CAPÍTULO 85

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-¡Fate-chan, es hora de comer!

El grito de Stern fue bien recibido por la rubia que acababa de cortar el ultimo pedazo de leña, el invierno amenazaba con ser más fuerte que el año anterior y debían tomar precauciones.

Einhart alzo su porción de leña y se encamino con alegría mientras cantaba una bella canción infantil:

"El cielo se alzó con esplendor,

los niños juegan con ardor.

Pronto descenderá la luz mágica

que pronto nos mostrara un camino

lleno de esperanza y ánimo"

Fate tarareaba la melodía detrás de la pequeña y una ráfaga de aire frió le recordó que debían salir después por más leña, ir al pueblo por más víveres y aceite para las lámparas.

Su hogar era grande, de color café por la madera que servia tanto de paredes como de piso, las piedras adormaban la chimenea pequeña y los muebles de piel daban buena combinación. Esa pequeña cabaña a las afueras de la ciudad era la casa de invierno de la familia Ingvalt, Stern adoraba ir alli en invierno para pasar la temporada en familia.

La acogedora casa les recibió con un calor amable, Einhart dejo en el pequeño hoyo la leña y se encamino a lavar las manos, le siguió Fate. Cuando se sentaron un enorme cuenco de estofado de res les recibió con papas y vegetales deliciosos, un pan recién hecho. Einhart termino rápido de comer y lavo su plato para irse a su habitación a seguir estudiando dejando a la rubia con Stern a solas.

-Está emocionada por el examen, pero me temo que exagera en la información que lee. –dijo Stern sonriendo.

-De tal palo tal astilla. –dijo Fate terminando de comer y miro burlona a Stern. –Ahora falta que desarrolle esa extraña obsesión tuya a catalogar tu ropa interior dependiendo el día y temporada.

La cara de la castaña se puso escarlata y sus ojos se abrieron como platos, apenas tuvo un segundo de advertencia Fate para agacharse y evitar una cuchara en su cara, soltando una risilla se echó a correr. Einhart salió a ver el porqué del arguende y encontró a Stern sobre Fate pellizcándole las mejillas y volvió a su cuarto avergonzada.

Stern tomo la cara de la rubia entre sus manos y recorrió con sus dedos índices los labios de la rubia y contuvo el aliento al sentir las manos de Fate en sus caderas, sus ojos refulgían y bajaron a los labios de la rubia y se acercó a ella, a punto estaban de besarse cuando la puerta fue tocada y Stern se alejó rápidamente de Fate. Aliso su cabello y se dirigió a abrirla con un sonrojo profuso.

-¡Querida! – exclamo una voz conocida por Fate.

-¡Oh, Ginny! –Stern corrió a los brazos de su amiga de cabellos rojos. -¿Qué haces aquí?

-Antes del invierno quise venir a visitarte para dejarte estos pequños pedazos de mantequilla que hice. –callo unos momentos y se sonrojo. –Fate-san, un gusto verte.

Fate se detuvo y saludo a la mujer con una inclinación de cabeza y se acercó a ellas.

-Buenas tardes señorita Hulton, es un placer verla aquí. –le sonrió.

Ginny se sonrojo y desvió la mirada. Stern se sintió incomoda y retrocedió para tomar el brazo de la rubia.

-Te lo agradezco mucho. –los tomo. –Hare un pan de vainilla y mañana en la feria te daré un poco.

La pelirroja asintió y se retiró de allí con las manos en los bolsillos. Stern cerró la puerta y dejo la mantequilla en la mesa y le tapo con un paño húmedo, miro a Fate.

[NANOFATE ] La Mentira Qué Nos SeparoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora