102.One-Shot (+musica)

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Ariana Grande-Breathin'

Neville Longbottom
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Empuje la puerta del departamento con todas mis fuerzas ni bien entré en él. Estaba frustrada, demasiado frustrada. O eso me hacía creer mi mente. Sentía como todo daba vueltas a mi alrededor provocando que el dolor en la cabeza se intensificara. Estaba cansada de todo aquello. ¿Por qué?

Lo extrañaba, lo necesitaba y no lo soportaba. Hacia un par de meses que Neville había vuelto a su trabajo en el ministerio de magia mientras yo me mantenía en España, intentando seguir una vida muggle.

Sabia que era un error, era obvio. No debía haber permitido perder la oportunidad de seguir una carrera de medicina para el mundo mágico por adentrarme en el lado anti-magia.

Y eso me alejaba más de Neville. Él tenía su vida llena de trabajo, idas y vueltas con el departamento de aurores. Maldito sea Harry Potter que lo había convencido de entrar a esa sección.

Me guié hacia la isla que había en la cocina de mi departamento en Madrid, buscando otra botella de licor, ya no sabia cuántas sustancias tóxicas llevaba encima.

No había nada, ni una mísera lata de cerveza. Aunque para ese entonces creía que el producto me afectaría tanto como una cerveza de mantequilla.

Fui al botiquín de primeros auxilios que había en el baño de en frente; apenas podía mantenerme en pie, pero no me importaba. Corrí la tapa de la caja que estaba por encima de una repisa, contenía variedades de medicamentos que, o me tranquilizarían o me afectarían aún más, ni siquiera estaba cuerda en ese preciso instante.

Corrí sin importancia los apuntes de medicina que tenía sobre el retrete, ¿como habían llegado mis resúmenes de la carrera universitaria hasta allí? No lo sabia y tampoco sabía que quizás no tendría la oportunidad de averiguarlo.

Tomé el primer bote de pastillas que encontré y, abriéndolo de forma apresurada y brusca, me lleve una unidad a la boca. Y otra. Y otra. ¿Y por qué no una más? O unas

No recuerdo más de ese momento.


Sentí como mi piel se alejaba del frío de aquel enero, pude deducir que era la mano de Neville sobre la mía, pero no podía tomársela. No tenía forma.

Escuchaba su llanto, lo oía aunque no podía ver que lo provocara. ¿Era un sueño o en serio estaba ocurriendo? De alguna forma sentía como mi sangre corría y recordaba como, aquella noche cuando entré al apartamento, el cielo se me caía. Mejor dicho, la vida estaba a punto de caer sobre mi inconsciencia.

En mi cabeza retumbaba su voz, pidiendo desesperado que no lo dejara. Que estaba allí y me acompañaría. Pero no podía.

"Respira" solía repetirme una y otra vez, y yo no sabia como explicarle que lo hacía, pero mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes de mi cerebro. Quizás era porque este último no se encargaba de las peticiones que conectaran con los músculos.

Eso me frustraba. Tenía a Neville junto a mi después de mucho tiempo, pero mi cuerpo no se le acercaba. Intentaba con todas mis fuerzas que ocurriera lo contrario, pero sólo lograba agotarme.

Intentaba de todas formas. Me hablaba a mi subconsciente, pensaba en lo que quería que ocurriera, incluso podía llegar a rezar. Y nada.

"Por favor, no me dejes" decía. Y mi alma se partía en mil pedazos. Había soñado varías veces con tenerlo cerca de nuevo, pero no de esta manera. Me odiaba por eso, porque al final de cuentas era mi culpa. Me dejé llevar por una ola de frustración, pensando sólo en saciar la necesidad de tener a Neville a mi lado. Pero nunca me paré a pensar en que esa forma de actuar podría llegar a lastimarlo. Me enfoqué en lo que me haría feliz a mi, y no en un efecto colateral hacia él.

Y ahora solo me quedaba tenerlo cada día allí, pidiendo que siguiera con él, que no lo abandonara.



Los médicos dijeron que era bueno si él tenía comunicación conmigo. Así como la gente dice que hablarle a las plantas las ayuda a crecer. Yo en ese entonces era una planta. Era gracioso, porque Neville las amaba... también lo hacía conmigo.

Hubo más de noventa días en los que él no paró de venir al hospital a visitarme. Cada día una lágrima se derramaba. Lo sabia. Aveces eran muchas. Otras no tantas. Incluso en ocaciones ya no quería seguir allí, lastimándolo. Pero una voz en mi interior me decía que siguiera. Y, maldita sea tenía que seguir.

En ciertos momentos sentía como mi cuerpos se elevaba hacía el cielo, podía cumplir la idea de llegar a tocar las nubes. Pero él estaba ahí, pidiéndome que no lo abandonara. No era tan solo un "respira", también un código. El código a que no lo dejara.

Para eso me contaba los momentos donde las cosas no eran tan complicadas, quería esos fragmentos de nuevos. Pero lo que más necesitaba era ver si rostro. Ver esa felicidad al abrir mis ojos.

No tenía el honor de cumplirlo.


Neville siguió viniendo. Ya no tan seguido, quizás porque todos le aconsejaban que no lo hiciera como antes. Y estaba bien, porque estar encerrado en un hospital no le hacía bien (es irónico teniendo en cuenta que en esos lugares tienen que ayudarte a sanar). Más cuando te dicen que tu novia no solo entró en coma por los efectos de tantas sustancias, sino que también se descubrieron más problemas en su sistema.

Comenzó a aparecer cuatro días a la semana. Y aunque me dolía en el fondo lo agradecía, porque cuando aparecía me contaba sobre su día. Ya no lloraba e incluso sé reía. Yo seguía aguantando solo para escuchar esa risa de lunes, miércoles, viernes y sábados.

Meses después eran anécdotas sobre su nuevo trabajo en el Ministerio Mágico de España. Aveces iba los lunes. Y si no podía lo compensaba los fines de semana. Pero ya no se quedaba tantas horas como antes. Lo entendía ya que tenía mucho trabajo.

Hubo unas semanas en las que no me visitó y comenzó a preocuparme. Pero cuando apareció, en vez de quedar tranquila, todo se derrumbó por unos minutos.

No podía negarle la felicidad con alguien más. Y si él estaba bien, yo también.

Tres años después de lo que me ocurrió ambos llegaron. Dentro de todo fue una situación no tan desagradable. Todo había sigo digerido.

Ella me saludó, contándome que su hermano pasó lo mismo que yo pero pudo recuperarse. Decía que yo también podría hacerlo. Parecía una buena chica.

Esa tarde Neville dejó algo sobre la mesa de noche de la habitación.

"Espero que despiertes y puedas asistir" me pidió. En el fondo sabía que era difícil para él aquello.

El sábado 11 se mayo se 2023 Neville se casó. Según la tarjeta que la enfermera me leyó horas después de su entrega, la ceremonia fue al medio día. Ella entraba a mi cuarto una hora después del mediodía. Sería tiempo suficiente.

El sábado 11 de mayo de 2023, una hora luego de la ceremonia, me fui. Segura de que él estaría bien. Y yo también.

El sábado 11 de mayo de 2023 dejé de hacer lo que él me pidió.

"Just keep breatin'"

𝑯𝑨𝑹𝑹𝒀 𝑷𝑶𝑻𝑻𝑬𝑹: 𝑰𝑴𝑨𝑮𝑰𝑵𝑨𝑺 𝒀 𝑷𝑹𝑬𝑭𝑬𝑹𝑬𝑵𝑪𝑰𝑨𝑺 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora