XXX. Mind reader

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La boca literalmente me sabia a oxido, como si hubiese decidido posar mi lengua sobre clavos oxidados

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La boca literalmente me sabia a oxido, como si hubiese decidido posar mi lengua sobre clavos oxidados. Temía que, si tocaba mi mejilla lo suficiente, esta se tornaría todavía más azulada debido al golpe. Afortunadamente la hinchazón había comenzado a ceder, no por ello resultaba menos doloroso.

La enfermera parecía concentrada en su labor de revisar mis signos vitales, paseando esa pequeña luz de mi ojo izquierdo al derecho y con un par de dedos sobre mis párpados, evitando tocar el golpe sangrante en mi frente. Ella apestaba a perfume, no uno agradable, este era demasiado concentrado ya había creado un picor molesto en mi nariz, pero no podía pedirle que simplemente se alejara, no cuando estaba tan concentrada verificando que el golpe en cuestión no fuese de suma gravedad de lo contrario tendría que enviarme al hospital más cercano.

Mi tedio llegó a tal punto que comencé a balancear mis pies, pues estos quedaban por sobre el suelo, algo bastante extraño considerando mi altura, logré darle un puntapié a la enfermera, en mi defensa debería decir que, a pesar de su perfume tan escandaloso, mi intención no era la de hacerle daño.

—Bien —reprimió el gesto de dolor y sobre todo sus ganas de asesinarme—, parece que todo está en orden. Aunque después de curarte me gustaría darte un pasé para la sala de rayos x, a veces los golpes internos son los peores. Pero... ¿No te sientes desorientada o sí?

Quizás si me sentía un tanto mareada, pero nada como para alarmar a la enfermera. Negué en su dirección.

—Sólo necesito cerrar la herida —sonrió ante la evidente venganza—, y después podrá irse señorita Lee. —Venganza obtenida, jodida enfermera hija de...

No llevaba ni diez minutos de conciencia y esta enfermera ya quería someterme a más dolor físico. Ella inyectó un poco de anestesia y mientras esta hacia efecto, comenzó a preparar todo lo necesario para suturar la herida en mi frente. Mi mente se encontraba totalmente en blanco de alguna manera olvidé la razón por la que de repente terminé en la enfermería con un enorme hematoma en la mejilla y una herida que requería sutura.

Realmente me sentía desconcertada en cuanto a los sucesos que me habían hecho llegar aquí, pero aquello eran simples nulidades ante la evidente mirada de enfado que Lucy me profesaba y la inesperada presencia de Logan en el pequeño consultorio; este último no había movido un musculo, simplemente permaneció en el rincón más alejado de la habitación, con sus ojos siempre fijos en mí.

—Recuérdame asesinarte en cuanto salgamos de aquí —pidió Lucy, apretando la mandíbula y cruzándose de brazos. Más que molesta la notaba preocupada y... ¿Mordaz?

—Claro —respondí con ironía.

Logan abandonó su postura de estatua y comenzó a acercarse, primero un paso y después dos más. Hasta encontrarse a una distancia aceptable. Lucy dio la vuelta en su dirección como si temiese que él fuese a atacarme o algo peor y le dedicó una mirada que jamás le había visto; algo hostil y despectiva.

Lost Boys: Vampires Will Never Hurt YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora