83. One-Shot

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Ya no hay bebé

Estabas sentada en el sofá del número 12 de Grimmauld Place. Eran las 10 de la noche y Harry aún no volvía del Ministerio. Una hora más tarde, justo cuando tu cabeza decaía sobre el apoya brazos del acogedor cuero, el sonido de la chimenea te despertó de un brinco y, al saber la situación que iría a continuación, tus nervios se incrementaron. ¿Cómo le darías la noticia?

—¿Me esperabas? —te preguntó sentándose a tu lado y poniéndote un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Si... —susurraste de una forma tan extraña en ti que la mirada de tranquilidad de Harry cambió totalmente.

—¿Sucede algo? —preguntó otra vez inclinándose levemente.

Tu mirada se desvió un momento hacia la alfombra color bordó y tomaste todas tus fuerzas para observarlo a la cara sin largar lágrimas.

—Vamos ___ ¿Que ocurrió? —solo por instinto, llevaste una mano a tu abdomen aún plano y entonces la preocupación de Harry aumentó— esto... ¿Tiene algo que ver con el bebé?

Esta vez si lo miraste, con la cara llena de lagrimas y el labio inferior temblando, lo único que pudiste hacer es asentir lentamente mientras el temor afloraba tus ojos. Por su parte, Harry sólo se inclinó aún más, posando su mano sobre la tuya y casi rogándote con la mirada que la noticia no fuera lo que él estaba pensando.

—Por favor dime que no es lo que yo creo —pidió con un hilo de voz— por favor, ___

No podías mentirle. No había forma de tapar el sol con un dedo. Aún con la mirada fija en sus ojos verdes, tus labios se abrieron formando un "lo siento" que no pudo ser más que una seña ya que tu voz parecía negarse a dar la verdadera información.

Harry apretó con fuerza tu mano y negó bruscamente. —No... vamos... no juegues con esto... dime qué es. Dime ¿Qué pasa con nuestro bebé?

—Ya... no... no hay... no hay bebé —pronunciaste de modo que tu voz se quebró en la última palabra.

Harry se alejó rápidamente de ti y apoyó la mano en la parte superior de la chimenea. Parecía estar tratando de digerir la situación.

—¿Como lo supiste? —inquirió unos minutos después en un susurro que casi retumbó en tus oídos debido a la tranquilidad que había en la sala.

—No me venía sintiendo bien últimamente. Esta mañana, luego de que te marcharas vi sangre y fui a San Mungo con Hermione, allí me dieron la noticia...

—La llamaste a ella en lugar de a mi —dijo claramente dolido.

—No... yo sólo estaba preocupada. Ni siquiera sabía que podría llegar a tratarse de un aborto espontáneo. Le comenté a Hermione la situación y ella prácticamente me obligó a ir al hospital.

La habitación volvió a inundarse en un profundo silencio.

—Voy a dormir —anunció y acto seguido te dejo sola. Él solía hacer esa clase de cosas cuando se enojaba y no deseaba pelear o cuando volvía demasiado cansado del trabajo, pero esta vez era diferente. En todas las otras ocasiones nunca habías sentido el vacío que ahora te abundaba. No sólo estabas sola en el sofá, también te sentías desprotegida justo cuando más necesitabas de tu novio y su consuelo.

𝑯𝑨𝑹𝑹𝒀 𝑷𝑶𝑻𝑻𝑬𝑹: 𝑰𝑴𝑨𝑮𝑰𝑵𝑨𝑺 𝒀 𝑷𝑹𝑬𝑭𝑬𝑹𝑬𝑵𝑪𝑰𝑨𝑺 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora