99.Violencia II (parte 2)

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Una semana después Ronald se encontraba en el pequeño pueblito de Ravenin, en las afueras de Londres. Más específicamente, en el número once de Sunplace. A punto de tocar la puerta de tu hogar.

Luego de aquel episodio en su habitación no habían vuelto a hablar. Aunque Hermione se había comunicado contigo en el momento que supo de aquel "incidente" con Ron, despotricándose en contra del pelirrojo y sus peticiones de ser la paloma mensajera entre ustedes; Ginny apoyando aquello; y Harry, como era de esperarse, intentandonque las aguas se calmaran. Pero Ron nunca había tenido una mínima iniciativa de hablar contigo, y en el fondo no sabías si querías que lo hiciera.

A las 2:45 A.M, el sonido de un tenue golpe en la puerta de entrada te quito la atención de los cientos de libros que te sobrepasaban la vista: Exámenes finales de mayo. Una última materia de Literatura para pasar al segundo año de la carrera, y no eras capaz de prestarle el más mínimo interés. Por él. Por él y el último acontecimiento entre ustedes.

Saliste del salón, pasando por el recibidor y tomándote un segundo antes de abrir la puerta, justo en el momento que la parte trasera de un largo cuerpo daba unos pasos hacia la acera. Era él, aunque en un primer momento creíste que sólo era una alucinación de demencia. Una mala pasada de tu cerebro.

—Eeem ¿si? —dijiste entre la duda para captar la atención del chico.

Ron sé volteó con brusquedad, haciendo que su cabellera lo acompañe. Daba a aparentar como si hubiera pasado más tiempo del que se creía, llevaba el pelo más largo y las amenazas del comienzo de la barba alrededor de la boca que denotaba nerviosismo.

—___ —llamó, haciendo que ambos palidecieran. Tú por volver a verlo, recordando casi el golpe. Él por cómo fueras a reaccionar y el arrepentimiento que cargaba consigo.

—¿Qué haces aquí, Ronald? Y a esta hora —le preguntaste de forma dura, mientras tu mano se cerraba con fuerza alrededor de la manija de la puerta.

—Perdón —dijo él. La voz le temblaba, los labios se movían con rapidez y sus ojos se achicaban al fruncir las cejas.

Negaste, bajando la mirada a tus pies descalzos.

—Fui un completo idiota —admitió, rascándose la nuca y dirigiendo la vista hacia tus rodillas tapadas por un largo pantalón de pijama— ¿Te he despertado? —preguntó con interés.

—Eso no es asunto tuyo —respondiste-. Y si, fuiste un idiota, un patan, un machista y celoso. Un... violento —susurraste.

—No sé porqué lo hice —admitió—. No entiendo qué pasó conmigo. En serio lo siento.

—¿De qué sirve, Ron? Explícamelo, porque no lo entiendo.

Él no contestó.

—¿Y si ocurría algo más? —seguiste— ¿También vendrías solo con unas disculpas? Mejor dicho, ¿vendrías? O quizás debería preguntar el porqué de mandar a Hermione a que solucionase las cosas —despotricaste con rapidez, apretando más fuerte la perilla—. Y claro, como ella no fue de tu lado, tu segunda opción era Harry. Pero ninguna de las dos funcionó ¿Eh? —Ron miró directo a tus ojos—. Adivino, estás aquí porque Ginny te obligó, ¿el hechizo mocomurcielago tal vez? —él abrió los ojos como platos—. Aún recuerdas que soy bruja ¿no? Y que eres pésimo en oclumancia.

Ron suspiró, perdiendo la batalla.

—Solo quiero solucionar las cosas, aclarar todo.

—¿Qué puedes hacer? ¿Pedir el giratiempo prestado? —inquiriste, cruzándote de brazos— Es arriesgado volver una semana atrás.

Ron negó.

—Perdón —repitió—. No quería decirte todo aquello. Yo... yo te amo, ___

—No, Ron, no me amas. Pretendes que haga lo que tu quieras. ¡Te enojaste por una simple prenda! ¡Además,  llevaba un pantalón corto abajo! —casi que gritaste—. Y luego...

—Reaccioné por impulso —siguió—. Por impotencia, furia. Pero no hacia ti —suspiró—. Han sido días complicados, en el cuartel de aurores, mi última pelea con Hermione ese día... y no lo sé...

—Eso no quita que te enojaras por no haberme vestido como una monja. Te molestó. No tendría que ser así —le dijiste—. Hubiese preferido un "___, te ves hermosa" o que pasara desapercibida. Todo menos una escena y casi un golpe.

—Sólo no quiero tirar  todo a la basura —admitió—. Estoy totalmente arrepentido.

—Ron —suspiraste, no te animabas a decirlo—.... una vez lo hablé contigo, cuando supe que Krum lastimó a Herms. Ella se volvió de Bulgaria porque nunca permitiría que alguien le levantara la mano...

—¡Pero yo no lo hice!

—¡Porque por alguna maldita razón te detuviste justo a tiempo! Eso no quiere decir que sea cosa de menos.

—No te alejes.

—"Nunca te perdonaría que me golpearas" —repetiste—. Lo dije, y sabes que cumplo lo que digo aunque me cueste. Si, no llegaste a lastimarme, pero por poco. No puedo Ron.

Él te miró con súplica.

—Por favor. Vine hasta aquí en ese maldito auto muggle de papá —señaló un abarrotado automóvil rojo, de pintura corrida, ubicado en la acera del frente—. Sólo por ti.

—No haré como si nada pasó —dijiste, recordando lo que hablaste con Hermione y Ginny—. No puedo olvidármelo, Ron. Aún no lo creo.

—Podemos intentarlo otra vez —pidió, ahora con los ojos llorosos. Tu negaste.

—¿Cuantas veces dijiste lo mismo?

No era el primer momento donde su relación se encontraba en una cuerda floja. Por una u otra razón, varias habían sido las ocaciones donde acababan de romper por tal razón. Siempre volvían, siempre había un "intentarlo otra vez". Pero no podían ser tantas oportunidades.

No funcionó una vez. No funcionó dos. Ni tres ni cuatro. ¿Por qué si una quinta? ¿Qué iba a cambiar que no lo hizo en las otras veces?

—Una ultima vez. No quise que esto ocurriera —pidió.

—Deberías irte antes de que pase lo mismo que en segundo año.

Fue lo ultimo que pronúnciate antes de cerrar la puerta en el rostro de un Ron ya con lágrimas corriendo por sus mejillas.

𝑯𝑨𝑹𝑹𝒀 𝑷𝑶𝑻𝑻𝑬𝑹: 𝑰𝑴𝑨𝑮𝑰𝑵𝑨𝑺 𝒀 𝑷𝑹𝑬𝑭𝑬𝑹𝑬𝑵𝑪𝑰𝑨𝑺 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora