XVII. Irrompible

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La idea de usar el metro para llegar a la avenida del parque central cruzó por mi mente mientras me cambiaba de ropa

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La idea de usar el metro para llegar a la avenida del parque central cruzó por mi mente mientras me cambiaba de ropa. El médico con el que Lucy me había llevado resultó ser una especie de súper héroe, pues las dichosas píldoras mejoraron de manera considerable mi estado de salud, tampoco quisiera darle demasiado crédito, pero ya no me sentía tan enferma.

Saqué el móvil de mis bolsillos, y escribí la dirección del parque central (buscando nuevas rutas para llegar), mis posibilidades se reducían al metro atestado de gente o al autobús igual de atestado, pero más lento y con mayores posibilidades de esparcir mi gripe como un virus similar al de las películas de zombis.

Si le daba demasiadas vueltas al asunto jamás saldría del apartamento, así que sin pensarlo demasiado tomé la bufanda purpura del perchero, me enfundé en un suéter de lana gris que, si bien no era de diseñador como la ropa que Lú acostumbra a usar, si cumplía la necesidad básica de resguardarme del frio. Y no es como que el clima lo sea. De hecho, la mañana estaba resultando cálida tanto que quien me mirase en efecto iba a creer que yo era una demente.

Nunca había sido fanática de los leggins sobre todo porque no tengo las curvas para usarlos, si unas piernas bastante largas que más parecen dos palillos sin chiste alguno. Pero incluso con mi falta de trasero y caderas me metí a fuerzas leggins negros. Lo único que necesitaba era cepillar la maraña de cabello azabache y maquillarme un poco para evitar que las ojeras bajo mis parpados resaltasen.

Matt había sido bastante claro en su mensaje enviado esta mañana. Necesitábamos encontrarnos en central park, pues estaba cansado de desayunar directamente desde la bandeja que incluyen los alimentos congelados que él suele consumir cuando está demasiado agotado como para romper un par de huevos. No en un sentido literal.

Aunque a veces tenga deseos de rompérselos a él.

Lucy se había marchado desde hace un par de horas y no tanto porque así lo desease, pero Dawson necesitaba ese detallado informe en el cual había ocupado su tiempo ayer. Miré el interior del apartamento antes de marcharme, necesitaba con urgencia una limpieza a profundidad, pero lo haría después o al menos trate de hacer esa promesa a las manchas de té y el desorden de sartenes en la cocina mientras cerraba con llave.

Central Park lucia igual que siempre; con montones de turistas deambulando en todas direcciones. Ocultando bajo sonrisas nerviosas su miedo ante la gran ciudad.

Matthew me estaba esperando cerca de la entrada, tan sonriente como siempre, la brisa cálida desordenaba sus cabellos rubios casi blancos y de vez en cuando los apartaba con ayuda de su mano.

—Hola, peque. —Sin pedir mi consentimiento, me estrechó en un cálido abrazo.

—Hola —besé su mejilla.

Aparté a Matt, no porque me incomodase del todo la idea de abrazar a mi mejor amigo. Pero creo que nuestra cercanía iba a resultarle perjudicial, a menos que desee enfermarse.

Lost Boys: Vampires Will Never Hurt YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora