104.One-Shot (parte 3)

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Una continuación de "Ya no hay bebé" (one-shot 83 y 84)

Los meses que siguieron a aquella ruptura fueron duros para ambos. No solo el hecho de haber roto su promesa de amor o por el saber que su deseo de construir una familia no podría concretarse. Simplemente ya nada era como antes.

____ no se levantaba en la mañana lista para preparar el desayuno, él no llegaba temprano de la oficina de aurores para pasar más tiempo juntos, aunque sonara machista. Harry ya no se iba cada día al trabajo sin antes decirle un "Te amo" a ella. Y ____ ya no sentía esas mariposas en el estómago al percibir su sonrisa luego del beso de despedida de cada mañana.

____ tuvo que volver a su trabajo, debía seguir ayudando en San Mungo a los aprendices de medicina.

Harry necesitaba volver con los aurores, las cosas se descontrolaban y su líder no estaba para poner el tren en su camino.

Ninguno de los dos podía dejar de pensarse.

Harry se culpaba de haberla abandonado de la nada, de no apoyarla en aquel instante y pasar a desaparecer con solo el rastro de una carta. No le daba la cara para acercarse y pedirle disculpas, porque en el fondo sabía que eso no compensaría el abandonarla en aquella situación. Aún no podía quitar de su mente los pensamientos de aquellos días posteriores a la noticia. ¿Cómo habría estado ____? ¿Lo odiaria por su comportamiento?

Ella aún pensaba en él, pero sus sentimientos eran bipolares. Aveces odiaba a Harry por alejarse así; otras, se encerraba en pensamiendo creyentes de que era su culpa la pérdida del bebé, pero ahí estaban Ginny y Hermione apoyando la primera razón; había días en los que sólo podía sentarse frente a la chimenea con una taza de café y la bata que el azabache había olvidado llevarse. ¿Qué hubiera pasado si él siguiera allí? ¿Y si en realidad si hubiera bebé?

Cuando ya por fin todo parecía mejorar -eso quería mentirse ____-, habían pasado tres meses. Claramente no era un tiempo apropiado y suficiente para olvidarse de quién compartió tantos momentos contigo, pero se alejó en, quizás, la prueba mas importante de estabilidad en la pareja.

Esa mañana ____ llegó a San Mungo como ya se había vuelto costumbre otra vez. Pero fue diferente aquel día.

Los jóvenes que solían esperarla en la entrada para su práctica no estaban, y en la nueva recepción ni Madeline ni Astroy se encontraban. Ella se fijó en su reloj, tal vez se había apurado en su horario, pero no.

Ni bien volvió la mirada, la señora ya con unos años de experiencia que solía atender a los pacientes en recepción, se le acercó lo más rápido que sus viejos pies le permitían.

—Gracias a Merlin que has llegado —le dijo Astroy, señalando hacia el techo, como si sobre él estuviera el mago.

—¿Dónde están todos? —preguntó mirando el área. Vacía, solo con gritos hacia la puerta que llevaba a las salas de emergencias.

Astroy no contestó, porque la voz se le fue en el preciso momento que vio aquellas figuras pasar por la entrada de San Mungo. A ____ le pasó exactamente lo mismo, duplicado por cien, al observar la misma dirección.

Una camilla se movía con velocidad junto a dos médicos y un pelirrojo que caminaba a duras penas, apretándose con fuerza el brazo derecho. Desde la cama se sentían fuertes quejidos, gritos de dolor y gemidos capaces romper la garganta. Ella lo reconoció al instante. Esa cabellera... incluso podía saberse a la perfección la dirección de cada línea azabache y desordenada que recubría su cabeza.

—¡Necesitamos ayuda! —gritó uno de los médicos. Llevaba un traje similar al de los aurores, propiamente de los especialistas que ayudaban en las misiones.

___ se acercó sin dudas hasta los hombres, seguida por la vieja mujer. Primero miró a Ron: tenía la cara rasgada, parecían quemaduras que quitaron la piel; el traje constaba con rajaduras por todas partes y los zapatos no se quedaban atrás. Luego reparó en el brazo sangrante que había teñido el color de la prenda.

En seguida volteó al otro hombre para observar su estado.

—Le pedí que no fuera —comentó Ron, negándose a seguir a otra enfermera y quedarse con su mejor amigo. Su voz comenzaba a temblar y poco a poco se rompía—. Sabía que era peligroso...

Harry Potter estaba ahí, similar a las condiciones de Ron Weasley, pero con el traje totalmente descubierto en el pecho y colapsado en marcas y lastimados que quitaban la piel. Tenía uno de los hombros, con el que sostenía la varita normalmente, un tanto raro en comparación a lo común. ___ se planteó los posibles veredictos al respecto.

—Todo el personal está atendiendo a los demás heridos —avisó la enfermera que intentaba llevarse a Ron—. Han llegado cientos de personas así.

—¡Es el maldito jefe de los aurores! —gritó Ron, con las lágrimas comenzando a resaltar— ¡Tiene más prioridad que todos aquí juntos!

—Llevenlo con Hamsey —le indicó ___ a los médicos, apenas podían salirle palabras. Ellos asintieron en el preciso momento que Harry comenzaba a respirar con dificultad.

Ella volteó un segundo a Ron, con cierta pena.

—Lo lamento —susurró.

Entonces un ruido resonó cerca de ____

—Debe acompañarme —le indicó uno de los doctores que al parecer había dejado de atender a los demás pacientes para ir directo a la sala de la otra punta en la cual los paramédico habían enviado a Harry.

Ella asintió.

—Sigue a Lea —le ordenó a Ron y luego miró a Astroy que no se alejó de aquella situación ni un segundo—. Envia un patronus al ministerio, para Hermione.

Cuando la ansiana asintió, ____ siguió su paso con el doctor Spark, uno de los mejores especialistas de San Mungo. Eso sólo le dejó más dudas: si justo él era quien seguía a Harry, posiblemente su estado ya se veía bastante mal sin necesidad de un gran analisis. Tal y como lo había pensado primordialmente.

𝑯𝑨𝑹𝑹𝒀 𝑷𝑶𝑻𝑻𝑬𝑹: 𝑰𝑴𝑨𝑮𝑰𝑵𝑨𝑺 𝒀 𝑷𝑹𝑬𝑭𝑬𝑹𝑬𝑵𝑪𝑰𝑨𝑺 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora