XXXV. Sin miedo

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Desafiando las órdenes como siempre, él chico de cabello plateado siguió sus corazonadas

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Desafiando las órdenes como siempre, él chico de cabello plateado siguió sus corazonadas. No esperaba que el resto de sus compañeros aceptasen la idea de que fuese a seguir a un vampiro. Pero vamos, hace casi dos meses él ni siquiera hubiese creído en la existencia de esas cosas. El tatuaje en su hombro pulsó con dolor. Una clara señal de que, a pesar de haber burlado las normas de seguridad, ellos se dieron cuenta de sus planes, pero que no harían el intento por detenerlo.

Frotando la marca en su hombro apresuró el paso, si la chica de las botas absurdamente grandes se percataba de su presencia todos sus planes se irían por el desagüe.

Un hombre alto y calvo acompañado por otro demasiado delgado y de rostro demacrado se encargaba de vigilar la entrada del enorme edificio abandonado. La brisa del muelle, así como rastros de arena fina se les metía a los ojos irritándolos, pero no terminando con su convicción. La chica dijo una sola palabra y el tipo calvo golpeó en el concreto, este se abrió revelando una puertecilla oxidada por la que a penas y cupo.

El tipo delgado miró por más tiempo del necesario el pequeño cuerpo de la chiquilla que se abría paso entre la estrecha abertura, hasta que el calvo le dio un fuerte codazo que lo obligó a abandonar sus cavilaciones.

Era ahora o nunca, determinado el chico pasó al lado de ambos vigilantes, el del rostro demacrado estaba por sacar algo de entre sus bolsillos, pero a penas y parpadeo cuando él de cabello plateado le clavó la estaca en el pecho. Con un último par de sacudidas el cuerpo del chico con la estaca incrustada en su pecho emitió un sonido como si algo se agrietase en su interior y explotó en pequeñas partículas de ceniza.

-¡Kadir! -gritó el sujeto calvo poco antes de que le clavasen una estaca en la boca. Sangre ocre gorgoteo por sobre la herida, atragantándose con la misma, intentó extraer la estaca, pero no tardó demasiado en imitar el destino de su compañero delgado.

Sacudiendo la ceniza de su cuerpo, el chico de cabello plateado siguió presuroso los pasos de la chica, sus pisadas resonaban por la rustica escalera cubierta de bolsas plásticas negras y una que otra rata cruzándose en su camino.

No estaba alterada por encontrar aquellas plagas en su andar, de hecho, parecía tan feliz y tarareaba una curiosa melodía mientras subía a través de la escalera. Sin advertir la presencia de quien la estaba siguiendo.

-Maggy, cariño -la chica se encaminó en dirección a la voz que la llamaba. Llegando a una enorme habitación rodeada de material quirúrgico, mesas repletas de tubos de ensayo y un ataúd antiguo cubierto de tierra de cementerio, abierto a la par, revelando el interior de satén rojo, donde solo se podían apreciar un par de huesos y rastros de un antiguo vestido hecho girones.

Lost Boys: Vampires Will Never Hurt YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora