunas gotas y otras tantas se aferraban a sus copas dándoles una apariencia de estar cubiertos por diminutos diamantes.

Inspiré. Todo el bosque poseía un delicioso aroma a tierra húmeda y pinos, la densa neblina terminaba por complementar aquel paisaje boscoso. Hice a un lado mi asombro puesto que no negaba la belleza del bosque. Sin embargo, la temperatura debía encontrarse un par de grados baja, como tal no sentía el frio. Al menos hasta que comencé a tiritar, me abracé a mí misma para aportarme un poco de calor. Entonces noté como los vellos de mis brazos se erizaban.

Palpé mis costados sintiendo el suave tacto de la seda ciñéndose a mi figura, llegando hasta mis tobillos, pero desproveyéndome de la cálida tela en mis brazos. El vestido de color escarlata era de un corte bastante curioso, mostraba un poco más de lo que a mí me hubiese gustado pues justo donde protegía mis piernas, dejaba un corte abierto en el inicio de mi pecho y por supuesto mis hombros y brazos, sin embargo, no me sentía disgustada por estar usando algo así.

Comencé a caminar por el sendero que marcaba el musgo rojizo. Cada vez que pisaba el líquido parecido a la sangre manchaba la planta de mis pies. Las ráfagas de viento enviaban olas de estremecimiento por mi cuerpo, pero no podía quejarme pues aquel hermoso paisaje valía la pena.

La arbolada que separaba el bosque del camino musgoso daba la impresión de haber sido destrozada en algunos puntos, una variedad impresionante de árboles parecían haber sido cortados de un solo tajo, ahí donde marcas de arañazos dejaban al descubierto el interior de sus cortezas.

Este bosque parecía no tener fin, a donde mirase continuaba extendiéndose lleno de árboles mucho más frondosos y altos que los de central park, erigiéndose indómitos y desafiantes contra cualquier pronóstico marcado por la naturaleza. Apresuré el paso, no es que no disfrutase de la vista, pero la soledad sobrenatural del bosque comenzaba a crispar mis nervios, cada uno de mis pasos me guió al inicio de un páramo lleno de rocas, algunas cubiertas del extraño musgo rojo, la neblina se encargaba de ocultar la mayoría, pero otras tantas lograban sobresalir.

Dispuesta a continuar mi camino, me detuve en cuanto escuché un fuerte y gutural alarido cargado de la agonía más estremecedora que hubiese escuchado en toda mi vida. Mi corazón inmediatamente dio un vuelco. Aquel grito no me había gustado nada, más parecía que la persona que lo hubiese proferido estuviese siendo presa de un inmenso e insoportable dolor.

Lost Boys: Vampires Will Never Hurt YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora