XXVII. Estropear

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Mis dedos presionaban con fuerza las teclas, una estrepitosa y casi incomprensible melodía salía de este pequeño piano cada vez que mis dedos tocaban la superficie de teclas blancas y negras apiladas de tal manera que se supone debes conseguir un ...

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Mis dedos presionaban con fuerza las teclas, una estrepitosa y casi incomprensible melodía salía de este pequeño piano cada vez que mis dedos tocaban la superficie de teclas blancas y negras apiladas de tal manera que se supone debes conseguir un poco de música.

Jess a mi lado lucía un perfecto moño que, de alguna manera acentuaba cada uno de los rasgos en su rostro. Las ojeras del pasado disminuyeron considerablemente con el correr de los días. La pálida piel fue sustituida por un tono mucho más cálido. De alguna manera, Jess volvía a ser ella misma.

—¿Te estás divirtiendo? —Preguntó, volteando en mi dirección, solo para soltarse a reír ante la imagen que estaba proyectando. No se suponía que fuese a venir con ella a estas clases de música por las que paga casi cien dólares por clase. Pero, para ser honesta, necesitaba toda la distracción que el mundo estuviese dispuesto a brindarme.

Al menos de esa forma no ocuparía el resto de mis días pensando en Logan y su cruel afirmación.

—Sí. —Elevé ambos pulgares en un gesto de aprobación. Y mentí, como he estado mintiendo desde hace un par de semanas. Tratando de convencerme de que nada de lo que Logan haya dicho puede hacerme daño.

Pero incluso yo misma sé que no es cierto. Que sus crueles palabras continuaran haciendo eco en mi mente, recordándome que fui demasiado insignificante para él. Y que mi único objetivo era el de satisfacer sus deseos más bajos.

La profesora que había estado paseando entre las filas observando el progreso de los asistentes al curso, se detiene en la fila donde me encuentro. Dejando caer al instante la batuta sobre la superficie del piano. Obligándome a dar un brinco ante la impresión.

—Si mi clase le resulta aburrida, señorita Lee —mencionó frunciendo el ceño en mi dirección. Como si estuviese fastidiada por tener que lidiar conmigo—, le sugiero esperar a la señorita Adams fuera de esta aula.

Me apresuré a negar en su dirección. No gasté gran parte de mi paga en este estúpido curso, como para que la bruja se decida por echarme solo así. Jess se rio por lo bajo, poco antes de que la profesora la mirara con la misma expresión asesina que a mí.

Debería sentirme miserable, puede que en el fondo mis ganas de llorar sean mucho mayores que mis metas en la vida. Sin embargo, de manera externa pareciera que no iba a caer en depresión. Quizás se deba a mi desesperado intento por mantener mi mente ocupada en otras cosas.

La clase terminó sin mayores contratiempos, no puedo decir que aprendí a tocar el piano como lo haría Mozart o incluso Bach. Pero al menos logré conseguir un poco de paz. Encaminándonos a la parada del autobús, Jess no dejó de hablar acerca de su increíble habilidad para la fotografía y su deseo por tomar fotos en las vegas.

—¿Qué harás esta noche? —Jess me miró insistente, esperando por mi respuesta.

—Probablemente continuar con mi maratón de la miseria en Netflix y ver Submarine o algo así.

Lost Boys: Vampires Will Never Hurt YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora