Capítulo 89:

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Narra Adrien:

Al llegar a la escuela el lunes por la mañana, lo primero que sentí al bajar de la limusina fue un silencio total y miradas sobre mi. Algunas eran de asco, otras de curiosidad, hasta de enojo. Las únicas que no me juzgaban eran las de algunos de mis compañeros de curso, entre ellos se encontraban Alya y Nino.
Me acerqué a ellos para saludarlos, sintiéndome un poco más seguro del resto de personas que estaban ahí.

—Ten, tiene la batería llena, sólo tienes que cargarle los contactos.— Me dijo Nino tendiendome un celular.

Les sonreí a ambos agradecido. De verdad no podía creer que tenía amigos así, que tomaran tantos riesgos por mí.

— Muchas gracias, de verdad. No saben cuanto me ayudan.— Les dije mientras tomaba el celular.

— Para eso estamos.— Me contestó Alya.

En ese mismo momento sonó el timbre que indicaba la entrada a clases.

—Bien, vamos.

Cuando entramos al salón lo primero que vi fueron las mesas del fondo, donde Nathanaël estaba dibujando con sus auriculares puestos.

— Hola.— Le dije cuando llegué a su mesa mientras tocaba su hombro y me sentaba a su lado.

Levantó la vista de su cuadernillo y me sonrió.

— Hola.— Me contestó acercándose y dándome un beso, dejándome petrificado ya que me había tomado por sorpresa.

— Adrien, ya lo saben todos. Lo dijimos en el campamento.— Me dijo para tranquilizarme, tenía razón.

—En ese caso.— Me aproximé a él y le di otro beso rápido.

La profesora entró al salón en ese mismo momento.

Narrador Omnisciente:

— Buenos días chicos, espero que el fin de semana haya sido tranquilo.
»Continuando con la clase anterior, nos habíamos quedado en...—

Ambos chicos dirigieron su vista al frente de la clase, pero se encontraron con una mirada de reojo que reflejaba desprecio, la cual pertenecía a Marinette.
El rubio automáticamente llevó su mano derecha a la del pelirrojo, tratando de calmarlo. Sabía como lo hacía sentir que lo vieran así.
La mirada de la chica había sido sólo unos instantes, pero eso fue suficiente como para que Nathanaël se pusiera tenso.
Las siguientes horas de clase transcurrieron en calma hasta el recreo. Cuando la campana sonó, todos comenzaron a salir del salón dejando sólo a Alya, Nino, Chloe y a la pareja.

— Chicos, vi las noticias. ¿Están bien?

Era difícil creer que esa era la chica que se burlaba de todos, ahora comportándose de forma tan comprensiva y preocupada.

— Si, estamos bien.— Le respondió con una sonrisa el ojiverde, pero su expresión cambió bruscamente al recordar la noticia que había recibido el día anterior. — Pero hay algo que debo decirles. Éste es mi último día en la escuela, no me dejarán volver.

Todos sus amigos se quedaron sin habla, en especial su novio. No sabían que decir o hacer.

— ¿Y luego? ¿Sabes que harás co tu padre?— Preguntó la rubia.

— No lo sé, aún no he podido verlo. Pero Nathali me dio una idea.— Le contestó, dudando entre sí decirlo o no.— Hablar con él y tratar de que... No sé, ¿Comprenda esto?— Su tono había cambiado a uno de confusión, tan sólo pensar en el tema lo comenzaba a poner nervioso.

— ¿Estás seguro de eso? Tu padre no es exactamente la clase de personas que... ¿Cómo decirlo?... Cambia de opinión de forma fácil.

— Nino, es la única opción que me queda. Tienes razón, es difícil hacerlo cambiar de opinión, pero tengo que intentarlo.

Todos se quedaron en silencio ante eso, tratando de pensar en alguna otra salida de esa situación, y al no encontrarla, Alya habló.

— Bueno, si necesita ayuda en algo, sabes que puedes contar con nosotros.

— Sí, sólo mandamos un mensaje e iremos contigo de inmediato.— La secundó la rubia con una pequeña sonrisa.

— No se cómo agradecerles esto.— Contestó, dándole un abrazo a Chloe, que se encontraba delante de él.

— No tienes por qué hacerlo, estaremos para ti cuando sea necesario.— Le dijo el de lentes, siendo el siguiente en recibir un abrazo por parte de Adrien y devolviendo el gesto al instante.

La siguiente fue Alya, y por último abrazó a Nathanaël. Se aferraron con fuerza entre ellos, sin querer soltarse, sin saber que decir o que más hacer para estar juntos.
Se alejaron sólo lo suficiente como para verse cara a cara, las cuales expresaban el mismo sentimiento de preocupación y miedo, pero eso se interrumpió por el celular de Adrien sonando.
Al entender la pantalla vio que se trataba de Nathali, eso anunciaba que ya debía de estar afuera de la escuela.
Todo se quedó en silencio, y, de una forma sincronizada, los cinco salieron del salón juntos.
Por el pasillo, algunos alumnos los miraban ya que la pareja iba tomada de las manos mientras que los otros tres caminaban muy cerca de ellos. La verdad es que esto era por no querer separarse y dejar al rubio sólo.
Lo primero que vieron al salir del edificio fue la limusina estacionada en la calle.
Los corazones de Nathanaël y Adrien se aceleraron más y sus manos se apretaron con más fuerza.

— Suerte, amigo.— Le dijo Nino poniendo una de sus manos sobre el hombro del ojiverde, tratando de darle algo de ánimo.

Adrien miró a sus amigos sin saber bien que decir, sintiendo cómo la soledad y vacío que tenía antes de entrar en la escuela volvía a crecer en su pecho. Les regaló una pequeña sonrisa, sin querer hablar. Sin querer decir adiós, sintiendo que sería para siempre.
Su vista se encontró ahora con los ojos aguamarina de su novio, los cuales tenían el mismo sentimiento que él en ese momento.
Sin saber que más hacer, acercó sus labios al oído del pelirrojo y le susurró en un tono donde él fuera el único en escucharlo.

— Te veré el viernes ¿Sí?— Y luego de sentir un pequeño asentimiento por parte del pelirrojo, dejó un beso en su mejilla como saludo.

Sus miradas se encontraron una vez más antes de que el mayor se diera la vuelta para caminar directamente hacia el vehículo, sin mirar atrás, sabiendo que si lo hacía, sería capaz de salir corriendo con Nathanaël de ahí para tratar de escapar de esa situación.
Cada paso que daba lo sentía más pesado que el anterior. Al llegar a la limusina y estar ya dentro de ella, el aire comenzó a faltarle, haciendo que el respirar le pareciera más difícil.
Dirigiendo su vista una última vez a su grupo de amigos y a su pelirrojo a través del vidrio polarizado que no le permitía verlos con claridad, escuchó cómo el vehículo se ponía en marcha.
Luego de eso, Adrien y Nathanaël se sintieron totalmente perdidos. Ya no tenían ni la más mínima certeza de lo que pasaría.
Sólo quedaba esperar.

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Por favor, avísenme si ven una falta de ortografía.



El Otro Talento de Nathanaël. AdrieNath (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora