XIV. Caos

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No recuerdo en qué momento me pareció divertido subirme a la baranda que separaba el camino del East River. Pero como todo en mi vida nunca me detenía a pensar en lo peligrosos que mis actos iban a resultar a largo plazo.

Las personas cruzaban a mi lado tan indiferentes, muchas de ellas simplemente parecían grandes manchas borrosas cruzando a mi lado sin percatarse si quiera de la estupidez que estaba cometiendo al estar de pie aquí donde seguramente caería y únicamente se escucharía mi cuerpo impactando contra el agua.

Mis manos se aferraban con fuerza al metal al menos hasta que sentí como alguien colocaba una mano en mi hombro, acción que me obligó a voltear.

—Ni siquiera pienses que te permitiré saltar —dijo con determinación.

— ¡No estaba pensando en saltar! —espeté un tanto ofendida, él curveó los labios en aquella sonrisa tan...suya.

— ¿Entonces qué haces de pie aquí?

— ¡¿Tú qué haces aquí?! —contraataqué.

Logan apretó los labios, había algo diferente en él. Su cabello parecía más brillante, sedoso. ¡Jesús! Ni siquiera un maldito comercial de shampoo le haría justicia, su piel, aunque ciertamente seguía siendo pálida contaba con un toque que la hacía parecer más la de una persona viva y no un absurdo cadáver, y sus ojos, no había ojeras violetas bajo estos, todo en él era perfección.

—Lo que se supone prometí que haría —posó su mirada en mi—, protegerte —susurró.

—Me parece que el acoso es ilegal —bromeé.

Logan guardó silencio ante mi broma que seguramente no le había resultado nada divertida. Y extendió su mano para que pudiese tomarla y de ese modo me ayudase a bajar de la baranda y estar en un sitio seguro, donde la corriente no me arrastrara con ella. Quizás no fuese tan malo que eso ocurriera teniendo en cuenta con quien me encontraba y es que todo el discurso patético que traté de repetirme frente al espejo perdía todo efecto razonable al estar con el chico que lograba confundirme.

Apenas y había conseguido dar la vuelta para que me ayudase cuando su rostro cambió por completo.

— ¿Soñando con el vampiro bueno? —Sus ojos oscuros lograron helar mi sangre.

—Dorian...—Fue como si alguien me hubiese golpeado con fuerza en el estómago, privándome del aire.

— ¿Acaso me estas siendo infiel con otro "Dorian"? ―Preguntó bajo una risa sarcástica.

Creí que él iba a dejarme caer, pero inmediatamente aferró sus manos en mis hombros, con sus pulgares presionando con fuerza mis clavículas. Y aunque la barandilla aún se interponía entre nosotros no le impidió acercar su rostro a la curvatura de mi cuello y aspirar con tal fuerza que de ser posible mi corazón atravesaría mi pecho debido a los fuertes latidos de los que estaba siendo presa.

—No debería estar permitido tener un aroma tan jodidamente delicioso como el tuyo. —Su aliento helado envió olas de pánico por toda mi anatomía.

No fui consciente de cuán grande era mi miedo hasta que tibias lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas. Volteé por pura inercia hacia el East River, el agua continuaba su cauce, nada parecía perturbarlo. Si la corriente podía seguir, entonces yo lo haría con ella.

Con rapidez sobrehumana aparté las manos que Dorian mantenía en mis hombros. Mi cuerpo de inmediato impactó contra el agua sumergiéndose completamente. Moví los brazos de manera enérgica sintiendo al agua danzar entre mis dedos, inspiré de manera involuntaria y al hacerlo mis pulmones se llenaron de agua. Dos brazadas más que solo conseguían hundirme, agua corriendo a través de mis pulmones en lugar de oxígeno.

Lost Boys: Vampires Will Never Hurt YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora